“¡Reinvéntate y vive de tu pasión!”. Como si se tratara de comprar un dulce, una botella de agua o un medicamento indispensable, desde hace meses, desde que comenzó el encierro obligatorio provocado por la crisis del coronavirus, esta frase aparece por doquier. Eso no es malo: lo malo es que hay personas que muerden el anzuelo y cuando espabilan ya el daño está hecho.

Un daño del que, valga decirlo, ellas no son las únicas víctimas porque hay lo que podríamos llamar daños colaterales. ¿Sabes a qué me refiero? Internet, como sabes, es una red en la que todos, absolutamente todos, estamos conectados. Inclusive, con personas que no conocemos, que viven a cientos de miles de kilómetros, que no son parte de nuestra vida, ni de nuestro negocio.

Entonces, “¿cómo pueden afectarnos esas personas?”, te preguntarás. Porque en internet, para bien y para mal, aplica la premisa del efecto dominó: si la pieza del extremo cae sobre las demás, todas las demás caen una tras otra. En otras palabras, lo bueno o lo malo que hagas en internet, lo positivo o lo negativo, inevitablemente afecta a todos los demás que pertenezcan a la red.

Internet, en últimas, no es más que un reflejo del mundo real. ¿Eso qué significa? Que hay espacio para todos, para los que genuinamente desean ayudar a otros, para los que hacemos negocios con honestidad, pero también para los avivatos y mentirosos que solo están a la caza del dinero de sus víctimas. Y para cumplir ese objetivo hacen uso de toda clase de artimañas, de engaños.

Este es un tema que he mencionado en recientes artículos (mira más abajo, en Contenido relacionado), pero que retomo porque es importante. ¿Por qué? Por dos razones. La primera, porque si está a mi alcance hacer algo para que ninguna buena persona caiga en la trampa, lo haré. La segunda, porque me interesa que internet no se convierta en un nido de ratas (y perdón la expresión).

El fondo del problema es que muchas personas no son conscientes de la influencia de internet en nuestras vidas. Como pocos, tengo la autoridad para decirlo porque comencé a trabajar en la red en la versión más arcaica, en la de la era de los dinosaurios tecnológicos. Y, por supuesto, he vivido y experimentado su desarrollo, su evolución, la aparición de poderosas herramientas y recursos.

No solo porque he dedicado casi 25 años de mi vida a trabajar en internet, sino porque ya lo considero como un miembro más de la familia porque ha sido mi compañero inseparable y testigo de un período muy enriquecedor en lo personal y en lo profesional. También, porque a través de este increíble universo he tenido la oportunidad de ayudar a decenas de clientes y amigos.

Mi vida transcurre entre mis hijas, mi familia, mis amigos e internet, donde están mis clientes, más amigos, mis colegas y aliados. No logro concebir hoy una vida distinta, una vida sin internet. Por eso, me preocupa lo que sucede en la red, me preocupa que haya personas que sufren engaños a través de la red, me preocupa que haya personas que hagan un uso inadecuado de internet.

Vivimos la era de la tecnología, que también es la era de la información, que también es la era de la comunicación y que, de manera especial, también es la era de las oportunidades. Y en internet hay tantas como desees, para ti y para cualquiera que tenga la capacidad de aprovecharlas, para el que no caiga en la trampa de los vendehúmo, de los que hacen promesas que no van a cumplir.

Si eres una de las personas que desean emprender un camino distinto al que transitan hoy, de las que quiere aprovechar sus dones y sus talentos, de las que quieren transmitir su conocimiento y su experiencia, de las que quiere se sienten realizadas al ayudar a otros, antes de morder el anzuelo de los que te invitan a reinventarte, por favor, responde estos diez interrogantes:


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Si lo miras bien, quizás tu vida no es tan mala como piensas y solo requiere ajustes.


Cambiar por cambiar, por seguir la corriente, quizás no sea una buena idea. Antes de cambiar tu vida, de caer en la trampa de la ‘reinvención’, bien vale la pena que respondas estas 10 preguntas para determinar si, en realidad, es lo que deseas. Mejor prevenir que lamentar…


1.- ¿Cuál es tu proyecto de vida? La mayoría de las malas decisiones que tomamos son respuesta a que no sabemos qué queremos hacer, a dónde ir o cómo conseguir eso que anhelamos. El plan de vuelo es, entonces, prioritario. ¿Cómo determinarlo? El autoconocimiento es la clave y lo que surja de ahí debe estar conectado con tus principios y valores, con tu pasión, con tu propósito.

