Hay una popular frase que dice que “Hay personas que nacen con estrella y otras, estrelladas”. Es la creatividad del imaginario popular para tratar de hallar una explicación racional a lo que se escapa de ese ámbito. La verdad, creo que son palabras que carecen de fundamento, porque estoy convencido de que el destino es una construcción propia.

Basta ver las incontables historias de personas que nacieron en ambientes llenos de limitantes, carentes de oportunidades, plagados de hostilidades. A la vuelta de la esquina, sin embargo, lograron cambiar esa realidad, al menos en su vida, y construyeron un presente feliz y un futuro halagüeño. La de Radek Jelinek es una de esas historias.

¿Alguna vez escuchaste ese nombre? Si vives en Venezuela, Alemania, Italia o México, quizás. Jelinek nació en la actual República Checa cuando ese territorio estaba unido a Eslovaquia y se conocía como Checoslovaquia. Desde el primero de octubre de 2015 ocupa el cargo de CEO y director general de Mercedes-Benz México y smart México.

A partir de 1945 y hasta 1992, cuando se concretó la disolución, el 31 de diciembre, Checoslovaquia fue regido por el comunismo. Las libertades individuales estaban limitadas y el sistema había sido diseñado para privilegiar al Estado. No era una vida fácil, y mucho menos para un joven que tenía sueños, que ansiaba viajar, que quería alzar vuelo.

Aunque parecía ser uno de aquellos que nacieron estrellados, Jelinek usó las herramientas que le dio la vida para cambiar su realidad. Una fortaleza de los estados comunistas de la entonces llamada Cortina de Hierro fue el sistema educativo, que fue, precisamente, el pasaporte que él usó para liberarse de las cadenas y buscar nuevos horizontes.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La educación fue el pasaporte que le abrió puertas al joven Radek Jelinek.

Con tan solo 20 años, en 1982, Jelinek estaba harto de ver que la suya era una vida sin futuro y se escapó. Por aquel entonces, la represión era la norma del régimen de Gustav Husak, que rigió los destinos del país entre 1975 y 1989, cuando lo sucedió Václav Havel. Atrevido e inconforme, dejó atrás familia y amigos y cruzó la frontera, hacia Alemania.

Por si no lo sabías, en esos territorios de la Europa central las personas no tenían libertad para movilizarse y solo podían abandonar el país en caso de recibir el permiso de las autoridades. Escaparse era considerado una traición y fue una acción desesperada por la que muchos pagaron un precio muy alto: su propia vida. Jelinek contó con más suerte.

Durante años, Jelinek maduró la idea de escapar del régimen y finalmente se decidió a los 20 años, consciente de que después “sería muy difícil”. Como difícil fue alejarse de su familia y sus amigos, lo único que realmente le pertenecía en ese ambiente en el que nació. Al partir, solo pudo llevar consigo “una excelente cultura y educación”.


La vida de Radek Jelinek nos demuestra que somos nosotros mismos los que
levantamos las dificultades y los obstáculos que aparecen en el camino. Nunca
se conformó con lo que la vida le había dado y fue a buscar lo que se merecía.


Como él mismo dice, “dos cosas buenas” que, para su fortuna, le abrieron las puertas. Una de ellas fue la de Mercedes-Benz, la prestigiosa fábrica alemana, a la que ingresó en 1987. Empezó como miembro del equipo de finanzas y contraloría en la planta de Kassel, en el centro del país. Fue como cursar una maestría para conocer los secretos del negocio.

Después, fue trasladado a Argentina, y gracias a los positivos resultados de su gestión fue nombrado director general de DaimlerChrysler en Venezuela, en 2003. Llegó en un momento social y político muy complicado, con una grave crisis económica, que le recordó su origen en Checoslovaquia. “Era un país al borde del colapso”, recuerda.

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El mercado de los autos de gama alta en México es dominado por las marcas alemanas.

La compañía suspendió las operaciones durante un período y licenció gran parte de la plantilla. A Jelinek le encomendaron que mantuviera la marca a flote, a la espera de un cambio del panorama político que brindara un futuro más halagüeño. “Fue un momento muy significativo, porque al regresar al mercado ganamos participación”, dice.

