En el pasado, en el siglo pasado, cuando un trabajador estaba en la búsqueda de empleo o aspiraba a uno nuevo, su principal herramienta era la hoja de vida. El currículum era palabra de Dios y todo cuando apareciera allí consignado pesaba a la hora de la decisión. Sin embargo, en estos tiempos modernos, especialmente en la era poscoronavirus, prácticamente no importa.

En aquellos tiempos, había que andar con una hoja de vida debajo del brazo. Y que no faltara ningún dato como las referencias personales y laborales, que podían inclinar la balanza a tu favor o en tu contra. Había formatos prestablecidos y no estaba bien vista la creatividad en el diseño. Además, la información personal tenía muy poca relevancia para los reclutadores.

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Recuerdo que cuando uno se presentaba a una entrevista de trabajo o enviaba una hoja de vida a una empresa también tenía que llamar a las personas que aparecían en las referencias para recomendarles que hablaran bien de ti. Y no siempre ocurría: a veces, muchas veces, de alguno de tus empleos anteriores te habías retirado en términos amistosos y, entonces, te la cobraban.

Así mismo, tenías que esmerarte en acreditar estudios y formaciones: cuantos más contabilizaras, mucho mejor. En Colombia, a eso, lo llamábamos la calle del cartucho (del reciclaje) porque lo único que importaba era tener muchos cartones (diplomas). Y no faltaba, por supuesto, es que se inventaba estudios que no había realizado, porque ninguna empresa validaba esa información.

Hoy, sin embargo, es distinto. Los títulos académicos cada vez tienen menos peso, porque lo que las organizaciones buscan en un prospecto es distinto. Bueno, también porque se da por descontado que el candidato acredita los estudios requeridos. Pero, ahora los reclutadores se enfocan en lo que conocemos como habilidades blandas, a las que cada vez se les da mayor peso.

En los últimos años, las empresas privilegiaron la capacidad de las personas para trabajar con las nuevas tecnologías, convencidas de que esa era la fortaleza más preciada. Sin embargo, la realidad demostró que, si bien es importante esta habilidad, no garantiza un buen desempeño en el ámbito laboral y menos en un ambiente de incertidumbre y miedo como el que vivimos actualmente.

Además, si esas habilidades blandas son valoradas en el mundo corporativo, si eres emprendedor son imprescindibles. ¿Por qué? Porque, lo sabemos, los emprendedores trabajamos con pocos recursos, con equipos reducidos, y nosotros mismos desempeñamos varias funciones. Entonces, sabrás que tu conocimiento y experiencia no bastan, que tus títulos académicos no te ayudan.

Empecemos, entonces, por definir qué son las habilidades blandas. Se conciben como la combinación de tus cualidades sociales, tu forma de ser, tu comunicación y tu forma de relacionarte con los demás, entre otras. En otras palabras, es tu lado más humano, aquel que te permite adaptarte mejor a las actuales condiciones del mercado, a la dinámica del cambio.

¿Cuáles son esas habilidades blandas? La comunicación asertiva, la empatía, el trabajo en equipo, la resolución de conflictos, el liderazgo, la capacidad para escuchar, el manejo del estrés o la gestión del tiempo. Como ves, no se trata de aquellas que ves en el programa académico de ninguna carrera universitaria y tampoco son de esas que tus padres te enseñaron en casa.

Por eso, cuando llegamos al ámbito laboral, bien sea dentro de una organización o por tu cuenta propia como emprendedor o dueño de un negocio, nos estrellamos con la realidad. Es cuando comprobamos que la clave del éxito es el equilibrio entre lo personal y lo laboral, entre lo académico y lo interpersonal. Si uno de los extremos falla, no hay equilibrio y sin equilibrio hay problemas.

Si eres emprendedor, si quieres ser distinto al grueso del mercado, si quieres ser visible, si quieres ser reconocible tienes que desarrollar tus habilidades blandas. Algunas de ellas te ayudarán a obtener mejores resultados en tu negocio y otras, mientras, te permitirán establecer una conexión poderosa con el mercado, con tus clientes, una de las premisas del éxito en el marketing hoy.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Tu capacidad para relacionarte con otros, tanto en lo laboral como en lo social, es bien valorado.


El ámbito laboral del siglo XXI, especialmente si eres un emprendedor, demandan de ti algo más que conocimiento y experiencia. Para destacar en el mercado y diferenciarte de la competencia, es necesario desarrollar las habilidades blandas. ¿Sabes cuáles son? Esta son las 10 más relevantes.


