Colombia es un país de estereotipos. En medio de su rica variedad cultural, cada región tiene una característica que la distingue claramente de las demás y que sirve para que la imaginación vuele sobrepasando las fronteras del humor hasta los territorios de las etiquetas sociales, que suelen ser odiosas.

Y dado que se trata de un país históricamente machista, la mujer es quizás la principal víctima de esta conducta. Que la mujer santandereana es brava (de mal genio), que la antioqueña es echada pa’ lante (emprendedora), que la bogotana es light (ligera), que la llanera es temperamental, que la costeña es alegre y mandona, en fin.

Las etiquetas son variadas como nuestras mujeres, pero hay dos clásicas: que las mujeres son ineptas, incapaces de manejar dos cosas en las que los hombres son ‘maestros’: el coche y el dinero. Es un estereotipo que jamás compartí, por una razón poderosa: siempre viví rodeado de mujeres, en la casa de mis padres y ahora con mi esposa y mis hijas.

Y puedo dar testimonios que las eximen. Mi mamá, la señora Julita, antes de retirarse fue una empresaria y emprendedora exitosa, que gozó de libertad financiera desde muy joven. Y también era hábil al timón de un automóvil. Y en mi vida he conocido cientos de mujeres como ellas, muy valiosas en diferentes actividades.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Vero Prieto les enseña a otras mujeres a tener libertad financiera y ser autónomas.

Por ese mismo camino de la vida viaja Vero Prieto, una joven nacida en Medellín que antes de cumplir los 30 años es un inspirador modelo de éxito y una gua para otras mujeres. Es la creadora del programa Inversoras, que brinda educación financiera para sus semejantes.

“¡Hola! Soy Vero. Consejera financiera e inversionista de la Bolsa de NY, y quiero ayudarte a que vivas en paz con tu bolsillo”, se presenta en su web. Tengo el sueño de cambiar vidas, que más mujeres se empoderen de su vida, de sus finanzas, de ellas mismas. Siento que de esa forma les dejaré a mis hijos un mejor mundo, porque al educar cambias el mundo”, afirma.

“Ese será mi legado a la sociedad, esa será mi huella, y aportar mi grano de arena es mi mayor satisfacción”, agrega. “Sigo siendo una soñadora, una apasionada, un proyecto en construcción”, concluye. Una construcción que comenzó muy temprano, a los 3 años. A esa edad, sufrió un trauma irreparable: su padre murió en un accidente de tránsito.

“Eso cambia mi percepción de la vida para siempre y redefine lo que es la familia y su importancia para mí. Es el primer gran dolor de mi vida, pero solo meses después entendí qué significa morir”, relata. Creció bajo la égida de su mamá, una mujer luchadora que “nos mostró un mundo lleno de abundancia y sin límites, en el que todo era posible”.


A través del Programa Inversoras, Vero Prieto cree que cumple la razón por
la que está en este mundo. Más de 300 mujeres de 12 países aprendieron
la ciencia de invertir en la Bolsa de Nueva York y transformaron sus vidas.


Una luz que iluminó su camino y que le enseñó que “los límites solo están en los mapas. Su mayor enseñanza fue no castrar mis sueños, sino motivarme para que soñara cuan alto pudiera. De ella aprendí que no tenía que ser perfecta, ¡sino feliz!”. Y aunque le queda toda la vida por delante, Vero es feliz porque nunca se negó la oportunidad de hacer lo que le gustaba.

“Hubo un tiempo en el que quería ser cantante y pasé 10 años de mi vida estudiando música. Luego descubrí que no quería una carrera profesional y hoy canto porque me fascina”. También quiso ser bióloga y periodista para “escribir en las áreas de economía y política de un periódico”. Sin embargo, su vida tenía otro rumbo.

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El programa Inversoras ha llegado a 12 países y les enseña sobre la Bolsa de Nueva York.

Uno que comenzó a definirse cuando fue a Buenos Aires (Argentina) a estudiar diseño. Una maestra la inspiró para que fuera a la biblioteca, donde devoró libros de marketing y estrategias digitales. Me di cuenta de que a través de las empresas podemos cumplir propósitos y eso me pareció mágico”, explica.

Un aprendizaje que le sirvió para darle a su madre un poco convencional regalo de cumpleaños: un plan de marketing. Más adelante, se fue a Milán (Italia) a estudiar Negocios para el retail y a regreso el destino le indicó cuál era su camino: conoció a quien hoy es su esposo, el mismo que la motivó a emprender.

Comenzó con una agencia de marketing digital, a la que se dedicó durante dos años. “Fue una responsabilidad enriquecedora”, dice. Hasta que llegó a Vero Prieto, que más que un proyecto laboral es su proyecto de vida. No fue tan fácil como parece, porque hubo una etapa en la que todo estuvo a punto de derrumbarse. Sin embargo, no se entregó.

Vivir con intensidad

“Aún en esas dificultades, sabía que tenía algo importante en mis manos y que debía perseverar y tener fe”, afirma. “En el momento más abrumador, lloré un día y al otro me levanté diciendo: ‘Ok, ¿ahora cómo lo arreglamos?’, y seguí adelante”. La fe y la confianza en que iba por el camino correcto la guiaron. Esos tropiezos le enseñaron cuál es la estrategia.

“Perseverar, perseverar y perseverar. El éxito es de quienes tienen ese compromiso ilimitado con su vida. Es un proceso que requiere tiempo y sacrificios, pero, si es tu sueño, definitivamente vale la pena”, asegura. Y el de ella, claro, la vale. “Sí, porque si hay algo seguro en mi viaje es que todos los días tiene una nueva aventura y un nuevo desafío”.

Y sueños, y desafíos, la motivan a seguir adelante. “Quiero cambiar vidas, que más mujeres se empoderen de su vida, de sus finanzas, de ellas mismas”. Sí, que se empoderen como ella lo hizo desde que se convirtió en emprendedora, una vocación que le permitió entenderse como mujer, como esposa, como hija, como ser.

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Vero Prieto es un modelo inspirador para muchas jóvenes latinoamericanas.

Y que le ha permitido dejar huella. Sí, como otros hicieron en su vida. Uy, son muchas personas. Mi mamá, una mujer de una calidad humana y una fortaleza impresionantes. Mi papá, que con sus actos me enseñó que cualquier decisión trae consecuencias y que hay que aceptarlas. Mis mentores, que con bondad compartieron su conocimiento conmigo”.

También, “quienes me dieron por derrotada y me forzaron a sacar la fuerza para levantarme con más convicción”. No cabe duda de que Vero vive intensamente, sin moldes, sin formas establecidas y con todos los sentidos. “La clave para ser feliz es recordar esto todos los días”, dice. Y vive su vida a través de la ayuda que les brinda a otras mujeres.

“Una alumna me agradeció porque lo que le enseñé le permite trabajar y estar con su bebé de 9 meses. Un bebé con su mamá las 24 horas y una madre que produce para construir la vida que quiere. ¡Ese es mi mayor logro!”. Pero, no es el único: con su trabajo, Vero Prieto fija un nuevo estereotipo en Colombia, uno más real.

Sí, el de las mujeres capaces de conducir exitosamente su vida, de guiar a otras a cumplir sus sueños, de cristalizar sueños que cambian el mundo. “Hace poco, una persona me contó que desde que sigue mis consejos el salario le alcanza hasta el fin del mes. Me siento muy agradecida, bendecida por poder brindar esta ayuda. ¡Es el mejor trabajo del mundo!”.


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