Debo confesar que, cada vez que veo un titular como esos o un aviso publicitario, me dan escalofríos. Un corrientazo recorre mi cuerpo, de arriba abajo, y me estremece. Y también siento pena ajena, porque la experiencia me ha enseñado, con creces, que ese NO es el camino. Siento pena porque personas valiosas, con sueños e ilusiones, caen una y otra vez en la misma trampa.
¿A qué me refiero? A tantas ofertas que prometen el oro y el Moro, la tierra prometida, la riqueza rápida o los “negocios rentables que puedes comenzar desde con poco dinero”. No podría decirte que son mentiras absolutas, pero sí medias verdades (y medias mentiras, también). Porque la mayor parte de quienes muerden el anzuelo al cabo de uno o dos años engrosan las estadísticas.
¿Cuáles? Aquellas de los negocios que fueron flor de un día, sueños que se derrumbaron de manera estrepitosa, recursos que se escaparon rápidamente como el agua entre las manos. Y lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que no es un fenómeno reciente. Hace ya más de una década, cuando menos, dentro y fuera de internet, pululan estos señuelos, carnadas muy atractivas:
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Y los peces caen, tristemente. Uno tras otro, caen en las redes de estos vendehúmo, que por supuesto desaparecen tan pronto han conseguido lo único que les interesa: tu dinero. Quizás conoces a alguien que le funcionó, pero es la excepción que confirma la regla. Repito: ese NO es el camino. Se trata de un atajo, riesgoso e incierto, en el que se extinguen los sueños de muchos.
Cuando tomé el camino de investigar acerca de internet, de conocer acerca de esa disruptiva tecnología que nos cambió la vida por allá a mediados de los 90, nadie soñaba con ser emprendedor. De hecho, era una opción mal vista: “Eso es para los vagos”, escuché decir muchas veces. “Busque un trabajo serio”, me aconsejaron otros. Sin embargo, pudo más mi terquedad.
Algo dentro de mí, una fuerza poderosa, una voz insistente, me decía que debía intentarlo. Por fortuna, seguí mis instintos, le hice caso al corazón y hoy, 25 años más tarde, soy un emprendedor feliz. He tenido el privilegio de construir la vida que anhelé, soy dueño de mi destino y además he podido guiar a miles de personas que han confiado en mí, en mi conocimiento y experiencias.
Hoy, muchos de ellos también son emprendedores felices, algunos han ganado mucho dinero y lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Han ayudado a cambiar vidas, a transformar negocios para bien, a cumplir sueños. Una poderosa cadena que no termina, que no se detiene. Somos afortunados de no haber caído en la tentación de tomar el atajo de los “negocios rentables sin tener dinero”.
Entiendo perfectamente que sueno a aguafiestas, que algunos pensarán que tengo temor de que haya otros que alcancen el éxito y dañen mi negocio, pero esa no es la realidad. Cuando comencé, fuimos muy pocos los que nos atrevimos a dar ese paso, nos tocó muy duro y gracias a Dios y al trabajo que realizamos, al conocimiento que atesoramos, pudimos salir adelante y mantenernos.
Muchos de aquellos que comenzaron en esa época se perdieron en el camino, sus sueños se esfumaron, lo mismo que sus recursos. El único resultado que alcanzaron fue la frustración. Y se quedaron, además, con el sinsabor de sentirse perdedores, fracasados (porque así los tildaron los de su entorno, aquellos que nunca creyeron en sus sueños, los que jamás se han atrevido).
Con todo respeto, y con la autoridad que me confiere el hecho de ser pionero y referente del mercado desde hace más de dos décadas, te digo que ese NO es el camino. Un atajo, cualquiera que sea el que elijas, nunca es el camino. Entre otras razones, porque detrás de esta situación lo que hay es una gran confusión, un terreno sinuoso que ha sido aprovechado por los vendehúmo.
¿A qué me refiero? A que NO es lo mismo crear un negocio y ser tu propio jefe, como pregonan aquellos, que ser un EMPRENDEDOR. NO es lo mismo, ¿lo sabías? Sí, ya sé que a muchos esto les sonará a herejía, pero es la realidad. Lo que sucede es que en Latinoamérica hay una creencia muy arraigada de llamar ‘emprendedor’ a cualquier persona que tiene un negocio propio (lo que sea).
La verdad es que esas personas son AUTOEMPLEADOS, no emprendedores. Con una arista: en muchos casos, la mayoría, ellos son ‘toda la empresa’. Acaso cuentan con la ayuda de algún asistente, pero ellos son los que hacen prácticamente todo. Algunos, con suerte, obtienen ingresos importantes, superiores a los que recibirían en un trabajo convencional, como empleados.
Otros, la mayoría, viven al día. Pagando cuentas o créditos bancarios. Lidiando con proveedores que acosan por los pagos, persiguiendo a los clientes que no abonaron sus deudas. En medio del estrés, sin una vida propia, sin poder disfrutar de la vida y de quienes los rodean, pasan cada día, todos los días. Mientras, su salud se consume y sus sueños emprendedores mueren lentamente.
