Si sigues con atención las publicaciones que hago cada semana o si, más bien, eres asiduo asistente a mis eventos virtuales o presenciales seguramente alguna vez me escuchaste decir (o leíste) que atribuyo el 80-90 por ciento del éxito a la mentalidad. El conocimiento, las estrategias, las herramientas y demás recursos son importantes, pero prima la mentalidad.

Las estrategias cualquiera las puede aprender, cualquiera las puede utilizar; están ahí y solo necesitas aprenderlas, testearlas y adaptarlas a tu negocio, a tu emprendimiento. Lo mismo ocurre con las herramientas (tecnología) y con otros recursos como libros, cursos, asesorías o mentorías: hay muchos, algunos muy buenos, al alcance de cualquiera, inclusive gratis.

La mentalidad, en cambio, no la venden en las farmacias, ni en los supermercados, ni en una tienda virtual de internet. Y no es algo que puedas adquirir o desarrollar con tan solo leer un libro, como promocionan por ahí, o siguiendo las enseñanzas de algún gurú de esos que en un abrir y cerrar de ojos se transforman en vendehúmos. Sin embargo, se puede aprender.

A mediados de los 2000, la profesora e investigadora estadounidense Carol S. Dweck publicó el libro Mindset: The New Psychology of Success (Mindset: La actitud del éxito), en cuyas páginas condensa su teoría acerca de la mentalidad. Como resultado de sus estudios Dweck estableció que la mentalidad desempeña un papel crucial en la determinación de los logros y el éxito.

Según esta catedrática, en nuestra mente hay dos tipos de digamos recursos: los fijos, innatos e inmutables, por un lado; los que pueden desarrollarse y fortalecerse, por otro. Ella los llama marco mental rígido y marco mental de crecimiento, respectivamente. Todos, absolutamente todos, tenemos una parte de ambos, solo que la proporción varía según cada persona.

Todos conocemos a esas personas que en Colombia llamamos “cuadriculadas mentalmente”, que son cerradas, reacias a aceptar ideas distintas a las suyas, proclives a darse por vencidas porque están convencidas de que su vida, su destino, está escrita y no se puede modificar. Además, requieren la aprobación de otros inclusive en las situaciones más sencillas.

La mentalidad es fundamental en la forma en que enfrentamos la vida, en cómo asumimos las circunstancias en las que nos vemos envueltos, en cómo asumimos lo que nos sucede. Así se da tanto en el trabajo como en las relaciones personales, en tu relación con el dinero, en los momentos en que la vida te exige un plus para superar una circunstancia adversa o un reto.

Si los seres humanos solo tuviéramos un marco mental rígido, nuestra vida sería harto difícil, desagradable. Sería como estrellarse una y otra vez contra un muro, sin poder avanzar y, lo peor, amargados por actitudes negativas como la terquedad, el pesimismo, desconfianza y otras similares. Por eso, justamente por eso, necesitamos de la mentalidad de crecimiento.

¿En qué consiste? La característica principal es que se trata de un camino (no un atajo) hacia el aprendizaje valioso. Tanto a través de métodos formales (lectura, por ejemplo) como por el a veces doloroso, pero casi siempre efectivo, prueba y error. Este tipo de mentalidad, además, está guiada por una curiosidad insaciable, un deseo de ir al fondo, por la decisión de avanzar.

Una mentalidad de crecimiento ve oportunidades, no dificultades; ve retos, no obstáculos; ve aprendizaje en cada error y no lo asume como fracaso. Una persona con esta mentalidad entiende que requiere trabajar para conseguir lo que quiere y hace lo que sea necesario para conseguirlo. Sabe, también, que el talento es tan solo un componente, pero que no basta.

Ahora, hay algo importante que debes saber: el tipo de mentalidad que rige tu vida, la rígida o la de crecimiento, está determinado fundamentalmente por las enseñanzas y el ejemplo que recibes en los primeros años. Y solo eso: también, las experiencias, positivas y negativas, que dejan huella, que forjan tu carácter, así como el marco de creencias que cultivamos.


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La mentalidad de crecimiento se aprende en la práctica, en el proceso del día a día.