La siguiente escala fue Alemania, de nuevo, con un objetivo claro: salvar Chrysler. Y cuando terminó la tarea exitosamente regresó a Mercedes-Benz con la misión de hacer otro salvamento, esta vez en Milán (Italia). Hasta que se abrió una puerta con una oportunidad menos traumática, aunque con una gran responsabilidad: Mercedes-Benz México.

El mercado prémium, como se conoce al segmento de los autos de alta gama, es muy competido. De hecho, Jelinek lo define como “una competencia feroz”. A cambio de su poder adquisitivo, los clientes de este nicho son muy muy exigentes en lo referente a la calidad, la seguridad, la comodidad y la innovación. No es fácil satisfacerlos, sin duda.

El mercado de autos de alta gama, en México, es liderado por las marcas alemanas. El primer puesto lo ostenta Audi, que forma parte del grupo Volkswagen, seguida por BMW, cuya casa matriz está en Múnich. El tercer puesto es para Mercedes-Benz, que después de superar un bache en 2011 se recupera y poco a poco aumenta su participación.

Aunque en el mercado Mercedes-Benz es sinónimo de bien hecho y de lujo, esas características no son suficientes para cumplir las metas de ventas y para atraer la atención de los nuevos consumidores. Por eso, bajo el mando de Jelinek la marca en México le apostó a la innovación, con una arista especial: “volvimos a las raíces”.

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Innovación, servicio y experiencia satisfactoria, pilares del éxito de Mercedes-Benz.

Mercedes-Benz fue la marca que inventó los cinturones de seguridad, la carrocería plegable y los avisos de colisión, entre otros elementos de seguridad que se convirtieron en estándar para la industria. Sin embargo, en esa loca carrera por vender más, en algún momento se desvió del camino y se olvidó de esos beneficios que marcaron diferencia.

La apuesta de Jelinek es regresar a la innovación para cautivar a los consumidores. Eso, sin dejar de lado el concepto de lujo, que define como “poder hacer lo que quieres. Ser respetado y admirado, sin ser arrogante y distante”, afirma. Eso, y cultivar la “mentalidad de ganador, de ir siempre hacia delante y atacar”, que forma parte de los valores de la compañía.

En México, los estudios realizados por la marca establecen que está muy bien posicionada en el mercado, con una percepción favorable. Mercedes-Benz es una marca que mantiene a sus clientes por lealtad. Quien compra un vehículo de nuestra marca busca mucho más que un auto y, por eso, nos enfocamos en el servicio y en la experiencia del cliente”, asegura.


Según Radek Jelinek, “la felicidad tiene que ver con la familia, con los amigos,
con la felicidad de adentro, no con un estatus externo. Pero, sobre todo, tiene
que ver con ayudar a la gente”. Eso es lo que procura plasmar en su trabajo.


Para cumplir a cabalidad con la tarea que le encomendaron, Jelinek apela a la máxima que resume su filosofía de la vida: “No tenemos limitaciones y lo bueno que poseemos hay que compartirlo con los demás”. También, recuerda sus orígenes y, sobre todo, el acierto de haber escapado del comunismo para luchar por sus sueños, a pesar del alto precio que pagó.

En su juventud, Radek Jelinek vio cómo sus sueños estaban limitados en la Cortina de Hierro. Sin embargo, no se conformó, se rebeló, aprovechó el conocimiento que había adquirido y cruzó la frontera hacia un universo de oportunidades. “Estoy aprendiendo muchas cosas y, especialmente, estoy haciendo lo que siempre quise hacer”, dice.

Atrapado en el limitado mundo comunista de la Checoslovaquia de los años 80, Radek Jelinek parecía ser una de tantas personas que nacieron estrelladas. Él, sin embargo, salió de esa cómoda zona de confort y se atrevió a luchar por sus sueños. Hoy vive feliz porque descubrió que en realidad nació con estrella, una muy brillante..