Lo que sucede hoy en tu vida no es tu destino, no es el final. Este es un aprendizaje especialmente valioso si tu situación actual es negativa, si pasas por una etapa en la que no estás bien, en la que las dificultades aparecen por doquier, en la que recibes golpes desde todos lados. Sin embargo, y esto es muy importante, lo que sucede hoy en tu vida determina tu futuro según lo que hagas.

Los seres humanos, prácticamente todos, vivimos atormentados por un pasado que no podemos cambiar y que se convierte en un lastre. Y, además, vivimos obsesionados por un futuro que no sabemos si llegará o cómo será. Ir de uno a otro extremo no solo es inútil, sino que así mismo nos impide disfrutar, valorar y aprovechar lo único que poseemos, lo mejor que tenemos: el hoy.

El pasado solo es valioso en la medida en que las experiencias vivida y el conocimiento acumulado nos sirvan para evitar repetir los errores y, sobre todo, para llevar a cabo el plan que hemos diseñado. También, para alcanzar los objetivos que te propones y, de manera especial, para cumplir con el propósito de tu vida, aquella razón por la cual llegaste a este atribulado mundo.

El futuro, mientras, es una referencia. Es un escenario imaginario en el que soñamos estar, un estado de desarrollo al que queremos llegar. El problema, porque siempre hay un problema, es que imaginamos un futuro perfecto, ideal, plácido, sin dificultades. Y eso, lo supondrás, no es real o posible. Y nos empeñamos en tratar de forzar la realidad, de crear ese futuro que anhelamos.

Por supuesto, tanto aferrarnos al pasado como ilusionarnos con futuro son una necedad. Y no es que todos los seres humanos seamos así, que hayamos nacido así. Se trata, principalmente, de un hábito adquirido, de un comportamiento modelado, de una información que nos grabaron en la mente y que nos hemos dado a la tarea de reforzar con nuestras acciones y decisiones.

Y esto último, las acciones y las decisiones, es el factor más importante. Es el único que en verdad marca las diferencias entre las personas, entre las que alcanzan sus metas y cumplen sus sueños y aquellas que se la pasan divagando, sin rumbo, entre el pasado y el futuro. Es la razón por la que algunos encontraron un verdadero sentido en lo que hacemos y otros, en cambio, no lo logran.

Siempre fui una persona proactiva e intuitiva, siempre perseguí mis sueños y, en especial, siempre fui contra la corriente. Estas características, sin duda, me llevaron por caminos apasionantes, aunque llenos de incertidumbre, y me permitieron adquirir el conocimiento y acceder a personas que marcaron mi destino. Que me ayudaron a tomar mejores decisiones y a realizar acciones más efectivas.

Lo más valioso, lo más poderoso, fue que entendí la diferencia, la enorme diferencia, que hay entre lo que deseo y lo que hago o lo que soy capaz de hacer. Por si no lo percibes, es del cielo a la tierra. El deseo es algo que está en nuestra mente y nuestro corazón, pero que difícilmente traemos al plano material y transformarlo en acciones, decisiones, hábitos y comportamientos.

Gracias a las enseñanzas y, sobre todo, al ejemplo de mis padres y de mis mentores, me di a la tarea de desarrollar la habilidad de pasar de la teoría a la acción. Me di cuenta de que nada de lo que aprendía, nada de lo que poseía como ser humano, tenía sentido si no lo traducía en acciones y decisiones que de manera efectiva me llevaran a donde quería estar, a conseguir mis objetivos.

Si eres seguidor de las publicaciones que hago a través de mis distintas propiedades digitales, es muy probable que alguna vez me hayas escuchado hablar del término ‘educacción’. Es la combinación de educación + acción, los que para mí son las más poderosas herramientas de que disponemos para cumplir nuestro propósito en la vida. El éxito es resultado de las dos.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

No creas que tienes todas las respuestas y, más bien, hazte estas preguntas que te ayudarán a determinar tu destino.


No es lo que fuiste ayer o lo que quieres ser mañana lo que determina en realidad quién eres hoy o qué resultados obtienes hoy. El conocimiento es básico, necesario, pero no es suficiente. Lo que en verdad marca la diferencia es lo que haces hoy, tus acciones y decisiones. Diez preguntas que te ayudarán.


