Hasta hace unos años, no demasiados, las únicas personas que podían considerar la posibilidad de tener un negocio propio eran los empresarios. Es decir, aquellos que ya poseían los recursos necesarios para implementarlo y ponerle en marcha. Eran, por supuesto, una inmensa minoría, unos pocos privilegiados, la excepción de la regla.

Porque la regla era que los demás teníamos que someternos a trabajar para ellos, de la misma forma en que lo hicieron nuestros padres, y los padres de nuestros padres, y así sucesivamente. Pero, afortunadamente, cambia, todo cambia. Y más desde que la tecnología irrumpió en nuestras vidas y nos abrió un universo ilimitado de posibilidades.

De hecho, es cada vez mayor la tendencia a abandonar ese trabajo convencional, el de lunes a viernes, el de 9 de la mañana a 6 de la tarde, a cambio de un salario que no satisface tus necesidades. Y ni hablar de lo que haces, de los roles que desempeñas, de cómo te resignas a ver que tu vida se consume mientras tus sueños se diluyen.

Tener un negocio propio, entonces, se ha convertido en la prioridad de muchos en nuestros países latinoamericanos. La escasez de oportunidades, la creciente dificultad para conseguir un buen trabajo y, sobre todo, la inestabilidad laboral generaron un ambiente que ya muchos ven con recelo. Entonces, forzados por las circunstancias, se tiran al agua.

El problema es que algunos, la mayoría, no saben nadar y tampoco tienen un flotador. Por eso, tan pronto llegan a esos terrenos profundos en los que las dificultades los ponen contra la pared, se ahogan. Es, entonces, cuando escuchamos las voces de protestas, las quejas de que internet no es lo que les habían prometido, que no es una mina de oro.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Hay quienes creen que el éxito en los negocios es un juego de niños: se equivocan.

En esto último tienen razón: internet no es magia, no es una fórmula secreta, no es un libreto perfecto. Es, como dije, un universo ilimitado de posibilidades, siempre y cuando tengas el conocimiento necesario, la pasión requerida, la disciplina y la perseverancia para cumplir con las tareas. Y, algo muy importante: la estrategia y la capacidad de gestión.

El problema más común de los emprendedores es que creen ser dueños de la clave del éxito. Es lo que les han dicho en la red, el discurso con que les lavaron el cerebro. Diseñan el producto que, dicen, al mercado le va a encantar y publican en redes sociales. Luego, se sientan cómodamente a esperar que lluevan los billetes y se hagan millonarios.

Eso solo se ve en las películas, en las malas películas. La vida real es muy distinta. Un buen producto (¿Qué es un buen producto?) no sirve por sí mismo. Aunque tenga calidad, aunque su precio sea conveniente, aunque llame la atención del mercado. Si no es la solución adecuada al dolor que aqueja a esas personas, ese producto no sirve.


El éxito en los negocios no es fruto de un libreto, de copiar lo que otros han hecho.
Se trata, sobre todo, de encontrar tu propio camino, de hacer camino al andar. Eso
significa aprender, probar, errar, corregir, aprender más y volver a comenzar una y otra vez.


Tampoco sirve que te vendas como experto, gurú o coach. Si tus valores, si tu visión, si tus sueños no están alineados con los del mercado, jamás podrás establecer la conexión que se requiere. Y si no hay conexión, tampoco habrá confianza y credibilidad. Y sin estas dos características, amigo mío, si logras vender un solo producto será un milagro.

Los atajos, en el mundo de los negocios, son el peor de los caminos. Nunca sabes a dónde te llevarán, pero del algo sí puedes estar seguro: nunca llegarás a donde quieres estar, a ese lugar en el que están tus sueños y tu felicidad. El éxito en los negocios, dentro o fuera de internet, son fruto directo de tu trabajo, tus acciones, tus decisiones, tu conocimiento.

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Aprender, planificar, medir y corregir, tareas indispensables en la ruta al éxito.

