En Colombia, cuando se presenta esta situación, decimos que “a esa persona la bajaron del monte atraída con un espejo”. Es una frase peyorativa, con una alta carga despectiva, que se refiere a las personas de poca educación que se dejan deslumbrar por algún objeto brillante (como un espejo gracias al reflejo de sol o de la luz). Una frase muy antigua que, sin embargo, no pierde vigencia.

Cuentan las malas lenguas que la expresión se acuñó en la época de la colonización, por allá en la última década de los años 1400. En ese entonces, dicen los historiadores, los españoles atraían a los nativos con objetos brillantes como espejos, baratijas y oropeles, que los cambiaban por oro. ¡Sí, por oro! Para los pobladores del nuevo mundo, el precioso y valioso metal era la moneda de cambio.

Han pasado más de 500 años y, tristemente, hay muchos nativos de estos confines que todavía se dejan atraer por los objetos brillantes. Si bien no lo intercambian por oro, lo hacen por algo que, quizás, es más valioso: su tiempo y la oportunidad de aprendizaje. Porque, no sobra recordarlo, lo más valioso que posees es tu tiempo, que no solo es limitado, sino que nunca lo puedes recuperar.

Y las oportunidades de aprendizaje no son un botín menor. A veces, muchas veces, seguramente lo has vivido, dejas pasar alguna y no vuelve. Vendrán otras, pero esa que dejaste ir no regresa más. Y quizás esa era la buena. A todos nos ha ocurrido, como cuando le decimos no a una oferta de trabajo, cuando nos negamos a entablar una relación con una persona. Son decisiones.

Que, en esencia, no son buenas, ni malas. Después, con el tiempo, nos damos cuenta de si acertamos o, por el contrario, si nos equivocamos. Pero, claro, ya nada se puede hacer. El pasado no se puede cambiar y lo único que nos corresponde es aprender de esa situación para tratar de evitar que se repita. Porque, supongo que lo sabes, el arte de la vida está en no repetir los errores.

Desde siempre, desde que irrumpió en nuestra vida por allá a mediados de la década de los 90, que ya se antoja lejana en la memoria, internet se convirtió en un objeto brillante. Que ha deslumbrado a muchos, por ciento. Un escenario que, tristemente, es utilizado por muchos para sacar provecho propio en detrimento de las ilusiones y de los sueños de otros, de su necesidad.

De hecho, y te lo confieso sin rubor, yo fue uno de los primeros deslumbrados con el brillo de internet. Por allá en 1995, cuando conocí esta tecnología, me maravilló. Aunque era poco o nada lo que conocía de ella (porque era poco o nada lo que se sabía de ella), me atrapó de inmediato. Me dio una terrible corazonada, me imaginaba que se podían hacer cosas increíbles con ella.

Por supuesto, mi imaginación se quedó corta. Cuando me vine a los Estados Unidos a intentar aprender de internet, descubrí un universo que no cabía en mi mente. Era más, mucho más, de lo que podía imaginar. Y después, cuando la vida me llevó por los caminos del marketing digital, la experiencia fue muy superior, más enriquecedora. Lo mejor es que hoy sigue siendo igual.

Por eso, justamente por eso, porque he vivido en carne propia la transformación positiva que es posible gracias a internet, al estilo de vida de internet, que me da lástima (y no poca rabia) cuando veo que hay tantas personas que siguen cayendo en la trampa de los objetos brillantes. Que, valga recalcarlo, no son solo objetos. Son, especialmente, personas que fungen de salvadores, de gurús.

Son los que también conocemos como vendehúmo y, lamentablemente, internet está lleno de ellos. En especial, en tiempos en los que las condiciones del mercado laboral han traído al ecosistema digital a tantas personas que buscan un nuevo camino, una alternativa, una oportunidad. Este es un riesgo al que está expuesto cualquiera, inclusive quienes ya tienen experiencia en internet.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

En el ecosistema digital, no todo lo que brilla es oro. De hecho, hay mucha baratija…


Uno de los mayores riesgos a los que todos estamos sometidos en internet es al de los ‘objetos brillantes’. Lo primero que hay que entender es que en la web no todo lo que brilla es oro. De hecho, hay mucho cobre, mucha lata sin valor. Te revelo cuatro claves para no caer en la trampa.


