Disruptiva. No me cabe duda de que esa es la palabra adecuada para definir el impacto que la consola PlayStation, de Sony, provocó en la industria de los videojuegos y en los hábitos de ocio de varias generaciones. Han pasado 25 años desde que el 3 de diciembre de 1994 la multinacional japonesa la puso en venta en Tokio y son pocos (o ninguno) los productos que pueden equipararla.
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En una industria tecnológica en la que prácticamente todo es efímero, especialmente el éxito, la consola de Sony es una leyenda. Eso, sin embargo, no significa que el camino recorrido haya sido un tapete de pétalos de rosa, porque abundaron las espinas, algunas muy largas y filudas. Lo cierto es que prácticamente no existe alguna persona que no haya jugado a la Play o que sepa qué es.
Por aquel entonces, mediados de los 90, el mercado de los videojuegos nos ofrecía un duopolio: Nintendo o Sega. En Latinoamérica, por cierto, mirábamos de reojo este fenómeno, porque eran muy pocos los que podían darse el lujo de comprar uno de estos artefactos. Lo mirábamos, lo admirábamos, lo deseábamos, pero era la manzana en el paraíso: no la podíamos tocar.
Desde finales de los 80, en silencio, Sony trabajó en la fabricación de su primera consola, que representaba el ingreso a un mercado inexplorado para la marca japonesa. Y cuando nadie, en especial su competencia, esperaba algo que hiciera ruido, apareció la PlayStation y provocó un terrible alboroto: le apostó al cd como soporte para los juegos, que ahora venían en 3D.
Sony tenía buenos resultados con el CD en el mercado de la música y estableció que utilizar esta tecnología en la consola le otorgaba una ventaja frente a sus competidores. ¿Por qué? Porque era más económica y porque ofrecía mayor capacidad de almacenamiento en comparación con los tradicionales cartuchos. Además, a diferencia de estos, soportaba la tecnología 3D, una novedad.
El éxito fue inmediato, pero en el ámbito local. Antes de llevar PlayStation a los anhelados mercados de Europa y Estados Unidos, Sony se tomó un año sembrando su semilla con una costosa campaña de promoción para la que contrató al mismísimo Michael Jackson. Por supuesto, su irrupción a ambos lados del Atlántico fue no solo ruidosa, sino también, muy exitosa.
Había pasado prácticamente una década desde que Sony se interesó en este producto. La parte de la historia que muy pocos conocen es que hay un episodio de amor/odio con Nintendo y Sega. Con el CD, su as bajo la manga, Sony se acercó a Nintendo para intentar una alianza estratégica, la suma de sinergias y fortalezas, pero como suele ocurrir los egos y los intereses lo impidieron.
El gran acierto de Sony fue que no se quedó quieta mientras negociaba: a la sombra, continuó con el desarrollo de su producto por si el plan A, las alianzas, no prosperaba. Nintendo creía que Sony pretendía arrebatarle el protagonismo y, por eso, le cerró las puertas y enfiló baterías hacia Phillips, otra multinacional, con la que intentó llevar a cabo un proyecto que fue un fracaso.
Punto para Sony. Lo increíble es que poco después las dos empresas volvieron a sentarse a la mesa en procura de un acuerdo, pero de nuevo no fue posible. Entonces, la marca japonesa decidió avanzar en solitario y apostarle a su producto. El ingeniero Ken Kutaragi fue el responsable de desarrollar el procesador de la máquina. Él fue quien decidió incluir la tecnología 3D en el proyecto.
Este, por supuesto, fue un diferencial que a la competencia le costó contrarrestar. Otro hit de Kutaragi fue que desarrolló los juegos de manera que pudieran correrse en un PC normal, ya no en una máquina especial. Esta decisión contribuyó a la popularización de la consola, gracias a que redujo los costos. Y cuando salió al mercado atrapó a los usuarios con un atractivo catálogo de juegos.
La PlayStation surgió como un juego de niños y poco a poco se transformó en una revolución en los hábitos de entretenimiento y ocio de chicos y grandes. Además, impulsó la industria de los e-sports, que mueve millones de dólares y puede llegar a los JJ. OO. ¡Una mina de oro!
Mientras la PlayStation original se vendía como arroz por doquier, Sony continuó trabajando en la creación de su sucesora, la PS2. Como novedad, incluyó la tecnología del DVD, que por aquel entonces ya dominaba el mercado del cine y las películas. Este formato ofreció la posibilidad de brindar juegos más extensos y mejores efectos especiales. Además, incorporada dos perlas.
La primera, que la consola podía utilizarse conectada al televisor para ver películas, un plus para el mercado dado que los reproductores especiales eran costosos. Y, la segunda, que era retrocompatible con los juegos de PS1, es decir, que a pesar de los avances se podía disfrutar de los juegos preferidos sin problema. El éxito, por supuesto, no se hizo esperar y los usuarios adoraron PS2.
Tan solo en los primeros cinco días en las tiendas en Japón, la PS2 llegó a más de un millón de consolas vendidas y la primera década del siglo XXI la coronó con una cifra escandalosa: 250 millones de unidades. Ese éxito de Sony no pasó inadvertido en el mercado. Nintendo y Sega dieron la pelea con la mejora de sus productos y un nuevo jugador ingresó al campo: Microsoft con su Xbox.
El siguiente paso de Sony no fue tan afortunado como se esperaba. En 2004 lanzó la PSP, la PlayStation portátil, un dispositivo que permitía llevar los juegos en el bolsillo. Aunque era un segmento del mercado que nadie había atacado, las cifras de ventas fueron inferiores a los registros marcados por PS2. Ese, sin embargo, no fue el único tropiezo que sufrió la marca.
En 2006, a pesar de la enorme expectativa, el lanzamiento de la PS3 no enamoró a los usuarios. ¿La razón? Varios errores costosos. Aunque era una máquina más potente que la anterior, con un procesador envidiable y soportada por la tecnología del disco óptico Blue-Ray, que había destronado al otrora exitoso CD, salió un año después de la Xbox 360 y era más costosa.
Además, hubo un factor que Sony despreció y que le pasó factura: los hábitos de los consumidores comenzaban a cambiar y las consolas ya no eran el juguete preferido. Por esa razón, tuvo que anticipar la aparición de PS4, que comenzó a desarrollar en 2008 y lanzó en 2013. Aun con mayor memoria RAM y un procesador gráfico avanzado, la máquina era más simplificada.
Desde entonces, se han vendido más de 100 millones de PS4, que ya registra dos actualizaciones. Sus días, sin embargo, están contados porque Sony anunció que a finales de 2020 le entregará al mercado su sucesora. Aunque se conocen pocos detalles de producto, fiel a la tradición se espera que incorpore notorios y atractivos avances. Habrá que ver cuál es la respuesta del mercado a PS5.
A mediados de los 90, cuando se lanzó la PlayStation, la industria de los videojuegos era incipiente y se la catalogaba como una moda esnob. Hoy, mueve alrededor de 150 mil millones de dólares al año y mantiene la tendencia de crecimiento. Además, los e-sports son una revolución que ya ofrece ligas profesionales y podrían ser incluidos en el programa de los Juegos Olímpicos.
Para nadie es un secreto que la consola surgió como un juego de niños, pero en 25 años se transformó en un negocio multimillonario para chicos y grandes, en una mina de oro para la industria. Si bien ese fenómeno no se le puede atribuir exclusivamente a la PlayStation, sí es justo reconocer que esta máquina fue la que revolucionó los hábitos de entretenimiento de las últimas generaciones.