Los seres humanos somos muy dados a exigir de la vida mucho más de lo que nosotros le ofrecemos a ella. Creemos que estamos en capacidad de pedir más, a sabiendas de que lo tenemos todo. Quizás nos falte algo material, quizás no se cumplan todos nuestros sueños, quizás tengamos que sortear algunas dificultades, pero si sumamos y restamos nunca estamos en déficit.

Recientemente, un conocido me compartió un mensaje por WhatsApp que, honestamente, tocó mis fibras. Procuro ser una persona agradecida, pues soy consciente de las increíbles bendiciones que la vida riega sobre mi vida cada día. Poseo todo lo que necesito y, lo mejor, tengo también para brindarles a mis hijas el bienestar que se merecen y requieren para ser personas de bien.

Cuando leí este mensaje, no pude contener un poco de vergüenza. Miré a mi alrededor y no pude determinar algo verdaderamente importante que me hiciera falta. Ni material, ni espiritual. Luego me levanté de mi escritorio y fue adonde estaban mis hijas y, sin que aparentemente hubiera una justificación, las abracé fuertemente y les dije cuánto las amo. ¡No imaginas lo maravilloso que fue!

El mensaje en cuestión se titula “¿Te gusta resolver problemas?” y quiero compartirlo contigo porque sé que también te será de provecho. Los emprendedores, en especial en épocas difíciles como las actuales, nos quejamos de la vida. Sin embargo, estoy seguro de que más allá de los resultados financieros de nuestros negocios tenemos mucho que agradecerle a la vida.

Veamos los problemas:

Problema # 1
Cuando la NASA comenzó con el lanzamiento de astronautas al espacio, a mediados de la década de los 50, sus científicos descubrieron que los bolígrafos no funcionarían sin gravedad (o con gravedad cero), pues la tinta no bajaría hasta la superficie en que se deseara escribir. Era un problema serio, dado que no se contaba con otra tecnología para tomar nota en ese ambiente.

Entonces, se dieron a la tarea para resolver este problema y la solución les llevó solo 6 años y costó 12 millones de dólares. Desarrollaron un bolígrafo que funcionaba bajo gravedad cero, al revés, debajo del agua, prácticamente en cualquier superficie incluyendo cristal y en un rango de temperaturas que iban desde abajo del punto de congelación hasta superar los 300°.

Algo asombroso, sin duda. Era un gran avance que, en aquella época, un período de la historia conocido como la Guerra Fría entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, les permitía a los estadounidenses tomar la delantera. El increíble invento fue mantenido en el más estricto secreto para que los rusos no lo aprovecharan. ¿Y qué hicieron ellos? ¡Los rusos utilizaron un lápiz!

Problema # 2
Uno de los más memorables casos de estudio de la gestión japonesa fue el de la caja de jabón vacía, que ocurrió en una de las más grandes empresas de productos en ese país asiático. La compañía recibió la queja de un consumidor que compró una caja de jabón y estaba vacía. Allí, el malestar de un cliente las compañías se lo toman muy en serio, y esta vez no fue la excepción.

Inmediatamente, las autoridades aislaron el problema de la cadena de montaje, que transportaba todas las cajas empaquetadas de jabón, al departamento de reparto. Por alguna razón, una de las cajas pasó vacía sin que nadie lo percibiera. Un grave error, sin duda. Los altos cargos pidieron a sus ingenieros que encontraran una buena, rápida y definitiva solución para ese problema.

De inmediato, los ingenieros se dedicaron de tiempo completo a la labor para idear una máquina de rayos X con monitores de alta resolución manejados por dos personas que les permitieran vigilar todas las cajas de jabón que pasaran por la línea, para asegurarse de que no fueran vacías. Sin duda, trabajaron duro y rápido. Una respuesta propia del ingenio que caracteriza a los nipones.

Cuando a un empleado común en una empresa pequeña se le planteó el mismo problema, no entró en complicaciones de rayos X, robots o complicados equipos informáticos. Él planteó otra solución: compró un potente ventilador industrial, lo apuntó hacia la cadena de montaje y lo encendió. ¿El resultado? Las cajas vacías simplemente salían volando de la línea de producción.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La solución depende en gran medida de la actitud con la que asumimos los problemas. ¿Cómo lo haces tú?