¿Por qué? Porque los objetos brillantes son camaleónicos, es decir, saben camuflarse muy bien. Saben cuáles son los puntos débiles del mercado, aquellos donde hay dolor. Entonces, lo activan con bonitas combinaciones de frases persuasivas y muchas veces se salen con la suya. Luego, cuando han recolectado su botín, como por arte de magia desaparecen, se esfuman un tiempo.

Vuelven, algunos meses después, recargados y con otro objeto brillante. Y atrapan a los ingenuos, a los incautos y, en especial, a los ambiciosos. Sí, a aquellos que se dejan tentar por la riqueza exprés, convencidos de que se harán millonarios a la vuelta de unos cuantos clics. Sin embargo, al poco tiempo descubren que internet no es como jugar póker en el casino, tampoco es una lotería.

Estas son algunas estrategias que te ayudarán a reconocer los objetos brillantes y a evitar caer en sus manos:

1.- Los resultados.
Olvídate de los títulos académicos, de los cargos (en especial, de los pomposos), de las cifras de seguidores en redes sociales, del saldo de la cuenta bancaria o de las fotos que esas personas publican en internet. Que alguien haya alcanzado el éxito, que haya ganado dinero, no significa, de manera alguna, que tenga la capacidad de enseñarte a obtener esos resultados.

Enfócate en averiguar cómo lo hace, cómo lo hizo, para determinar si ese éxito está sustentado en un sistema susceptible de replicar (que tú puedas modelar en tu emprendimiento) o si, más bien, fue un simple golpe de suerte. Que se dan, créeme. Si tienes una mínima sospecha de que esos resultados que te exponen no son ciertos, aléjate de ahí. ¡Es mejor prevenir que lamentar!

2.- Los casos de éxito.
Por más conocimiento que posea una persona, por más experiencia que acredite una persona, por más buenas ideas que tenga una persona, no significa que sea alguien que pueda llevarte a alcanzar los resultados que esperas, alguien que te guíe a cumplir tus sueños. De hecho, solo es posible comprobarlo en la práctica, sobre el terreno. No hay otra opción.

Entonces, preocúpate más bien por establecer si esa persona en verdad ya tiene algún caso de éxito, un discípulo que pueda acreditar su conocimiento, metodología y, sobre todo, resultados (no te olvides de los resultados). La clave del éxito en internet, por si no lo sabías, está en las métricas, la medición de los resultados. Y no hay métrica más confiable que un caso de éxito.

3.- Los testimonios.
En marketing, en el mundo de los negocios, los testimonios genuinos valen oro. Por favor, no pases por alto lo importante: que sean genuinos. Porque en este aspecto, también, hay mucho vendehúmo, mucho objeto brillante. Una de las reglas que debes aprender para sobrevivir en internet es aquella de que no puedes creer todo lo que ves en la red.

¿Por qué? Porque, increíblemente, hay quienes se atreven a comprar testimonios convencidos de que así podrán ganarse el favor del mercado. Y quizás sí lo consigan, pero será algo temporal porque en internet nada es invisible, mucho menos una mentira. Entonces, asegúrate de establecer vínculos sólidos con tus clientes para que, en gratitud, te brinden sus testimonios.

4.- El acompañamiento.
Es la cereza del postre, que no puede faltar. La forma más rápida de conocer un objeto brillante es ver cuánto estaría dispuesto a hacer por ti a largo plazo. Una de las características distintivas de estas personas es que tan pronto reciben lo que desean (¡tu dinero, por supuesto!) te sueltan la mano. Es decir, te dejan solo justo cuando comienzan las dificultades.

Si una persona dice que puede ayudarte, pero no está dispuesta a acompañarte, ¡ten cuidado! Lo más probable es que te mienta. Las transformaciones no se dan de la noche a la mañana, así que los resultados solo se producirán a largo plazo. Y para que haya resultados necesitas el apoyo de alguien que ya recorrió el mismo camino, que ya está donde quieres estar. ¡Esa es la fórmula!

El síndrome del objeto brillante es una terrible enfermedad que acecha a quienes somos parte del ecosistema digital y nos dejamos descrestar por lo nuevo, por lo novedoso, por lo que nos produce fascinación. Créeme: es una trampa en la que es muy fácil caer y de la cual jamás se sale ileso. Por favor, sigue mis consejos, toma precauciones y cuídate de caer en manos de esta especie tóxica.


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