Desde finales del siglo pasado, cada día, todos los días, nos anuncian la llegada de lo que llaman la revolución digital. Han pasado casi veinte años y los mensajes en ese sentido siguen sin cesar. Lo que me resulta curioso es que cada día, todos los días, compruebo y aprovecho las ventajas y los beneficios que hace tiempo me brinda la revolución digital.

Lo cierto es que la cacareada revolución digital está entre nosotros y ya es una inquieta adolescente. Como tal, está en una etapa de grandes cambios: se adapta a las nuevas generaciones y produce que las nuevas generaciones se adapten a ella. Es un proceso fascinante, más allá de que a los que no somos nativos digitales nos pone en problemas.

Ya no necesitas ir al banco para realizar los trámites sencillos: existen las transacciones digitales. Por estos canales puedes pagar los servicios básicos, comprar el mercado, traer libros o música o ropa de cualquier lugar del mundo a través de internet. También es posible realizar trámites administrativos como refrendar el pasaporte vencido.

Hoy, cada día son más las familias que optan por algo que, hace unos años, se antojaba un sueño: que sus hijos estudien en casa. Es lo que se llama homeschoolling. A través de internet, los estudiantes tienes acceso a programas de primera calidad. Aunque es una modalidad creada hace muchos años, recientemente tomó una fuerza inusitada.

Antes, cuando alguien de la familia viajaba a otro país, en plan de descanso, de estudio o de trabajo, era algo así como perderlo por unos días, unas semanas o unos meses. Era difícil, y muy costoso, un contacto frecuente y solo era posible por vía telefónica. Hoy, con aplicaciones móviles, chats y demás herramientas, está a la distancia de un clic.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La revolución digital, que está aquí hace rato, no es solo para los nativos digitales.

Podría seguir ofreciéndote ejemplos como estos, de la vida cotidiana, que demuestran que la revolución digital es una realidad. No es que va a llegar: ya llegó, ya está con nosotros y quizás nunca se vaya. Entonces, es una necedad seguir resistiéndonos a lo que es inevitable. Más bien, debemos enfocarnos en aprovechar las maravillas que nos brinda.

Otro tema que se antoja incomprensible es que nos aterrorizan con la llegada de la tal revolución digital. Que se van a acabar los negocios físicos, que se van a perder cientos de empleos, que las empresas solo van a contratar a los nativos digitales, que los oficios más sencillos serán sustituidos por robots, que se requieren millones para adaptarse a ella.

La verdad, son mitos urbanos, esas creencias que se hacen populares a fuerza de volar en la red. Comienzan como un chisme, se convierten en un rumor, luego en una tendencia y después, en una realidad. Solo que no son realidad. Son mitos urbanos. Versiones incompletas, verdades a medias o simples mentiras que muchos dan por ciertas.


Más allá de las dificultades que enfrentamos aquellos que no somos nativos digitales,
la revolución digital nos ha facilitado la vida, nos la ha hecho más cómoda y, sin
duda, más agradable. Ha sido un cambio cultural fascinante, muy enriquecedor.


Es la misma estrategia retórica que padecemos cada vez que hay procesos electorales. Se desata una guerra sucia de increíbles alcances. Los medios, no solo los digitales, nos bombardean todo el día todos los días con mensajes que, en su mayoría, son verdades a medias o versiones incompletas destinadas a favorecer a un candidato en particular.

¿Te resulta familiar esta situación? En internet, en el mundo de los negocios, mientras, nos dicen que el email marketing falleció repentinamente, que te puedes hacer millonario de la noche a la mañana, que las redes sociales son la solución a todas las pestes que aquejan a la humanidad… Verdades a medias, versiones incompletas, simples mentiras.

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La revolución digital puso todo el mundo a nuestro alcance: un universo infinito.

Veamos cinco grandes verdades (estas sí) de la famosa revolución digital:

1) La tecnología transformó el trabajo: como en cualquier cambio producto de la evolución natural del mundo, se perderán empleos, pero también se generarán otros. La forma de trabajar cambió para siempre gracias a la tecnología y hoy, por ejemplo, es posible algo que hace solo unos años no pasaba de ser un sueño: el teletrabajo.

Es cierto que hoy se requieren algunos conocimientos especializados, pero no se necesita un posgrado o una maestría, o ser un genio, para cumplir con el requisito. Con un entrenamiento básico, cualquiera se adapta a las exigencias. Las víctimas de esta nueva realidad son aquellos incapaces de alcanzar los estándares mínimos en este ecosistema.

2) La tecnología provoca el cierre de empresas: sí, es cierto que muchas empresas que llevaban años en el mercado desaparecieron. Recientemente, por ejemplo, se supo que la reconocida marca de juguetes Toys ‘R’ Us cerrará sus puertas. Pero, está claro que, en este caso, como en muchos otros, la culpa no es de la famosa revolución digital.


La desaparición de empresas y negocios es consecuencia de la dinámica propia de
los negocios. Antes de la revolución digital también eran muchos los que quebraban, y
seguirán quebrando aquellos que no sepan adaptarse a lo que el cliente del siglo XXI quiere.


Es, más bien, la incapacidad para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado, de brindarle al cliente una experiencia satisfactoria. Es fruto de las malas decisiones de sus directivos, de que sus procesos son obsoletos e inviables económicamente. Esa es la verdad. La tecnología potencia a las empresas que saben sacar provecho de ella.

3) Es solo para los más poderosos: este, sin duda, es uno de los mitos urbanos más comunes y menos ciertos. Si algo caracteriza a la tecnología actual es que, en esencia, está al alcance de todos, de cualquiera. Los teléfonos inteligentes son un ejemplo: no es necesario comprar un iPhone, porque el mercado ofrece otros modelos económicos.

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La revolución digital nos facilitó la vida a todos, incluidas las generaciones adultas.

A diferencia de otras épocas, el peso del presupuesto no es el factor decisivo. Influye, y mucho, claro, pero no es el único factor decisivo. Un emprendedor puede tener un negocio rentable de la mano de la tecnología si es capaz de brindarles a sus clientes una experiencia enriquecedora. La tecnología ayuda, pero la experiencia marca la diferencia.

4) La tecnología es para superdotados: otro mito urbano que se cae por su propio peso. De hecho, todos los días ves en la calle a adultos que no son nativos digitales que se desenvuelven muy bien en internet, con los smartphones u otras herramientas. Uno de los mayores beneficios de la evolución de la tecnología es que cada vez es más amigable.

La revolución digital llegó para ampliarnos los horizontes, para facilitarnos las tareas, para permitirnos llegar a lugares y clientes que, de otra forma, estarían fuera de nuestro alcance. Con una instrucción básica, cualquiera puede beneficiarse de la tecnología. Por supuesto, hay tareas que siguen siendo (y seguirán siendo) para los especialistas.

5) La tecnología cambió las reglas: esto sí que es verdad. Especialmente, en los negocios. Es cierto que para alcanzar nuestros objetivos en el mundo digital debemos ir de la mano de la tecnología. Pero, a mi modo de ver, eso es lo mejor que nos podía ocurrir: a los emprendedores nos dio la posibilidad de competir en el mercado.

Hoy, mandan las relaciones, las experiencias. Y la calidad de estas depende, en gran medida, de la tecnología. Esa característica nos hace competitivos a los emprendedores: no tememos a la tecnología, no competimos contra ella, no renegamos de ella; más bien, nos apoyamos en ella, nos potenciamos gracias a ella. Una gran revolución, sin duda.