¿Conocimiento? Hoy cualquiera lo puede obtener de manera sencilla y rápida. Está a solo unos clics de distancia y está disponible gratis, si así lo prefieres. ¿Habilidades? Cualquiera las puede desarrollar, con la ventaja que hoy, a diferencia del pasado, hay muchas personas capacitadas para ayudarte. La verdad es que estos factores no marcan diferencia.

No, al menos, en el alto nivel de la pirámide de los negocios. Allí donde se congrega la élite, donde se reúnen los que han invertido tiempo y dinero en adquirir conocimiento y desarrollar habilidades. Y el manejo de las herramientas, que también es necesario, es tan solo otra habilidad y solo requieres saber lo básico: para lo demás están los expertos.

Entonces, ¿dónde está la diferencia? ¿Por qué unos alcanzamos éxitos y otros, no? ¿Por qué hay tantas personas que renuncian a sus sueños? ¿Por qué hay personas que, a pesar de tenerlo todo, fracasan una y otra vez y no logran resultados? Por el poder de la mente, por la mentalidad que cada uno consigue desarrollar. ¡Esa, créeme, es la diferencia!

Como sicólogo y como emprendedor con más de 25 años de trayectoria, tengo autoridad para decirte que la mentalidad es la responsable del 80-90 % (más el 90 que el 80) de los resultados que obtienes en la vida. En cualquier actividad. Y no solo porque es un tema que he estudiado repetidamente, sino en especial porque lo he vivido en carne propia.

Y lo veo todos y cada uno de los días en mi trabajo, cuando veo personas, empresarios y emprendedores llenos de cualidades, de fortalezas, de sueños increíbles, que no logran los resultados que esperan. Se pasan la vida tropezando con la misma piedra y lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que nunca se dan cuenta, o nunca aceptan, cuál es la verdadera razón.

Para comenzar, ¿qué se entiende por mentalidad? El diccionario nos dice que es el “modo de pensar o configuración mental de una persona” y también, “conjunto de opiniones y representaciones mentales propio de una colectividad”. En otras palabras, las creencias y los pensamientos que tenemos y que se refleja en la forma en que nos comportamos.

Por eso, precisamente, no se puede hablar de una sola mentalidad, de una mentalidad común para todas las personas. Ni siquiera en tu familia, por ejemplo. Si lo piensas un poco, verás que, aunque comparten conocimiento y creencias, piensan distinto, que se comportan distinto, reaccionan distinto. Su mentalidad es distinta, sus resultados son distintos.

Además, algo que muchos desconocen o pasan por alto: la mentalidad no se enseña. Es decir, no puedes ir a ninguna escuela o instituto y pedir que te la enseñen. ¿Por qué? Porque la mentalidad es un aprendizaje propio, una construcción propia. Sí, es cierto que está determinada por las creencias y enseñanzas que te transmiten otros, pero es propia.

¿Cómo, entonces, desarrollar la mentalidad adecuada? Lo primero es entender que no puedes copiar la de otra persona, tu padre, tu pareja o un referente. Cada ser humano es único y eso es lo que lo hace especial y valioso. Y como todos tenemos creencias, miedos y pensamientos distintos, por más que hagas un gran esfuerzo nunca podrás copiar a otro.

Lo segundo, aceptar que la mentalidad está en ti. ¿Eso qué significa? Que el punto de partida para desarrollar una mentalidad es el autoconocimiento: saber quién eres, cómo eres, establecer tus fortalezas y debilidades, tus dones y talentos. Solo tienes que identificarla y potenciarla, trabajarla, fortalecerla. Y, por supuesto, se trata de un proceso.

Lo tercero, y a mi juicio lo más importante, entender y aceptar que el único camino para desarrollar la mentalidad, a partir del autoconocimiento, es hacer. En otras palabras, no hay más alternativa que seguir aquella vieja premisa de prueba y error. Cada error, por dolorosa que sea, te servirá si identificas y aprovechas el aprendizaje que incorpora.

En últimas, desarrollar la mentalidad consiste en lidiar con tus miedos, tus creencias limitantes, tus pensamientos (en especial, con los negativos y los tóxicos) y, sobre todo, con las emociones. Por eso, justamente por eso, tantas personas no consiguen desarrollar una mentalidad: porque no consiguen superar estos obstáculos y se quedan ancladas.

La primera piedra de la mentalidad, ya lo mencioné, es el autoconocimiento. Arriba de este, la autoestima, la confianza en sí mismo, el aprendizaje continuo, el desarrollo de las habilidades que te permitan aprovechar tus dones y talentos. Es un trabajo paso a paso, día a día, que tarde o temprano dará los frutos esperados si eres constante y disciplinado.

Ahora, debes saber que la mentalidad equivocada, la negativa, también es una creación propia. Influenciada, determinada, condicionada por los demás, pero finalmente eres tú el que la desarrolla, el que siembra la semilla y la cultiva. ¿Cómo? Te quedas anclado en tus miedos, tus creencias limitantes, dependes emocionalmente de otros, no actúas…

La experiencia (la vida) me enseñó que hay dos tipos de mentalidad. Si le preguntas a Mr. Google, te dirá que hay expertos que define al menos veinte (¡sí, 20!), pero a mi juicio se trata más bien de distintas manifestaciones de los dos tipos de mentalidad que existen. ¿Sabes cuáles son? La mentalidad fija (o cerrada) y la mentalidad de crecimiento (o abierta).

Esta definición fue establecida por la doctora Carol Dweck, profesora de Psicología de la prestigiosa Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Ella es considerada una de las autoridades mundiales en el campo de la investigación de la personalidad, la psicología social, la motivación y el desarrollo. En su libro Mindset: la actitud del éxito profundiza en este tema.

