Hollywood es la meca del cine, el reino de la fantasía. Eso lo sabemos todos. Es uno de esos lugares que nos gustaría visitar, al menos una vez en la vida y, sobre todo, tener la oportunidad de inmortalizar un recuerdo junto al Hollywood sign. ¿Sabes a qué me refiero? Al icónico cartel que está cerca de la cima del monte Lee, las montañas que circundan la bella ciudad de Los Ángeles.

La historia se remonta a casi 40 años antes de que el cartel fuera construido. En 1886, H.J. (Hobart Johnstone) Whitley, empresario y agente inmobiliario canadiense al que se le atribuye la fundación de al menos 100 municipios en Estados Unidos, adquirió un pequeño terreno. La zona comenzó a poblarse y en 1900 ya contaba con oficina de correos, un hotel, un periódico local y dos supermercados.

Fue en 1910 cuando entró a formar parte de Los Ángeles, por una decisión popular: sus habitantes votaron por la anexión con la urbe para garantizar el abastecimiento de agua y el servicio de alcantarillado. Por aquellos días, de manera insólita, estaba vigente una ley que prohibía los cines y por fuera de Los Ángeles, así como el expendio de bebidas alcohólicas en bares y hoteles.

La industria cinematográfica estaba concentrada en Nueva York y Nueva Jersey, en la costa oriental, con Thomas Alva Edison y los franceses Auguste y Louis Lumiere como pioneros y rivales. El monopolio ejercido por Edison generó el rechazo de otros productores en un episodio que se conoció como la guerra de las patentes, que provocó un gran cisma y cambió la historia.

La esencia del problema es que sus competidores acusaban a Alva de favorecerse de las normas de derechos de explotación de las producciones. Esa disputa derivó en que el estado de Nueva York endureció las normas y, principalmente, elevó las tasas (impuestos) que cobraba. Entonces, los disidentes armaron sus maletas, cruzaron el país y se instalaron en un nuevo destino: Hollywood.

The Centaur Co., de Nueva Jersey, fue la primera empresa que montó un estudio, Nestor Studio. Después, una tras otra, otras compañías siguieron sus pasos y poco a poco la mayoría de los productores llegó al sur de California atraídos por las bondades de un clima agradable y con un atractivo adicional: allí, los días son más largos gracias a que los rayos del sol brillan hasta más tarde.

El asentamiento de la industria del cine, por supuesto, aceleró el desarrollo de la zona. Fue, entonces, cuando apareció otra vez en escena H.J. Whitley, que creó el icónico cartel con un objetivo muy distinto al cine: para promover un proyecto inmobiliario que construía en aquellos cerros. Hollywoodland, se llamaba la urbanización, y su instalación se terminó el 13 de julio de 1923.

Cada una de las letras medía 15,2 metros de altura y estaban construidas en madera y chapa (láminas finas) y tenían incrustadas unas 4.000 bombillas que se prendían en las noches (fueron retiradas en 1949). El costo del letrero (21.000 dólares) fue financiado por Harry Chandler, director del diario Los Angeles Time. Originalmente, el cartel solo estaría allí durante un año.

El diseñador del icónico letrero fue Thomas Fisk Goff, propietario de Crescent Sign Company, la firma que fue contratada para su construcción. Cada letra estaba formada por placas de metal de unos 3 metros cuadrados unidas por alambres y sujetas por detrás con postes de madera. Con el tiempo, el letrero dejó de ser novedad y fue descuidado, al punto que las letras comenzaron a caerse a pedazos.

En 1949, las autoridades anunciaron el desmonte, lo que generó la reacción de los pobladores, que se opusieron a la iniciativa. Entonces, la Cámara de Comercio decidió renovarlo y fue cuando la palabra se acortó a Hollywood, como está hoy. La decisión se adoptó para que el letrero representara a todo el distrito y no solo a la urbanización que motivó su construcción.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El letrero original era parte de la estrategia de marketing para promocional un proyecto inmobiliario. Fue hace 98 años.


