¿Eres de los que creen que las redes sociales son la panacea y que todo lo que se publica allí está escrito sobre piedra? Bueno, si eres uno de esos, tengo malas noticias para ti. Un reciente estudio llevado a cabo por la prestigiosa agencia de medios estadounidense UM, con sede en Nueva York, estableció que el nivel de desconfianza de los internautas en las redes sociales es del 92 %.

¡Sí, leíste bien!: solo uno de cada diez usuarios de las redes sociales da crédito a lo que allí se publica. Sin embargo, todos los días nos dicen que las tendencias en estos canales marcan la vida de las personas en todo el mundo, que deciden elecciones presidenciales, que encumbran a las empresas, que fijan comportamientos y que nadie puede vivir si no está conectado a ellos.

¡Mentiras, puras mentiras! ¡Terrorismo sicológico barato! De hecho, el estudio de UM nos ofrece otra cifra más que interesante, divertida: la credibilidad de los usuarios, que como se dijo es mínima, se diluye aún más, hasta el 4 %, cuando entran en juego los famosos influenciadores. Sí, esos mismos que nos quieren vender como la solución ideal, como la llave maestra del marketing.

Una de las conclusiones interesantes es que las entidades oficiales, las desprestigiadas oficinas gubernamentales, tienen mayor credibilidad que los influenciadores: el 12 por ciento de quienes habitualmente consultan las redes sociales creen en ellas. Y si hablamos de lo que los medios de comunicación postean en sus redes, el balance es para que, cuando menos, se sonrojen.

En efecto, los usuarios de las redes sociales creen que el 48 por ciento de lo que los medios de comunicación publican allí es mentira (fake news). Esa realidad nos envía un mensaje poderoso: más que un problema del modelo de negocio (que sí existe y no se puede desconocer), el mal de los medios en esta era de la revolución digital está relacionado con la confianza y la credibilidad.

Y ya sabemos que en internet mientras no haya confianza y credibilidad no puede haber una relación con la audiencia (con tus clientes). Y mientras no haya una relación con tus clientes no hay ventas. Y mientras no haya ventas no hay negocio. Fin. Sin embargo, el estudio refleja un problema grave: el 47 % confiesa que es influenciado por los mensajes compartidos en la red.

¡Woooowwww! No solo queda claro que hay una desconexión total entre quienes publican información y la web y ese al que ellos llaman su público objetivo, sino que para colmo los mensajes que emiten influyen en otros. No cabe duda de que se trata de un problema del que hoy solo vemos la punta del iceberg, pero cuyas consecuencias, seguramente nefastas, desconocemos.

Otra de las revelaciones preocupantes para quienes han distorsionado el valor de internet y de sus poderosas herramientas, como son las redes sociales, es que menos de la mitad de los internautas, el 47 por ciento, cree menos en los expertos digitales y en las instituciones. Y solo el 42 % da algún crédito a las opiniones que expresan los blogueros y vloggers sobre productos o servicios.


Fake news2

La credibilidad de lo que se publica en redes sociales está en caída libre.


La prestigiosa agencia de medios UM (Nueva York, Londres, Singapur) presentó un interesante estudio que da cuenta de una realidad que no podemos ocultar: los usuarios desconfían cada vez más de lo que hay en redes sociales, al punto que solo el 4 % cree en los influenciadores y que el 48 % asegura que lo que publican allí los medios de comunicación son ‘fake news’. Auch…


¿Eso qué significa? Que a diferencia de lo que algunos creen, el usuario de internet no traga entero. Lo que no se entiende es que seis de cada diez internautas admiten que las redes sociales son parte integral de sus vidas, que les dan mucha importancia. Muchos, inclusive, piensan que estas plataformas son convenientes porque promueven un sentido de pertenencia.

No puedo ocultar que me sorprendieron los resultados de este estudio, en especial porque confirmaron mis peores sospechas. Cada día compruebo que internet es más un repositorio de odios, de intolerancia, de distintas formas de violencia y de manifestaciones de mala educación que un increíble medio que hace más de dos décadas llegó a nuestras vidas para transformarlas.

Sin embargo, porque así me lo ha enseñado la vida, creo que en estas situaciones negativas, en las que el panorama se antoja gris oscuro, siempre es posible obtener algo bueno. ¿Eso qué quiere decir? Que siempre hay una oportunidad para aquellos que hacemos un buen uso de internet, para los que actuamos de acuerdo con nuestros valores y principios, los que obramos con honestidad.

Si tú eres uno de estos, me alegro de que estés de mi lado y te felicito porque son buenas noticias. De hecho, Liz Haas, jefe de inteligencia del cliente de UM para la Europa, África y el Oriente Medio (EMEA), afirma que “la confianza es la nueva moneda de cambio de internet y las marcas capaces de demostrar que son transparentes y responsables son las mejor situadas para triunfar”.

Lo he expresado otras veces, muchas veces, pero al parecer el mensaje no cala: el mejor negocio del mundo no es aquel que acredita multimillonarias ganancias, sino el que está diseñado, implementado y ejecutado específicamente para dar solución al problema (dolor) que aqueja al mercado en el que quieres trabajar. En otras palabras, el mejor negocio del mundo es servir.

Para ello necesitas aprovechar tu talento, tu conocimiento y tu experiencia para que, conectados con tu pasión y apalancados en las herramientas poderosas que nos brinda internet, como las redes sociales, puedas transformar su vida y ayudar y enseñar a otros a transformar la suya. Esa, a mi modo de ver, es una oportunidad extraordinaria, fascinante, que tenemos al alcance de la mano.

En internet, nos guste o no, hay cabida para todo. Lamentablemente, hay mucho malo, demasiado negativo. Sin embargo, también hay mucho bueno y, sobre todo, espacio para mucho más que sea positivo. Depende de ti, de cada uno, el uso que le quieras dar a internet, a las redes sociales. Depende de ti, de cada uno, conquistar a esos usuarios que hoy desconfían de la red.