Una de las situaciones que me provoca asombro por estos días es cómo la tecnología, en especial las redes sociales, está conectada a la vida de los más jóvenes. Más que una obsesión, es como si les fuera imposible concebir la vida sin los dispositivos móviles y sin las redes sociales. Ese es su mundo, donde se sienten cómodos, donde desarrollan relaciones, donde pueden ser ellos mismos.

Que vienen con el chip digital incorporado, nos dicen, y quizás sea cierto. Para ellos, todo esto de la revolución tecnológica, que tanto trabajo nos costó a los de las generaciones anteriores a la de los mileniales, es algo natural. De hecho, no es una revolución: es algo natural. No necesitan aprender, porque ya vienen aprendidos: los dispositivos son parte esencial de su vida.

Está bien, es parte de la evolución natural del mundo, de la humanidad. Yo soy un abanderado de la tecnología y no se me olvida que fui un pionero del internet. Sin embargo, mi vida es mucho más que la tecnología y que los dispositivos: doy mucho valor a las relaciones entre seres humanos, disfruto mucho de un rato con los amigos, de tomar un café, de ir de fiesta y bailar.

De hecho, he tenido el privilegio de vivir y trabajar antes de la llamada revolución digital, luego adaptarme a ella y sacar provecho de sus ventajas. Por eso, tengo la autoridad para hablar de este fenómeno sobre el que hay tantas versiones acomodadas o, simplemente, mentirosas. Por ejemplo, que internet va a acabar con el cine, con la televisión, con la música análoga, en fin.

Cuando surgió Youtube, nos dijeron que iba a acabar con la televisión. Sin embargo, sabemos que no es cierto: este medio tradicional está en crisis, pero no por la aparición del canal de videos en la red, sino por su desconexión con el público, por su incapacidad para satisfacer los deseos de las nuevas audiencias, por la cada vez más pobre calidad de sus contenidos. Es la TV, no Youtube.

De la misma manera, nos dijeron que Netflix, que cada día adquiere más fuerza, iba a acabar con e cine. Soy un apasionado de este canal de películas y series, lo mismo que mis hijas. Sin embargo, sé que el cine tradicional no pierde su encanto: la experiencia de que se apague la luz y empiecen las emociones y las historias sigue siendo fascinante, y la atención en esos lugares ha mejorado.

Otro ejemplo pertinente es el de los libros de papel. Cuando surgió Kindle, en medio de gran ruido mediático, también tramitaron el acta de defunción del viejo y querido libro físico. Sin embargo, los estudios nos demuestran que este resurge de sus cenizas, que las nuevas generaciones disfrutan de la lectura en este medio. Con en el caso de la televisión, el tema es de calidad y contenido.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El email es la más antigua y poderosa herramienta de marketing y se complementa con las redes sociales.


Por más poderosas que sean, por más rápido que sea su avance, las redes sociales no sustituyen al email. Nunca podrán hacerlo porque son herramientas distintas que nos ofrecen opciones y resultados disímiles. No te distraigas en esa discusión, que no tiene sentido: más bien, enfócate en aprovechar las características de cada una y entiende que no son rivales, sino complementarias.


Otro viejo amigo al que le han hecho más de un funeral, pero luego resurge con más fuerza y funciones más poderosas, es el email marketing. Si eres asiduo lector de este blog o de mis otros canales digitales, sabrás que soy defensor a ultranza de esta herramienta. Fue la primera que conocí cuando empecé a hacer negocios por internet, hace más de 20 años, y aún me acompaña.

¿Sabes qué es lo que más me gusta de este poderoso recurso? Su capacidad de renovarse, de transformarse, de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. ¿Y lo mejor? Sin perder su esencia. Un reciente estudio de audiencias, realizado en México, indica que gestionar el correo electrónico es la segunda actividad más frecuente que hacen los usuarios de internet.

¿Cuál es la primera? Consultar sus redes sociales. Como te dije al comienzo, las redes sociales son parte fundamental de la vida de las nuevas generaciones, de ahí que este dato no sea extraño. ¿Sabes qué me gustó mucho? Que el email sigue siendo tan poderoso que, inclusive, supera una de las tendencias más promocionadas: la mensajería instantánea (Whatsapp, Messenger y demás).

El email es sencillo, amigable, fácil de gestionar: lo puede hacer un niño o también, un adulto mayor que no tenga chip digital. Por la competencia, los proveedores de cuentas de correo electrónico se han esforzado en mejorar sus funciones y, sobre todo, en hacerlas más cómodas, más intuitivas. Además, el email es tu puerta de entrada a muchas actividades digitales.

¿Cómo así? Para comprar, para registrarte en Facebook, Twitter, Instagram o cualquier otra red social o para utilizar las aplicaciones de tu banco o de la cuenta para escuchar música en línea el dato imprescindible es el correo electrónico. Es posible que te soliciten otros datos, como el número de la tarjeta de crédito, por si realizas compras, pero el único que no falta es el correo.

¿Por qué te digo todo esto? Porque no pasa un día en el que encuentre un emprendedor digital que esté convencido de que las redes sociales lo harán millonario de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos. Son personas que caen en las redes de los tristemente célebres vendehumo que pululan en internet a la caza de ingenuos que se dejan quitar el dinero sin oponer resistencia.

Lo que debes aprender es que el email y las redes sociales no son rivales, sino herramientas que se complementan para fortalecer tus estrategias de marketing, para brindarte más posibilidades. En el actual escenario digital, no puede prescindir de ninguna de las opciones: necesitas las dos. Por eso, en vez de creer en esas versiones fatalistas enfócate en aprovechar estos poderosos recursos.