El problema radica en que trabajo, acciones, decisiones y conocimiento son sinónimo de proceso, de sistema, de planificación, de tiempo y paciencia. Y son pocos, muy pocos, los que aceptan el reto. La mayoría, se sabe, escoge el primer atajo que encuentra el camino y se interna en un espeso bosque lleno de fieras salvajes que, claro, se lo devoran.

Cuando era joven y vivía en Colombia, tuve la gran fortuna de ver cómo mis padres y mis abuelos trabajaban por sus sueños. El esfuerzo, el sacrificio, el constante aprendizaje, el trabajo en equipo, los frecuentes fracasos y los esporádicos éxitos fueron algunas de las enseñanzas que me transmitieron y que después reforcé gracias a mis mentores.

Luego, mientras hacía camino al andar, aprendí que nada es fortuito en la vida. De hecho, aprendí que eso que la gente llama suerte, designios del destino o casualidad son producto de la actitud con que asumimos las oportunidades que la vida pone en nuestro camino. El destino te ayuda si trabajas, tienes buena suerte si te preparas… ¿Entiendes?


Yo puedo enseñarte qué he hecho y cómo lo he hecho para alcanzar mis sueños y
lograr el éxito en los negocios. Sin embargo, es posible, muy posible, que tú necesites
transitar un camino distinto. Puedo brindarte las herramientas, pero tú decides cómo usarlas.


Tener un negocio propio o un producto es, nada más, un paso. Si quieres que sea rentable, necesitas hacer marketing, marketing del bueno. ¿Sabes en qué consiste? A continuación, te comparto cinco tareas que realizo a diario en mi negocio y que me dan excelentes resultados. No son la panacea, pero quizás puedan ser útiles:

1) Traza objetivos: cada día, antes de salir de mi casa, trazo una hoja de ruta, es decir, defino a dónde quiero ir. Parece elemental, y de hecho lo es, y quizás por eso son muchos los emprendedores que omiten este trascendental paso. Antes de arrancar, define qué quieres hacer con tu negocio, a quién deseas servir, en cuánto tiempo lo harás.

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El éxito depende exclusivamente de tu trabajo, tu pasión, tus decisiones y acciones.

2) Define la ruta: hoy, herramientas como Waze nos facilitan la vida cuando conducimos nuestro vehículo en el infernal tráfico. Haz lo mismo en tu negocio: traza una ruta que te lleve a donde quieres, establece metas intermedias, determina si vas a hacer paradas (¿a cargar combustible?). Prende en Waze y garantiza que tu negocio no se frene en los tacos.

3) Establece la estrategia: el a dónde (objetivos) y el por dónde (ruta) no te llevarán a ninguna parte si no estableces el cómo (la estrategia). Al mercado, más que tu producto, le interesa saber cómo vas a solucionar ese dolor que lo aqueja, conocer cómo superaste tú esas dificultades que les impiden a esas personas avanzar en procura de sus sueños.

4) Mide y corrige: cuando lo pones a funcionar, Waze traza una ruta, la ruta ideal en ese momento. Sin embargo, a medida que avanzas puede haber correcciones, tomar algún desvío. Tu negocio es igual: si el camino que elegiste no funciona, establece por qué y corrige. Mide el alcance y los resultados de tus estrategias y tus acciones.

5) No te rindas: si caes, levántate; si te estrellas con un muro, da la vuelta y busca una salida; si fracasas, vuelve a intentarlo. Aprende de tus errores y apóyate en personas que recorrieron ese mismo camino y ya están en la meta. Asesórate de un mentor y trabaja cada día como si fuera el primero o el último. La única opción que no vale es rendirse.

Tener un negocio propio y alcanzar éxito y prosperidad en internet es posible. Pero, nunca lo olvides, no depende de internet: depende única y exclusivamente de ti. Aprende a gestionar tu negocio, a sacar el máximo provecho de los recursos y herramientas con que cuentas y no dejes de aprender algo cada día. No hay otro camino, no hay atajos.