Estas son las habilidades blandas más importantes de un emprendedor:

1.- Inteligencia emocional. La gestión de las emociones es un arte cuando lo dominas, pero una pesadilla cuando la sufres, cuando careces de ella. La vida de un emprendedor es una montaña rusa y debemos aprender a controlarnos, a mantener el equilibrio para que nuestras acciones y decisiones no respondan a impulsos inconscientes. Este escenario es como un campo minado.

2.- Comunicación asertiva. La clave del éxito en el marketing del siglo XXI está en tu capacidad para establecer una relación de intercambio de beneficios con cada uno de tus clientes, basada en la confianza y la credibilidad. Si no sabes comunicarte adecuadamente, con respeto, con honestidad, con empatía, con escucha activa, nunca lograrás ese objetivo. El mensajes es el secreto.

3.- Habilidades de comunicación. Antes, los emprendedores podíamos ocultarnos tras la pantalla del computador, pero hoy el mercado exige saber quiénes somos, ver cómo somos. Entonces, no hay opción: debes desarrollar la habilidad de transmitir mensajes poderosos a través de diferentes formatos como el escrito, el visual, el oral. Si logras desempeñarte bien en los tres, mucho mejor.

4.- Gestión del tiempo. Una de las mayores dificultades para un emprendedor es cumplir con las tareas previstas, que a veces son demasiadas. Tienes que aprender a decir no, a delegar, pero también debes saber organizar tu agenda, hacer pausas, tomar descanso, combinar lo laboral con lo personal y seguir aprendiendo. El tiempo es el activo más valioso de tu negocio, no lo olvides.

5.- Flexibilidad. Especialmente, la de tu mentalidad para entender que la dinámica del cambio es una constante de la vida y de los negocios y que no tiene sentido resistirte a ella. Necesitas saber adaptarte a las nuevas condiciones, a los cambios de comportamiento de tus clientes y a las condiciones del mercado. Flexibilidad, sin embargo, no puede ser interpretada como debilidad.

6.- Toma de decisiones. Lo que obtengas en la vida y en los negocios depende exclusivamente de tus acciones y de tus decisiones. Si te equivocas en alguno de estos dos aspectos, no busques el problema donde no está (la competencia, la crisis, el dólar…). La capacidad analítica (pros y contras), el buen criterio, la escucha activa y la gestión de las emociones son las claves para acertar.

7.- Gestión del estrés. Otra de las asignaturas pendientes para muchos emprendedores. Nos dejamos desbordar por el frenético ritmo de trabajo, asumimos más tareas y responsabilidades de las que en realidad podemos cumplir y luego lo pagamos caro. Porque lo único que logramos es deteriorar la salud. Hacer deporte, descansar bien y alimentarte convenientemente te ayudará.

8.- Capacidad de servicio. Es una habilidad que está estrechamente relacionada con tu capacidad de comunicación y que, además, es innata e todos los seres humanos. Lo importante es aprender a despojarte del ego, desarrollar la empatía y anteponer el beneficio de tu cliente a tus propios intereses, incluidos los económicos. Servir, amigo mío, es el mejor negocio del mundo.

9.- Saber vender. Si tienes un negocio o si eres un emprendedor, no tienes opción: debes aprender a vender. Todos, por naturaleza, somos vendedores, solo que nos inculcan una idea distorsionada de esta habilidad. El problema es que, producto de esa mala imagen, tenemos prevenciones hacia esta actividad, que no solo es clave en los negocios, sino que con el tiempo se vuelve divertida.

10.- Orientación a los resultados. Incorpora la planificación, la creación de sistemas efectivos, la organización, el respeto del proceso, la medición del avance de tus estrategias y, especialmente, el enfoque. Es una de las habilidades blandas más valiosas y, también, más escasas. Implicar un cambio de mentalidad y paciencia, una virtud que, lo sabemos, no se vende en las farmacias.

El conocimiento, la preparación académica y el continuo aprendizaje son necesarios para que un emprendedor alcance el éxito en su negocio. Sin embargo, la realidad nos demostró que no son suficientes. La clave del éxito radica en alcanzar un equilibrio a través de las habilidades blandas, que ponderan tu lado humano y te permiten establecer una relación productiva con tus clientes.


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