A todos, absolutamente a todos, nos ha sucedido al menos una vez en la vida. ¿A qué me refiero? A que, si tienes gafas, en algún momento se te refunden y te pones como loco buscándolas, hasta que te das cuenta de que las tienes puestas. ¡Plop! O las llaves, las benditas llaves: mueves cielo y tierra y te das cuenta de que las tienes en un bolsillo. Ya las habías buscado allí, pero…

La mente, lo sabemos, es tan poderosa como traviesa. Y se divierte jugándonos malas pasadas, como esa de las gafas, como esa de las llaves. Y seguramente a ti te sucedieron muchos episodios similares que, después del afán y del enfado, nos arrancan una sonrisa. “¡Qué tonto soy!”, es lo que pensamos en silencio, para nuestros adentros, sin entender cómo no nos dábamos cuenta.

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Si lo piensas bien, verás cómo esta situación se nos presenta en el día a día con más frecuencia de la que creemos y en todas las actividades de la vida. En las relaciones, en el trabajo y, por supuesto, en los negocios. Es decir, aquello que buscamos, la solución que deseamos, la tenemos ahí frente a nosotros, cerca de nosotros, y no nos damos cuenta. Hasta que ocurre lo inesperado.

Como sabes, trabajo en internet desde hace más de 22 años y mi negocio es la educación. Produzco y comparto conocimiento para que otros emprendedores, especialmente de España, Latinoamérica y latinos radicados en Estados Unidos, puedan cristalizar sus sueños de tener un negocio propio. Dicto cursos, hago asesorías, vendo infoproductos y organizo eventos, entre otros.

Estoy en eso desde hace más de 22 años, reitero, siempre a través de internet, aunque algunos de mis cursos o eventos son presenciales. Y, como quizás lo sabes o imaginas, he vivido la evolución, la transformación de internet y sus herramientas y recursos. Que ha sido fantástica, rapidísima y, sobre todo, productiva. Hoy, gracias a los superpoderes de internet, la vida es muy distinta.

De hecho, lo que ha ocurrido desde el pasado mes de marzo, cuando el mundo entero quedó en estado de emergencia por la pandemia del COVID-19, es clara muestra de ello. Me refiero a que el largo confinamiento habría sido algo IN-SO-POR-TA-BLE sin internet a nuestra disposición. ¿Te imaginas por un segundo estar encerrado en casa sin poder trabajar o comunicarte por la red?

Creo que estás pensando exactamente lo mismo que yo: A-PO-CA-LIP-SIS. Para bien o para mal, internet es una parte muy importante de nuestra vida y, en el caso de los emprendedores, de nuestro trabajo. La única razón por la cual soportamos el largo confinamiento fue porque gracias a internet pudimos mantener contacto con ese mundo real en el que vivíamos antes del COVID-19.

Un mundo real que, valga decirlo, ofrecía excelentes oportunidades que muchos desconocían. O, mejor dicho, que, a pesar de tenerlas ahí, al alcance de la mano, no las veían. Como las gafas, como las benditas llaves. ¿Me entiendes? Me refiero a que solo por las circunstancias vividas en estos meses muchos descubrieron que internet es desde hace rato el más poderoso escenario de aprendizaje.

Hace unos días encontré en internet un artículo publicado en un diario español, específicamente una entrevista a Arne Schepker, consejero delegado de la app de idiomas Babbel. Por si no sabes de qué se trata, es una aplicación (software) de aprendizaje de idiomas en línea, creado en 2008 y que se encuentra disponible en 14 idiomas, entre ellos inglés, español, alemán, francés e italiano.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Si posees algún conocimiento valioso, ¡transmítelo, compártelo con otros!


Aunque está ahí hace años, muchos solo se dieron cuenta de la existencia del e-learning a raíz de lo ocurrido en los últimos meses como consecuencia de la pandemia. Si posees un conocimiento valioso, esta es tu oportunidad: compártelo con otros, educa a otros. La recompensa será maravillosa…


La compañía fue fundada en agosto de 2007 por Markus Witte y Thomas Holl y, según la web de la aplicación, cuenta con “un método probado empíricamente que optimiza el aprendizaje de idiomas gracias a su avanzada tecnología”. El alumno puede tomar cursos durante 3, 6 o 12 meses por precios que van desde los 6,95 hasta los 9,95 dólares mensuales (29,85 a 83,40 por un año).

El objetivo de esta nota, sin embargo, no es hacerle publicidad a Babbel, porque además nunca la he usado. Me interesan, como mencioné antes, algunas de las declaraciones de su consejero delegado. “Muchos de los que eran escépticos se han dado cuenta de que funciona. El coronavirus aceleró significativamente el inevitable incremento del e-learning, que tendrá un impacto duradero”.

Según dijo Schepker, durante la pandemia la cifra de descargas de la aplicación creció un 232 % en España, cuyo nivel solo fue superado por Italia. Afirmó, así mismo, que el interés de las personas por aprender un idioma distinto al nativo creció un 50 % a nivel mundial en estos últimos meses. Y dejó un número que supongo te volará la cabeza: Babbel llegó a 10 millones de suscriptores.

“El crecimiento va en aumento, por lo que vemos una oportunidad sostenible para el aprendizaje online”, aseguró. No quiero pecar de petulante, pero es algo que sé desde hace años: a eso me dedico. Por eso, así mismo, me resulta irónico que solo ahora, por cuenta del coronavirus, muchos hayan entendido cuál es el camino para empoderar a otros a través del conocimiento.

Durante estos últimos meses también ocurrió que muchas personas perdieron su trabajo, en su mayoría porque tenían vínculos temporales que no fueron renovados. Entonces, voltearon su mirada hacia internet, con la idea de convertirse en emprendedores. Una salida que se antoja más una respuesta al desespero, a una circunstancia adversa, que una verdadera convicción.

Una de las consecuencias positivas de la pandemia es que el mundo comprendió que es necesario cambiar. De hábitos, de creencias, de modelo de vida y de negocios, en fin. Lo que parece que aún no está claro es cómo hacerlo. A pesar de que la respuesta está ahí, no la ven: como sucede con las gafas o con las benditas llaves. La respuesta, amigo mío, está en el conocimiento, en la educación.

El mensaje que quiero transmitirte es que no te confundas: el mejor negocio del mundo es servir. Si posees un conocimiento valioso, si acumulas experiencias que puedan enseñarles a otros cuál es el camino, si tienes vocación de servicio y pasión por compartir lo que la vida te ha brindado, entonces el e-learning es tu mejor opción. El dinero será una recompensa a eso que hagas.

No tienes que ser experto en tecnología, no necesitas crear una academia profesional, no debes acreditar una maestría en marketing digital. Bastan tu conocimiento y tus ganas para comenzar; el resto lo aprenderás en el camino. Así funciona, así lo hacemos todos aquellos que nos dedicamos a la educación vía internet. Recuerda mi premisa: primero pones a volar el avión y luego lo construyes.

El e-learning es un valioso recurso que está a nuestro alcance desde hace muchos años, cuando mínimo 15. Sin embargo, muchos lo han menospreciado, no lo ven, a pesar de que está ahí. Hoy, gracias al COVID-19, el mundo se dio cuenta de que estaba ahí. Es algo que me alegra y motiva porque estoy convencido al mil por ciento de que no hay agente de transformación más poderoso que la educación.


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