En Colombia hay un refresco natural muy popular que es el salpicón. Está preparado con piña, mango, papaya, patilla, kiwi, mandarina, melón y uva. Se mezclan en una jarra grande, con agua o gaseosa, y se sirve helado. En algunas preparaciones le agregan crema y cerezas, como decoración. En otros países se conoce como cóctel de frutas.
Es una bebida muy popular, que se prepara en la casa especialmente en las reuniones familiares, en la antesala de los asados y que se consigue en la calle o en las fruterías. La principal característica de la bebida es que se prepara al gusto del consumidor: se agregan o se eliminan ingredientes, hasta que se ajuste al paladar de cada cliente.
No sé si tenga relación, pero en los negocios veo a muchos emprendedores con lo que llamo la cultura salpicón. ¿A qué me refiero con eso? Que en su proceso de formación han picado aquí y allá, han intentado seguir a uno y a otro, han tomado este curso y el otro, y cuando se toman un respiro se dan cuenta de que su cabeza es un salpicón.
Sí, está llena de deliciosos ingredientes, pero a la hora de la verdad no saben para dónde van o, peor aún, no saben lo que quieren. Ese es uno de los mayores riesgos que corre un emprendedor en la etapa inicial de la construcción de su proyecto de vida: dispararle a todo y no acertarle a nada. ¿Conclusión? Tiempo y dinero perdidos, energías malgastadas.
Ese, por supuesto, es un escenario en el que no quieres estar tú, no deseo estar yo y no se lo deseo a nadie. Es una sensación incómoda, desagradable, como cuando te vas a una noche de farra, te embriagas y al otro día te levantas con una resaca de esas que te hacen implorar ¡Trágame, tierra! Y más cuando recuerdas lo que hiciste con tus amigos.
La cultura salpicón es una terrible tentación que coquetea con los emprendedores novatos en internet. Por toda la red y especialmente a través de las redes sociales pululan los mensajes de los gurús salvadores dueños exclusivos de la verdad y de la solución perfecta. Y hay quienes ingenuamente caen en sus redes, quienes se dejan atrapar.
Esa es una de las razones por las cuales el pánico se apodera de muchos emprendedores a la hora de dar el primer paso. ¿Por qué? Porque les aterra perder su tiempo y su dinero, porque les da miedo ser estafados. Y tienen razón, por cierto, porque los encantadores de serpientes abundan en internet, porque en la red no todo lo que brilla es oro.
¿Cómo evitarlo, entonces?, te preguntarás. Apostando por un modelo de negocios que esté alineado con tus sueños, con tus pasiones, con tus creencias, con tus valores, con tu forma de ver la vida. Ninguno encaja perfectamente, hay que advertirlo, pero hay que buscar la receta ideal, como la del salpicón: escoge los ingredientes que más te agraden.
Es un proceso parecido al de la educación formal: acudes al colegio y cursar la primaria y el bachillerato, etapas en las que acumulas conocimiento de diversas fuentes y de temas variados. Luego te inscribes en la universidad, pero ya escogiste un enfoque, una carrera en la que deseas profundizar. Y después te especializas, cursas una maestría, en fin.
Es como una pirámide: vas de lo básico a lo específico, de lo general a lo particular. Cuando estás en el proceso de aprendizaje necesario para montar tu negocio es preciso que sigas esa estrategia: prueba alternativas, date la oportunidad de conocer enfoques distintos, pero en algún momento toma una decisión: ¡Me quedo con este!
Decídete por un modelo
Cuando digo ¡Me quedo con este!, no significa que se establezca una relación de exclusividad, aunque esa es una de las opciones. Lo que importa es que seas consciente de que esa persona, el modelo de negocio que ofrece ese mentor o coach es justamente lo que tú deseas, el camino por el que quieres transitar, en el que confías.
Te lo voy a plantear de otra manera: cuando uno está soltero, sale son muchas personas distintas. A algunas las conoce más, a otras las descarta después de primer contacto, hasta que llega el momento en que siente una conexión poderosa con alguien y, entonces, pronuncia las palabras mágicas: ¡Me quedo con este! Probó, conoció, decidió.
A veces, muchas veces, los emprendedores novatos se dejan encandilar por el carisma, por la fuerza histriónica de algún personaje, por su verbo convincente, y se olvida de lo único que es importante: el contenido. Y se equivocan porque siguen al actor, al presentador, a ese sujeto que se desenvuelve en el escenario como pez en el agua.
Sin embargo, cuando llegan a la hora en la que se cuecen las habas, cuando hay que trabajar, cuando requieren el consejo y la experiencia de ese guía, se dan cuenta de que están en el lugar equivocado. Y quizás ya le compraron uno o más productos, quizás malgastaron varios meses de su tiempo, quizás se cansaron y tiraron la toalla.
Eventualmente, todos los modelos de negocio son buenos; en esencia, todos son buenos. Sin embargo, y ahí está el detalle como decía el gran Cantinflas, no todos los modelos se ajustan a todos los negocios. Menos en el mundo actual, en el que manda la especialización, en el que hay que enfocarse en algo específico para aspirar al éxito.
Repito un concepto que es vital: apuesta por el modelo de negocios que esté alineado con tus sueños, con tus pasiones, con tus creencias, con tus valores, con tu forma de ver la vida. Si hay algo que ese modelo o ese guía no te pueda aportar y sea estrictamente indispensable para poner en marcha tu negocio, búscalo; de lo contrario, mejor abstenerse.
La cultura salpicón es una deliciosa tentación, y muchas veces caemos en ella porque creemos que entre más conocimiento acumulemos, inclusive sin un criterio o una meta establecida, está bien. Sin embargo, así no funcionan los negocios: ten cuidado, porque quizás esa sea una comida demasiado fuerte para ti y te produzca indigestión.
Para alcanzar el éxito, la prosperidad y la felicidad en la vida y en los negocios es necesario acumular conocimientos y experiencias variadas, en amplias temáticas. Sin embargo, esa es la base de la pirámide y con la ayuda de un mentor o guía tienes la posibilidad de estrechar el embudo y llegar justamente al punto donde quieres estar.
Buen artículo