La características de la mentalidad fija (o cerrada) son las siguientes:

Estas personas creen que su inteligencia, personalidad y carácter son algo inherente y estático

Están convencidas de que su potencial fue establecido al nacer y no puede ser cambiado (ampliado) en el transcurso de la vida

Se esmeran por parecer inteligentes y evitan el fracaso a toda costa (no hacer es la principal forma de evitarlo)

Se atienen a lo que saben, no se preocupan por ampliar su conocimiento o por desarrollar nuevas habilidades

Son reacias al cambio y no intentan mejorar en ningún aspecto de su vida

Son sensibles a las críticas y reaccionan negativamente a ellas


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Una mentalidad fija puede llevarte por un callejón sin salida. ¡Cuidado!


La mentalidad no se aprende ni se puede comprar. Es una construcción propia, un aprendizaje que surge a partir de lo que nos enseñan los errores, los fracasos. ¿Cómo desarrollar la mentalidad de crecimiento? Te revelo 10 acciones sencillas (y efectivas).


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Las características de la mentalidad de crecimiento (o abierta) son las siguientes:

Estas personas están convencidas de que su inteligencia, personalidad y carácter pueden desarrollarse continuamente y se dan a la tarea de conseguirlo

Entienden que su verdadero potencial es desconocido e ilimitado; son curiosas y muestran una constante actitud de aprendizaje

Afrontan las incertidumbres sin miedo, a sabiendas de que son pruebas que les permitirán aprender, avanzar y ser mejores

Se abren a los retos, sin miedo. Les encanta que la vida les exija

No tienen miedo a fallar porque entienden que el fracaso no es el punto final del camino, sino una etapa del mismo y que, además, incorpora valioso aprendizaje

Se esmeran por aprender más, por profundizar el conocimiento adquirido, por desarrollar habilidades que les permiten obtener mejores resultados

Valoran las críticas y las aceptan a sabiendas de que les ayudan a mejorar

Ahora, la pregunta del millón: ¿cómo saber cuál tipo de mentalidad has desarrollado? Las dos, en realidad. Todos los seres humanos, sin excepción, desarrollamos en determinado momento de la vida la mentalidad fija. ¿La diferencia? Algunos salimos de allí, la dejamos atrás y desarrollamos la mentalidad de crecimiento, mientras otros permanecen allí.

La clave para determinar el tipo de mentalidad que tienes en el presente es identificar tus reacciones ante los errores, ante el fracaso, ante las dificultades. En todos y cada uno de los aspectos de tu vida, en diferentes ámbitos como las relaciones (contigo mismo y con los demás), el trabajo, la familia o el dinero. Veamos algunas de las manifestaciones:

Si tienes mentalidad de crecimiento (o abierta):

1.- Aprendes. Un error solo es un obstáculo cuando desprecias la lección que incorpora y no ves como una debilidad, no como una oportunidad. Un fracaso solo es definitivo si te rindes, si renuncias a tus sueños. Si aprendes, los aprovecharás y los agradecerás

2.- Resuelves. ¿Te caíste? Te levantas, te sacudes, curas las heridas y reanudas la marcha. Tomas decisiones, a veces dolorosas, como el desapego, como alejarte de las personas y los ambientes tóxicos que te impiden avanzar. Asumes la responsabilidad de tu vida

3.- Sigues adelante. Entiendes que la vida es un proceso que no termina y que cada día es una oportunidad para crecer, para aprender, para mejorar. En vez de quejarte de lo que te falta, agradeces lo que tienes , lo valoras. Tu estándar es la excelencia, la abundancia

4.- Aceptas críticas. No te afecta lo que otros digan o piensen de ti, pero tienes la capacidad de escuchar sus opiniones a sabiendas de que pueden ayudarte a prestar atención a lo que no ves. Aceptas que necesitas de los demás y lo agradeces

Si tienes mentalidad fija (o cerrada):

1.- Te lamentas. Asumes que la vida es demasiado dura contigo, que te castiga, que no te brinda lo que te mereces y la cuestionas permanentemente. Aunque consigas lo que deseas, nunca vas a estar conforme y no aprecias ni valores lo que has recibido

2.- Te estancas. Tropiezas una y otra vez con la misma piedra y, producto de tus miedos, te dejas llevar por la incertidumbre y no actúas. Elijes permanecer en la zona de confort, sin darte cuenta de que allí mueren tus sueños. Te invaden los pensamientos negativos

3.- No aprendes. Dado que crees que ya todo está establecido, de que tu destino ya fue fijado de antemano, no te preocupas por desarrollar tu potencial y percibes el aprendizaje como una pérdida de tiempo, una actividad a la que no le prestas la atención adecuada

4.- No escuchas. Sufres por el qué dirán y dependes de las opiniones de los demás. Te preocupa en exceso recibir la aprobación de otros y, cuando no la consigues, te aíslas, no escuchas y, como el avestruz, prefieres enterrar la cabeza en la tierra. Te quedas solo

Por último, diez acciones sencillas (aunque, no fáciles de implementar) que te ayudarán a desarrollar una mentalidad de crecimiento:

1.- Enfócate en el presente

2.- Rodéate de personas positivas y constructivas

3.- Sé agradecido (inclusive, de lo que todavía no llegó a tu vida)

4.- Privilegia el lenguaje positivo y constructivo (inclusive, contigo mismo)

5.- Come sano (tu cuerpo, tu templo)

6.- Descansa (la vida no es una competencia)

7.- Haz ejercicio (tu cuerpo es una máquina que requiere movimiento)

8.- Medita (conéctate con tu yo interior)

9.- Escucha música que te inspire, que ponga tu mente en modo positivo

10.- Haz el bien y no mires a quien