El año se echó a rodar y es tiempo de dejar atrás el modo vacaciones y asumir el modo cumplir los retos, el modo alcanzar las metas y el modo transformar mi vida. Aunque disfruté de estas fiestas al lado de mis hijas, seres queridos y amigos, no hubo un receso. Es decir, en ningún momento dejé de lado mis responsabilidades, porque mis sueños tampoco dan espera.

Una de las razones por las cuales nos cuesta tanto alcanzar lo que deseamos es que somos muy dados a encontrar la excusa perfecta para aplazar. La famosa y temible procrastinación, ese vicio de dejar todo para después, para más tarde. Y después, y más tarde se nos pasa el tiempo, se nos va la vida y no hacemos nada. Lo peor es que nos preguntamos ¿qué pasó?, como si no supiéramos.

Este es un problema que se manifiesta de manera particular en la vida de los emprendedores, porque en muchas ocasiones nos vemos superados por el ritmo de trabajo, por la abrumadora cantidad de tareas que debemos realizar. Y si a esto el sumamos que los resultados quizás no son los esperados, entonces, no es difícil perder la motivación y caer en manos de la procrastinación.

En virtud de la experiencia reunida a lo largo de más de veinte años en el mercado y fruto también de mis vivencias con clientes a los que tengo el privilegio de acompañar en este apasionante proceso de transformar sus vidas, sé cuál es la raíz del problema. ¿Falta de recursos? ¡No! ¿Falta de herramientas? ¡No! ¿Falta de esfuerzo y trabajo? ¡No! ¿Falta de oportunidades? ¡No!

Si no es alguna de las opciones anteriores, entonces, ¿cuál es? Elemental, mi querido Watson, diría el popular investigador privado Sherlock Holmes: la falta de capacitación, de estudio especializado y enfocado específicamente en aquellos que puedes ofrecerle al mercado. ¡Ese es el problema! Sé que muchos reaccionarán y dirán que no es así, pero estoy seguro de que después me darán la razón.

Durante las recientes celebraciones de diciembre, me reuní con un grupo de amigos y aproveché para realizar un ejercicio simple y aleccionador. ¿Qué hice? Les formulé una pregunta: ¿cuál es tu propósito más importante para 2019? Estábamos doce adultos activos laboralmente, alguno como empleados y otros, como emprendedores, y no te imaginas lo diversas que fueron sus respuestas.

Viajar, comprar un nuevo vehículo, conseguir un ascenso, cambiar de trabajo y bajar de peso fueron las respuestas más frecuentes. Sin embargo, la única relacionada con mejorar su estatus laboral fue “aprender otro idioma”. Entonces, hice otra pregunta: ¿Y a ninguno le interesa obtener mejores resultados en su trabajo (o negocio) para poder cumplir, por fin, viejos sueños?

Por supuesto, la respuesta fue un SÍ unánime que desnudó el problema. ¿Cuál problema? Todos queremos ganar más dinero, vender más en nuestro negocio, obtener mayores ganancias y darnos el estilo de vida que nos permita disfrutar de placeres y beneficios. Pero, pocos sabemos con certeza qué es lo que debemos hacer para cumplir de una vez por todas con esos propósitos.

Tras ese rotundo sí, procedí a formular otra pregunta: ¿a ninguno de ustedes le interesa aprender más, actualizarse y adquirir los conocimientos y habilidades para hacer que las metas dejen de ser sueños y se conviertan en realidad? Todos, absolutamente todos, dijeron otra vez sí, acompañado de algún condicional: “es que no queda tiempo”, “ahora no tengo el dinero”, “quizás más adelante”

Algo que los emprendedores debemos aprender es que el ayer no existe, porque ya fue y no lo podemos modificar. Y el mañana todavía no llegó, así que no podemos saber qué nos deparará. Eso significa que lo único de que disponemos es del presente, del hoy. Y hoy, en los negocios y en cualquier otra actividad de la vida, la base del éxito es la formación continua, el aprendizaje diario.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La formación continua es la herramienta más poderosa para transformar tu vida.


La educación de calidad es un gran diferencial si está secundada por la adecuada acción. La formación continua debería ser una prioridad en tu vida, pero la realidad nos muestra que es tan solo una opción marginal. Si no te capacitas, si no desarrollas nuevas habilidades, lo único que lograrás será estancarte.


Es curioso que todos los años, por esta época, los seres humanos hacemos un borrón y cuenta nueva y formulamos los propósitos que queremos cumplir en el año que comienza. Doce meses más tarde, cuando hacemos un balance, nos damos cuenta de que nos quedamos cortos, muy cortos. Lo más probable es que ni siquiera hayamos cumplido uno de aquellos deseos.

A veces es cuestión de voluntad, de disposición, de asumir con seriedad ese propósito. Es decir, tomar la decisión y emprender las acciones necesarias para hacerlo realidad. Nos dejamos llevar por el frenético ritmo del día a día y, cuando nos damos cuenta, ya estamos otra vez en diciembre y no hicimos nada. La verdad, sin embargo, es que no sabemos cómo conseguir el resultado esperado.

Si eres emprendedor, estoy seguro de que tus propósitos fueron “conseguir más y mejores clientes”, “duplicar mis ingresos anuales”, “superar a la competencia y posicionarme como el número uno del mercado” y otros por el estilo. El problema surge cuando hay que comenzar el camino hacia esas metas que nos fijamos, porque es el momento en que nos equivocamos.

Sí, porque pensamos en nuevas herramientas o en más recursos, pero casi nunca aceptamos que lo que en realidad necesitamos es mayor formación, una formación de calidad. En el mundo del siglo XXI, la capacitación continua es la mejor herramienta, el recurso más útil, para alcanzar lo que deseamos. Lo demás es lo demás: sirve, pero no basta. La premisa: educación más acción.

El ámbito de los negocios, y más en internet, cambia con frecuencia. Eso nos obliga no solo a estar actualizados, sino también a adquirir más conocimiento especializado y a desarrollar habilidades que nos permitan enfrentar los nuevos retos. Sin embargo, cuando comienza el año, prácticamente nadie se fija la capacitación como un propósito, cuando en verdad debería ser una prioridad.

Este 2019 lo comencé con grandes ilusiones y responsabilidades, y también con un reto que me apasiona y me enriquece espiritual y académicamente: Círculo Interno, un grupo élite de emprendedores creado justamente para llenar ese vacío de formación de calidad. Comenzamos hace algo más de dos meses y no te imaginas cuánto he aprendido de estas valiosas personas.

Lo que más me entusiasma es el compromiso de cada una de las personas del Círculo, que han entendido la necesidad y, sobre todo, los beneficios de invertir en sí mismos, de capacitarse y de compartir su conocimiento y experiencia con otros. El gran ganador soy yo, que aprendo de la fuente, de las vivencias de estos emprendedores decididos a transformar y mejorar su vida.

No soy quién para decirte qué debes hacer o cuáles deben ser tus propósitos para el nuevo año. Lo que sí puedo decirte, producto de mi experiencia y de mi condición de referente del mercado hispano, es que no puedes aspirar a nada mejor en tu trabajo, en tu negocio o en tu vida si tu prioridad no es la formación continua. Primero la educación, después la acción decidida y efectiva.

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