Ser emprendedor ya no está mal visto. De hecho, hoy hasta te brinda un estatus, el respeto de quienes admiran tu valentía, tu capacidad y, sobre todo, te decisión y tus acciones. Sin embargo, no siempre fue así. De hecho, cuando le di un giro radical a mi vida, sin soñar con convertirme en un emprendedor, era poco lo que se sabía de este oficio que no gozaba de buena reputación.

Emprendedores siempre ha habido, solo que no los llamábamos así. El término se popularizó en los últimos años, en especial desde que, hace 25 años, internet nos cambió la vida. Y también nos cambió la forma de trabajar, de concebir el trabajo, algo que en los últimos tiempos, de crisis e incertidumbre, se ha acentuado. Y hoy ser emprendedor está de moda, es una tendencia global.

Cuando descubrí internet, por allá en 1996, algo en mi interior me dijo que era algo más que una novedad pasajera, que era esta tecnología poderosa había llegado para quedarse con nosotros. Por eso, siguiendo ese pálpito, dejé la vida que tenía en Colombia, empaqué mis maletas, le dije adiós a mi mamá la señora Julita y me vine para los Estados Unidos a aprender de internet.

“Tranquila, Julita, vuelvo en un año”, recuerdo que le dije. Qué iluso era, porque en mi mente inquieta y curiosa no alcancé a imaginar que iba a descubrir un universo ilimitado de aprendizaje y de oportunidades. Con el tiempo, además, descubrí cuál era mi verdadera pasión, el propósito de mi vida: ayudar a otros a través de mi conocimiento, de transmitirles mis experiencias.

Entonces, me dediqué a formarme en marketing de la mano de los referentes del mercado. Fue el comienzo de una apasionante aventura que no termina, que solo se terminará cuando me vaya de este mundo. Mentiría si te digo que fue lo que siempre soñé ser, porque no fue así, pero sí puedo decirte que es lo que quiero hacer todos y cada uno de los días del resto de mi vida.

Siento que soy una mejor persona gracias a lo que he aprendido como emprendedor, a la huella que maravillosas personas dejaron en mi vida. También, por supuesto, al aprendizaje de mis errores, algunos de grueso calibre. Siento, además, que soy una persona distinta a la que, por allá a finales del siglo pasado, abrió las puertas del increíble universo digital sin saber qué lo esperaba.

Ha sido un proceso de constante cambio, de permanente evolución, de continuo crecimiento. Ha sido, así mismo, un viaje con diferentes etapas a través del cual he sufrido mutaciones, he tenido que adaptarme a las transformaciones del ecosistema digital, que son inesperadas, drásticas. Por decirlo de alguna manera, he tenido varias personalidades como emprendedor.

A continuación, te relaciono las más frecuentes, con sus ventajas y desventajas:

1.- El visionario. Que también lo podríamos llamar el idealista o el soñador. En otras palabras, es la persona que permanentemente sueña despierta, que tiene una mentalidad fuerte para ir en busca de lo que desea. En su cabeza está muy claro lo que quiere y hace lo necesario para conseguirlo, al tiempo que es de aquellos que cuando ve una buena oportunidad a su alcance va y la toma.

El problema con este emprendedor visionario es que muchas veces se queda en vislumbrar su sueño y le cuesta pasar a la acción. Peor aún: no pasa a la acción y, entonces, no puede cristalizar su sueño. La clave, para él, es mantener los pies en la tierra y comenzar a actuar para que sus sueños no vuelen tan alto que ya no pueda alcanzarlos. Un buen equipo le ayudará a avanzar.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Cada emprendedor es único y su motivación, también. Determinar cuál es su personalidad le aporta grandes beneficios.


Así como cada negocio o empresa es única y distinta de las demás, cada emprendedor es distinto de los otros. Tanto, que en el ecosistema de los negocios, dentro y fuera de internet, hay varias especies claramente identificables. Te presento cinco de las más comunes. ¿Cuál es la tuya?


2.- El apasionado. Es aquel que vive en función de su sueño las 24 horas del día, los 365 días del año. Disfruta tanto lo que hace, que no repara en tiempos, esfuerzos, sacrificios o inversiones. Además, dado que ama su actividad, su trabajo, busca involucrar a su familia, a sus amigos, para compartir con ellos su felicidad. La pasión es su combustible para enfrentar las dificultades.

El problema es que en el largo camino del emprendimiento la pasión no es suficiente. Recuerda que, por ejemplo, los aviones hacen escalas para recargar combustible y abastecerse. Además, el apasionado corre el riesgo de quemarse, dado que le cuesta imponer límites a su actividad. Así mismo, tiende a enamorarse de su proyecto, de su trabajo, y le cuesta percibir los errores.

3.- El necesitado. Es la especie más común de la actualidad, la salida que muchos ven para salirles al paso a las crisis de diversa índole. Está dispuesto a medírsele a cualquier reto con tal de lograr su objetivo de generar ingresos de manera rápida. Es recursivo, atrevido, aunque a veces también es propenso a arriesgar de más. Se mueve, básicamente, en función de las tendencias del mercado.

El problema para él es que, por lo general, carece del conocimiento necesario y, dado que está urgido de ingresos, dice que no tiene tiempo para adquirirlo. Entonces, comete errores básicos, elementales. Tampoco es muy paciente y se deja atormentar por lo que hace la competencia, en especial cuando esta lo supera. Si aprende a seguir el proceso, puede alcanzar cimas muy altas.

4.- El altruista. Es aquel que sigue fervorosamente su propósito de vida que, por lo general, está conectado con causas sociales como el cuidado del medioambiente, la protección de la naturaleza y el cuidado de los animales. Su deseo, la razón por la cual se levanta cada día, es porque quiere ser un agente de cambio en el mundo, quiere contribuir efectivamente a crear un mundo mejor.

Es innovador, recursivo y entusiasta, pero tiende a perder las perspectivas, a alejarse un poco de la realidad y, por eso, comete errores que dan al traste con su negocio. Dado que su objetivo no es ganar dinero, bien puede ser de manos abiertas para gastarlo o, simplemente, equivocado a la hora de tomar decisiones financieras. La clave está en que no pierda la conexión con la realidad.

5.- El experto. Es otra especie que abunda en el mercado. La representan aquellos que provienen del mundo corporativo, acreditan una amplia experiencia y atesoran valioso conocimiento sobre un tema específico. Son personas metódicas, analíticas, con capacidad para trabajar en equipo y suelen ser líderes de proyectos exitosos. Conocen el sabor del fracaso y, por eso, no le temen.

Sin embargo, quieren replicar en el ámbito digital lo que hacía en el presencial y así no funciona. Les cuesta trabajo adaptarse a las características del ecosistema de internet, a sus términos y, en especial, a las herramientas. Creen que lo que saben sobre su tema de experiencia es suficiente y son reacios a adquirir nuevos conocimientos, a desarrollar habilidades y explorar otras opciones.

Ser emprendedor, no me canso de repetirlo, es lo mejor que me sucedió en la vida después de mis hijas. Si volviera a nacer, no dudaría un momento en dedicarme a esto desde mi juventud y me enfocaría en desarrollar habilidades, en potenciar aptitudes y en adquirir el conocimiento que se requiere para alcanzar el éxito. Ha sido un viaje extraordinario, una aventura apasionante…


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