Hace unos pocos días, cuando caían las últimas hojas de septiembre y apreciábamos las primeras de octubre, un experto inversionista de la Bolsa de Valores de Nueva York alertó al mundo. Recordó que en este mes, el décimo del año, se han producido los mayores colapsos de la historia, los que mayores y más trágicas consecuencias arrojaron para la humanidad.

En 1929, el jueves 24 de octubre comenzó la caída de la Bolsa de Nueva York, que pocos días más tarde derivó en el episodio conocido como Crack del 29 que fue el origen de la Gran Depresión, seguramente la peor crisis económica de la historia. Esta última se prolongó a lo largo de la década de los años 30 y, de manera indirecta, fue uno de los detonantes de la II Guerra Mundial.

En 1973, el 16 de octubre el ajedrez geopolítico internacional se agitó a niveles sin precedentes. Como represalia a quienes apoyaron a Israel en la Guerra de Yom Kipur (Israel contra Siria y Egipto), la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo, más Egipto, Siria y Túnez, decidió no exportar más petróleo a esos países. El mundo entero lo pagó caro.

En 1987, mientras, se vivió el lunes negro. Fue el 19 de octubre, día en el que la mayoría de los mercados bursátiles del mundo colapsaron simultáneamente. El efecto dominó comenzó en Hong Kong y pronto se propagó al mundo occidental, primero a Europa y luego a Estados Unidos. Fue una crisis global que afectó el precio de las acciones y la economía por doquier.

Esta vez, si bien las bolsas de valores no colapsaron aún, sí hubo un gran remezón mundial. Esta vez, por cuenta de las redes sociales, las benditas redes sociales que para muchos son algo así como la columna vertebral de su vida. En momentos de dificultad e incertidumbre originados por la pandemia, cuando la economía aún no se levanta del golpe, llega otro colapso.

Desde poco antes del mediodía, los usuarios de Facebook, Instagram y WhatsApp reportaron la caída del servicio. En los últimos meses hubo otros, pero no de esta magnitud: el de este lunes 4 de octubre (sí, octubre), fue de alcance global y duró al menos 7 horas (una eternidad para algunos). Cuando el servicio se restableció, lo hizo con intermitencias y funciones que no servían.

El problema es que este problema (perdón por la redundancia) se presenta cada vez con mayor frecuencia y cada vez con mayor incidencia. El problema es que este problema se presenta en momentos en los que, después de muchos vaivenes, miles de personas, empresas y negocios deciden dar el paso del ámbito físico al digital, visto como la tabla de salvación.

Desde hace varios años, tanto en los múltiples eventos que organicé como en las sesiones del Círculo Interno (mi comunidad privada de emprendedores) y en sesiones uno a uno o grupales, he insistido en el tema. Sin embargo, casi nadie presta atención, casi nadie hace caso. ¿A qué me refiero? A que los pilares sobre los que se soporta tu negocio no pueden ser las RR SS.

El problema es que en épocas de teletrabajo, de reuniones virtuales y de mensajería instantánea un colapso como este genera enormes traumatismos. El daño de esta caída, por supuesto, jamás será establecido, pero lo cierto es que sí podemos aprender algunas valiosas lecciones que nos permitan entender el fondo del asunto y, sobre todo, evitar sus consecuencias.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Mientras algunas redes sociales se ahogaban en un inesperado colapso, el email disfrutaba de sus poderes.


El colapso mundial de las redes sociales (Facebook, Instagram y WhatsApp) puso en vilo a millones de personas, empresas y emprendedores de todo el mundo. Y confirmó que mi viejo y fiel amigo, el correo electrónico, sigue siendo no solo la herramienta más poderosa, sino también la más confiable.


1.- Internet no es perfecto.
Nada, absolutamente nada en este mundo, es perfecto. Y no lo es simplemente porque es creación del ser humano, que no es perfecto. Siempre habrá retos y dificultades. Eso significa que tenemos que prepararnos para estos eventos, contar con un back-up local, con otras aplicaciones, hacer uso de otras herramientas. Además, ¡no es el fin del mundo!