Cerca de cumplir 100 años desde que fue construido como parte de una campaña de marketing de una urbanización en las colinas de Los Ángeles, la historia del icónico letrero de Hollywood nos ofrece valiosas lecciones para la vida y los negocios. Origen, deterioro, conservación…


En 1973, cuando de nuevo estaba deteriorado, en vista de la popularidad y de que atraía a cientos de miles de turistas cada año, las autoridades de Los Ángeles lo declararon “monumento histórico y cultural” de la ciudad. Esta medida, sin embargo, solo fue pañitos de agua tibia y a finales de esa década, de nuevo, las letras presentaban un estado lamentable y fue necesaria otra remodelación.

Esta vez, se adoptó una solución innovadora: se subastaron las letras, a 28.000 dólares cada una. Algunos de los propietarios son el cantante Alice Cooper y el famoso Hugh Hefner, el fallecido editor de la revista Playboy, que se quedó con la ‘Y’. Una de las ‘O’ es propiedad de Warner Bros Records. Este nuevo cartel se levantó en acero y las letras quedaron de 13,7 metros de altura (por 107 de ancho total).

En 2010, un grupo de inversionistas de Chicago intentó hacerse con el terreno en el que está el letrero, con el fin de construir un complejo de cuatro mansiones de lujo. Eso provocó una oleada de solidaridad encabezada por actores famosos como Arnold Schwarzenegger, el director Steven Spieldberg y, de nuevo, Hugh Hefner, que donó los últimos 900.000 dólares para comprar el lugar.

Convertido en una popular atracción turística durante décadas, hoy es prácticamente imposible llegar al letrero, que está rodeado por una cerca y dotado con cámaras de vigilancia que instaló la Policía. Solo es posible acceder a un mirador, que se encuentra detrás de las letras, a través de un paquete turístico que vende Hollywood Sign Trust, una entidad sin ánimo de lucro que lo cuida y conserva.

A estas alturas, supongo, me dirás que “muy interesante la historia”, pero no le encuentras conexión con el marketing y los negocios. Acá te relaciono ocho lecciones que puedes aprender:

1.- El marketing es impredecible. Los creadores del letrero solo querían vender una urbanización y lejos estaban de imaginar la trascendencia de su obra. Igual ocurre en los negocios (y en la vida): no puedes saber qué va a ocurrir con lo que creaste, porque solo el mercado dice la última palabra

2.- Aprovecha las crisis. De no haber mediado la guerra de las patentes en la costa oriental, quizás la industria del cine jamás habría emigrado al otro extremo del país. Esa circunstancia, un lío de grandes dimensiones, fue un antes y un después, una crisis que se volvió en una oportunidad

3.- Encuentra tu lugar en el mercado. En el sur de California, los productores de cine y televisión encontraron el ambiente propicio para desarrollar su industria y hacer de ella en un negocio multimillonario. Comenzar de cero no está mal si encuentras el lugar adecuado en el mercado

4.- Cuida tu producto. Por bueno que sea, cualquier producto o servicio que crees correrá el riesgo de perderse y desaparecer si no lo cuidas, si no lo renuevas, si no lo adecúas a las exigencias del paso del tiempo. La evolución es una premisa de la inexorable dinámica de cambio de la vida

5.- El posicionamiento. El letrero habría desaparecido pronto de no haber sido por los creativos de las industrias del cine y la televisión, que lo mostraron una y mil veces en sus series y películas. Así, no solo se conoció en todo el mundo, sino que se convirtió en un ícono de la ciudad de Los Ángeles

6.- El poder de la empatía. El letrero nada tenía que ver con la industria del cine o con el turismo, pero por la identificación, por la empatía y por el poder del mensaje repetido una y otra vez se convirtió en un ícono. Millones de personas viajaron hasta allí solo para tomarse una fotografía

7.- Siempre habrá dificultades. Por genial que sea tu creación, nunca estarás exento de problemas y tropiezos. Siempre surgirán enemigos gratuitos y siempre habrá alguien que se sienta afectado por lo que haces. Mantente firme a tu propósito, no te rindas y tarde o temprano saldrás airoso

8.- El poder de las alianzas. El icónico cartel existe hoy gracias al compromiso y la generosidad de personas ligadas a la parafernalia de Hollywood, que salieron al rescate en los momentos en que la historia parecía llegar a su fin. Siempre requieres el aporte de otros para avanzar, para perdurar


Contenido relacionado:
Si tu vida cambia de un momento a otro, ¡que sea para bien!
Larry King: lecciones del poder de lo simple y auténtico
Lo que nos enseña Oprah Winfrey para alcanzar el éxito