Por influencia de los vendehúmo del mercado, muchas personas creen que para conseguir el éxito y lo que desean en la vida basta con los ‘pensamientos positivos’. ¡No es cierto! Lo que se requiere es desarrollar una mentalidad de crecimiento. Te revelo 5 claves para lograrlo.


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Aunque la realidad se empeñe en demostrarnos lo contrario, Dweck asegura que es posible cambiar la mentalidad, es decir, pasar del estado rígido al de crecimiento. Por supuesto, lo primero que debes hacer es salir de ese ambiente limitante, desapegarte de las personas que te frenan y cambiar tus creencias y pensamientos. Sin esto, ningún cambio es posible.

Otra clave radica en enfocarte en el proceso, no en el resultado. De hecho, el resultado es fruto de lo que haces en el proceso, una consecuencia directa de este. En otras palabras, lo que debe interesarte no es el qué quieres lograr, sino el cómo vas a hacer que eso que buscas se produzca. Tus principales aliadas serán las habilidades de las personas emocionalmente inteligentes.

Veamos cuáles son:

1.- Autoconocimiento.
Saber quién eres, qué quieres, para qué eres bueno (y la otra cara de la moneda, por supuesto) y cuál es el propósito de tu vida (a qué viniste a este mundo) es el primer paso. Sin este, no podrás avanzar. Requiere honestidad, valentía y capacidad autocrítica, sin llegar al exceso de buscar la perfección. Solo a través del autoconocimiento encontrarás tu lugar en este mundo.

2.- Autoconfianza.
Si tú no crees en ti, ¿por qué otros deberían. Hacerlo? Autoconfianza no es sentirte mejor que otros, que todos, o creer que ya lo sabes todo. Se trata, más bien, de valorar las herramientas, los recursos y los dones y talentos que te dio la vida y aprender a aprovecharlos. También, entender que hay límites, que no puedes ir del punto A al punto B en un solo paso.

3.- Autorregulación.
En especial, de las emociones, que seguramente sabes son traviesas y caprichosas. Se requiere inteligencia emocional para no reaccionar instintivamente, para entender las situaciones, para comprender el aprendizaje que hay detrás de las experiencias que vivimos. También, aprender a respetar el proceso, sin caer en la tentación de los atajos. La clave está en el equilibrio.

4.- Automotivación.
Una mezcla de las tres anteriores. Es desarrollar la capacidad de dar un poco más, un plus, en los momentos difíciles, pero también la de no rendirte cuando el camino se pone cuesta arriba. Las dificultades abundarán, serán variadas y surgen por una razón: descúbrela y aprovéchala. Cree en ti, estudia, desarrolla otras habilidades, rodéate de las personas adecuadas.

5.- Empatía.
No eres Robinson Crusoe, no vives solo en una isla desierta, así que aprender a convivir con los demás en armonía, saber relacionarte con otros sin buscar el provecho propio y, además, estar en capacidad de realizar intercambio de beneficios es fundamental. La empatía sirve para apreciar y valorar lo que otras personas pueden hacer por ti, agradecerlo y recompensarlo.

Lo que me interesa que entiendas es que no lograrás lo que deseas si no desarrollas una mentalidad de crecimiento. Que solo se adquiere con la práctica, en el día a día: valora y agradece los aprendizajes diarios, disfruta los pequeños logros y controla tus emociones. Una mala experiencia, eso que llamamos fracaso, no es más que un punto intermedio del camino.

Siempre hay un largo trecho por recorrer, siempre hay más oportunidades, siempre hay recompensas que nos ayudan a sanar el dolor sufrido, a dejar atrás la carga de los errores. Lo que obtienes de la vida depende exclusivamente de ti, está determinado por la mentalidad que has desarrollado, por el tipo de mentalidad que rige tus acciones y tus decisiones.

Si quieres, ¡puedes! Todo lo que desees en la vida está al alcance de tu mano. Sin embargo, para obtenerlo necesitas más que ganas: requieres la mentalidad adecuada, una mentalidad de crecimiento. Ten en cuenta, eso sí, que esto va más allá de los pensamientos positivos: requiere acciones concretas y eficaces, exige que trabajes cada día en tu crecimiento.