Con el tiempo, se dan cuenta de que ese negocio que comenzaron no está conectado con sus dones y talentos, casi nunca con el conocimiento adquirido en la universidad o en trabajos del pasado: son su propio jefe, una forma de autoempleo. Y, para colmo, la mayoría de las veces el esfuerzo, el sacrificio, no se compensa con los millonarios réditos económicos que les prometieron.
Otra gran diferencia entre un AUTOEMPLEADO y un verdadero EMPRENDEDOR es el propósito de su negocio, de su actividad. Para aquel, el dinero lo es todo. Lo apuestan todo por el dinero y casi siempre pierden. Tristemente, es así. Un emprendedor, en cambio, a sabiendas de que necesita el dinero, prioriza el impacto positivo que puede generar en la vida de otros, en cómo ayudarlos.
No soy millonario, tengo todo lo que necesito y, los más importante, puedo darles a mis hijas lo que ellas requieren. Tengo salud, un techo que me protege y las comodidades que deseo. En ese sentido, soy ‘multimillonario’. Además, tengo una riqueza infinita, inagotable: amo lo que hago. O, si lo prefieres, hago lo que amo. Si volviera a nacer, no lo dudaría: sería un EMPRENDEDOR.
El origen del problema, la razón por la cual muchos sueñan con ser EMPRENDEDORES y terminan como AUTOEMPLEADOS es que se hacen la pregunta equivocada. El punto de partida no es, como pregonan los falsos gurús, ¿cuál es la idea de negocio de moda? La respuesta, si la encuentras, te llevará por un atajo y después de hacer camino al andar vieron que iban directo al precipicio.
Ahora, ¿quieres saber cuáles son las preguntas correctas de debes hacerte? Veamos:
1.- ¿En qué, que esté conectado con mis dones y talentos, soy bueno (mejor que el promedio)?
2.- Con mi conocimiento, experiencia y recursos actuales, ¿a quién puedo ayudar en este momento?
3.- ¿De qué manera puedo ayudar a otras personas con mi conocimiento y talentos?
4.- ¿Qué puedo ofrecer hoy que sea distinto de lo que ya está disponible en el mercado?
5.- Y, la más importante: ¿cómo puedo empaquetar mi conocimiento y venderlo?
No te aflijas si no tienes la respuesta, no en este momento. Te confieso que yo tardé un tiempo en encontrarla. Además, recuerda que tu vida no es una carrera, no es una competencia. Y algo más: sin importar cuál es tu situación actual, qué edad tienes, cuantas veces has fracasado o si ya lo intentaste y no funcionó, el mejor día para comenzar a construir tu nueva vida es HOY. ¡Sí, HOY!
No es dinero lo que necesitas para comenzar, no es descubrir el próximo objeto brillante del mercado lo que cambiará tu vida para bien. Si tienes conocimiento en un área específica y deseas compartirlo con otros, si acumulas experiencias valiosas, si tienes vocación de servicio, si de manera genuina quieres ayudar a otros y dejar un legado imborrable, vas por el camino correcto.
Es decir, tienes lo MÁS IMPORTANTE, lo que te hace único y diferente del resto. Lo que, si lo sabes aprovechar, te convertirá en la elección preferida del mercado. Podrás ayudar a otros, dejar huella en su vida y, sí, ganarás dinero. ¿Qué te falta? Quizás, conocimiento de marketing, del mercado; quizás, aprender a pensar como emprendedor y las estrategias para monetizar tu conocimiento.
Ahora que sabes que quizás vas por el camino correcto, ¿te gustaría saber cómo avanzar? Sin atajos, sin trampas. ¿Te gustaría descubrir el inmenso potencial que hay en ti y cómo explotarlo? Con bases sólidas, dominando los fundamentos para que puedas dar pasos certeros. ¿Aún está encendida en tu corazón la llama que alimenta tus sueños? Si me lo permites, te ayudaré a avivarla.
Te invito a ser parte de mi próximo evento virtual: FÓRMULA DIGITAL. ¿Qué es? Se trata de un entrenamiento gratuito, de tres sesiones, que se realizará del 25 al 27 de septiembre. La sesión de cada día durará dos horas (1:00 a 3:00 de la tarde, hora de Miami). Lo único que necesitas es un computador (o cualquier otro dispositivo) y una conexión a internet, además de la disposición de aprender.
Una promesa: te revelaré mis secretos (¡TODOS!), así como las estrategias que he usado con éxito por más de 25 años para posicionarme como experto y referente en el área del marketing y los negocios digitales. Por si esto fuera poco, te enseñaré el paso a paso para que empaquetes tus conocimientos y aprendas a monetizarlos mientras transformas la vida de otras personas.
En este ENLACE podrás consultar toda la información del evento. ¡Te espero!
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Me es importante descubrir si tengo algo que pueda vender, o bien una habilidad que pueda hacer para obtener algún beneficio material y ayudar a los demás