En el mundo de los negocios, tristemente, hay una corriente muy arraigada en el sentido de que con la educación es suficiente. Y no es así. Es indispensable, sí, pero no es suficiente. No basta con que aprendas, con que leas muchos libros, con que veas muchos videos, con que asistas a cursos presenciales o virtuales. El valor del conocimiento se refleja exclusivamente a través de la acción.

El problema con la acción radica en el miedo al error. Tenemos pavor a equivocarnos porque nos han enseñado que tenemos que ser los mejores, los primeros; que hay que buscar la perfección. Como mencioné antes, nos enseñan a asumir la vida como una competencia y, al final, somos los únicos perdedores. ¿Por qué? Porque desperdiciamos la vida, en vez de aprovecharla y disfrutarla.

En algún momento de mi vida, te lo confieso, tuve mucho miedo. Cuando comencé el camino del emprendimiento, no había información, no había referentes, no había modelos que pudieras seguir. En cambio, había mucha incertidumbre, mucha ignorancia de lo que era internet, de lo que se podía conseguir a través de internet. Sin embargo, superé el deseo y me enfoqué en la acción.

Tomar acción, fundamentalmente, tiene dos significados que, a la vez, son dos virtudes: primero, superas tus miedos (no los dejas, pero los vences) y, segundo, comienzas a obtener resultados. Claro, en medio, enfrentas dificultades, cometes errores y pagas el precio por ellos. Sin embargo, si tienes la capacidad de aprender de ellos, el camino que sigas va a ser mucho más productivo.

Algo que la experiencia me enseñó es que la mayoría de las personas no toma acción porque entiende que representa salir de la zona de confort. Y esa, quizás lo sabes, es una decisión que muchos no está dispuestos a tomar, un riesgo que muy pocos se atreven a correr. Por supuesto, son las mismas personas que se pierden los beneficios que implican aplicar la ‘educacción’.

¿Sabes cuál es la estrategia que me ha dado buenos resultados? Enfocarme en el hoy, cumplir a cabalidad con las tareas y responsabilidades que me demanda ese hoy y, en especial, en dar pequeños pasos que hoy me conduzcan a donde quiero estar mañana. Luego, y esto es algo muy importante, cuando ese hoy es ayer, lo agradezco y lo dejo atrás, y me enfoco en el nuevo hoy.

Y así sucesivamente, una y otra vez, todos y cada uno de los días de tu vida. Tomo el ejemplo del ayer, acepto el aprendizaje del pasado, y sigo adelante, concentrado en el hoy, en hacer hoy lo que sea necesario para avanzar hasta alcanzar el resultado que me fijé. Pasos pequeños, pero ciertos; logros pequeños, pero significativos. En algún momento verás cuánto has avanzado.

En este proceso, sin embargo, es menester que te formules y respondas algunas preguntas:

1.- ¿Estás hoy donde ayer querías estar?

2.- ¿Te hace feliz estar en el lugar en el que te encuentras?

3.- De no ser así, ¿qué ha fallado, por qué te desviaste del rumbo previsto?

4.- El plan que diseñaste ayer ¿hoy todavía es el plan que quieres seguir?

5.- De no ser así, entonces, ¿cuál es tu nuevo plan, cuáles son tus nuevas metas?

6.- ¿Cuál es la estrategia que implementaste para cumplir tu plan?

7.- ¿Te rodeas de las personas adecuadas para ayudarte a cumplir tu plan?

8.- ¿Realizas todas las acciones necesarias para avanzar hacia tu objetivo?

9.- ¿Tus acciones y decisiones están contaminadas por tus emociones?

10.- ¿Tus hábitos y rutinas te conducen hacia donde quieres estar?

A dónde quieres llegar o dónde estás hoy es algo secundario, créeme. Lo que en realidad importa es lo que haces hoy, cada día, para avanzar, para construir la vida con la que sueñas. El éxito, amigo mío, en la vida o cualquier actividad a la que te dediques, es el resultado de lo que haces de las decisiones que adoptas y, de manera muy especial, del método que pones en acción.


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