2.- Las RR SS no son la panacea.
Como tampoco lo es internet en el mundo del marketing y los negocios. La principal razón, tal y como quedó demostrado con este último colapso, es que no depende de ti, están lejos de tu control, pero lo que suceda con ellas sí te afecta. Y afecta tu negocio si dependes exclusivamente de ellas para vender, para comunicarte con tus clientes, con tu equipo.

3.- Si no tienes el control, no tienes nada.
Esta, créeme, es la dura realidad. La clave del éxito en los negocios, dentro o fuera de internet, radica en poseer el control de tus acciones. Solo así podrás predecir los resultados y hacer el necesario seguimiento. Apaláncate en las redes sociales, porque son útiles, pero no dependas de ellas exclusivamente: crea, cultiva y fortalece otras propiedades digitales que sean tuyas.

Si bien a mí también me afectó, porque utilizo Facebook e Instagram y, en especial, porque uno de los canales a través de los que me comunico con mis clientes es WhatsApp, este colapso no me generó algún drama. Lo que era de urgencia lo tramité con una simple llamada telefónica (sí, todavía es útil esta tecnología del siglo pasado) o con Telegram.

Sin embargo, y a pesar de que durante el transcurso de la tarde se reportaron algunas fallas en los servicios de TikTok, Twitter o Gmail, no las sentí, no me afectaron. Mis labores continuaron como si nada, incluida la comunicación con mis clientes. ¿Cómo lo hice? Gracias a lo que mi buen amigo Rodrigo Chicharro llama el soberano digital. ¿Sabes cuál es? El correo electrónico.

Sí, el dinosaurio digital que surgió antes que el propio internet, el mismo al que le han hecho tantos velorios y entierros, pero sigue vivito y coleando, más fuerte que nunca. Para quienes hacemos marketing de respuesta directa, es la herramienta más poderosa, la única en verdad indispensable. Y, aunque depende del funcionamiento de internet, casi nunca falla.

En los últimos meses, en los que a mis actividades públicas como webinarios o congresos virtuales han llegado nuevos usuarios, con poca educación acerca del mundo digital, varios me han reconocido que no utilizan el correo electrónico en sus estrategias. Dependen de las redes sociales, exclusivamente. ¿Lo peor? Me ven como a un cavernícola cuando hablo de email marketing.

Y sí, quizás lo sea, quizás sea una especie en vías de extinción. Sin embargo, episodios como el que vivimos este lunes 4 de octubre de 2021, que quedará marcado en la historia como el lunes negro de Fabebook, Instagram y WhatsApp, reafirman mi confianza en esta poderosa y fiel herramienta. No reniego de las redes sociales, pero de ninguna manera dependo de ellas.

El tesoro de mi negocio, lo he mencionado infinidad de veces y seguro lo escuchaste, está en las listas de correo electrónico que he construido a lo largo de casi 25 años en el mercado. Esas bases de datos y, por supuesto, mi buen amigo el correo electrónico, que me permite estar en contacto con mis clientes mientras otros sufren las consecuencias de un colapso ajeno.

No dejaré de repetirlo (así me torne cansón), porque los hechos no dejan de darme la razón: si no utilizas el email marketing dentro de tus estrategias, estás condenado a desaparecer tarde o temprano. ¿Por qué? Porque serás invisible para el mercado, para tus clientes; porque será difícil que tu mensaje llegue a las personas adecuadas, a las que en verdad puedes ayudar.

Es probable que se te antoje cruel, pero a lo largo del día, con Facebook, Instagram y WhatsApp caídos a nivel global, y millones de personas y negocios al borde de un ataque de nervios, sentí un gran fresco. Y me imaginé a mi fiel y buen amigo el correo electrónico descansando plácidamente en una playa, mientras tomaba una piña colada. ¡Qué ironía!


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