2.- La que tienes ¿es la vida que soñaste? Cuando éramos niños, todos imaginamos una vida ideal, fruto del hogar en el que crecimos, de la influencia de nuestros padres y otros allegados. Luego, con el paso del tiempo, si miramos atrás nos damos cuenta de que vamos por un camino distinto, pero eso no es malo. Lo malo es si vemos que elegimos un camino que no nos hace felices.

3.- ¿Qué tan lejos estás de la vida que soñaste? Aunque quieras, es imposible ceñirse a un plan estricto, porque los caminos de la vida son insondables e impredecibles. Sin embargo, vale la pena que te preguntes si, a pesar de que no es el camino que habías imaginado, el que recorres es un buen camino, uno que te brinda felicidad, bienestar, tranquilidad y paz. No cambies por cambiar.

4.- ¿Eres feliz con lo que haces? No lo limites solo al ámbito laboral porque, si bien es importante, no puede ser el eje de tu vida. ¿Las relaciones? ¿Tus pasiones? ¿Tu vocación de servicio? Una de las realidades tristes del mundo moderno es que las personas se vuelcan en el trabajo para escapar de la vida personal. Esa, sin duda, no es la estrategia: un error no corrige otro error.

5.- ¿Estás limitado por falta de conocimiento? Una de las principales razones de insatisfacción es que no alcanzamos los objetivos que nos proponemos, nos sentimos estancados. Y la mayoría de las veces es porque no hemos adquirido el conocimiento necesario para sobresalir, porque no hemos desarrollado las habilidades que nos permitan destacar y aprovechar los dones y talentos.

6.- ¿Qué tanto le temes al fracaso? Este es otro de los motivos que nos congelan. Vivimos muy preocupados por lo que dicen los demás, por conseguir la aprobación de otros, y se nos pasa el tiempo, se nos va la vida. Olvídate de los otros, conviértete en tu prioridad y lucha por lo que deseas. Vas a fracasar, porque el fracaso es parte del proceso, es rica fuente de aprendizaje.

7.- ¿El enemigo está en tu mente? Otro de los grandes obstáculos a los que nos enfrentamos son las creencias limitantes que grabaron en nuestro cerebro cuando éramos niños y que nosotros nos dedicamos a reforzar cada día. Piensa positivo y lo positivo llegará a tu vida. Cree en ti, creen que lo mereces, cree que lo lograrás y tu vida cambiará de maneras maravillosas. Si crees, puedes.

8.- ¿Ya identificaste tu propuesta de valor? En estos tiempos modernos, ser uno más, ser más de lo mismo no sirve. Para triunfar, para conseguir lo que deseas, necesitas saber qué es lo que te hace distinto, que es eso de valor que puedes brindarle al mundo. Si no apruebas esta asignatura, estás condenado a ser invisible para aquellas personas a las que, con lo que tienes, puedes ayudar.

9.- ¿Qué tanto estás dispuesto a invertir en ti? No puedes esperar nada bueno de la vida si antes no siembras. Invertir en ti es un requisito indispensable, pero no se limita al tema económico. Invierte en salud, en relaciones constructivas, en ambientes sanos, en tu conocimiento, en hacer lo que te gusta y lo que te apasiona, en pasar tiempo con los que amas. Para cosechar hay que sembrar.

10.- ¿Ya tienes un mentor? Si eres de los que se creen expertos en todo, enfrentarás demasiados problemas. Aceptar que otros pueden ayudarnos y acoger esa ayuda con beneplácito es el primer paso para comenzar a avanzar. Elige un mentor que esté conectado con tu pasión, con tus valores, que ya haya recorrido el camino que tú quieres transitar, que puede guiarte sin ir por un atajo.

Vivir de lo que me apasiona es una de las mayores bendiciones que he recibido de la vida. Y me encantaría si tú también puedes hacerlo. Sin embargo, por favor, ten cuidado de no caer en la trampa de los vendehúmo. Espero que estas diez preguntas te ayuden a encontrar el camino adecuado y, si algo hace falta, no dudes en contactarme. ¡Me encantaría ayudarte!


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Si no sabes lo que quieres o a dónde ir, corres el riesgo de caer en lo mismo de lo que quieres escapar.