La actitud con que asumimos la vida determina los resultados de lo que hacemos y cómo lo hacemos. A veces, solo vemos dificultades cuando en realidad son oportunidades o valiosas lecciones que la vida nos ofrece. ¿Te gusta resolver problemas? Tres ejemplos magistrales.


Problema # 3
Un magnate hotelero viajó a una ciudad de India por segunda vez, un año después de su primer viaje. Se hospedó en un hotel de inferior categoría en estrellas a los de su cadena, porque no le gustaba llamar la atención y prefería el perfil bajo. Al llegar al mostrador, el empleado le sonrió y lo saludó diciéndole “Bienvenido nuevamente señor, qué bueno verlo de vuelta en nuestro hotel”.

Cuál no sería su sorpresa porque, a pesar de ser una persona conocida, dudaba de que aquel empleado lo hubiera atendido un año atrás y, menos, que lo recordara. Sin embargo, le pareció una experiencia significativa que debía replicar en su cadena de hoteles, a sabiendas de que a sus clientes les encantaría. A su regreso, ordenó que se implementara un sistema efectivo.

La solución que encontraron fue buscar el mejor software con reconocimiento de rostros, base de datos, cámaras especiales, tiempo de respuesta en microsegundos, capacitación a empleados y más arandelas. Una joya de la tecnología, por un costo aproximado de 2,5 millones de dólares. El magnate prefirió viajar nuevamente y sobornar a aquel empleado para que le revelara el secreto.

El empleado no aceptó soborno alguno, sino que humildemente le comentó al magnate cómo lo hacían: “Mire, señor, tenemos un arreglo con los taxistas que lo traen desde el aeropuerto hasta acá. Durante el viaje, ellos le preguntan si ya se hospedó en el hotel al que lo transporta y, si es afirmativo, entonces cuando dejan su equipaje en el mostrador, nos hacen una señal y se ganan un dólar”.

Moraleja: ¡No te compliques! Concibe la solución más simple, inclusive para el problema más grande. Aprende a centrarte en la solución, no en los problemas. Si lo piensas tan solo unos segundos, por cada motivo para quejarte tienes mil para agradecer y sentirte bendecido. Nada más el hecho de estar vivo un día más y poder seguir luchando por tus sueños, por los que amas.

Analiza estas situaciones comunes desde otra perspectiva:

El hijo que muchas veces no limpia su cuarto y se la pasa viendo televisión, significa que… ¡está en casa!

El desorden que tengo que limpiar después de una fiesta, significa que… ¡estuvimos rodeados de familiares o amigos!

Las ropas que están apretadas, significan que… ¡tengo más que suficiente para comer!

El tiempo que dedico a limpiar la casa, significa que… ¡tengo una casa!

No encuentro estacionamiento, significa que… ¡tengo coche!

Los ruidos de la ciudad, significan que… ¡puedo oír!

El cansancio al final del día, significa que… ¡puedo trabajar!

El despertador que escucho todas las mañanas, significa que… ¡estoy vivo!

Finalmente, los mensajes que recibo significan que… ¡tengo amigos que se preocupan por mí!

La próxima vez que piensas que la vida te trata mal, por favor, lee de nuevo esta nota. Es cierto que todos tenemos problemas, pero no son los mismos problemas. A veces, simplemente son circunstancias que nos ponen a prueba y que las asumimos con actitud negativa. Es, entonces, cuando generan un impacto en nuestra vida, la trastornan, nos arrebatan la alegría de vivir.

Los seres humanos somos muy dados a exigir de la vida mucho más de lo que le ofrecemos a ella. Quizás nos falte algo material, quizás no se cumplan todos nuestros sueños, quizás tengamos que sortear algunas dificultades, pero si sumamos y restamos nunca estamos en déficit. Cada vez que leo de nuevo este mensaje anónimo descubro más razones para agradecerle a la vida…


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