Esta semana que termina estuvo marcada por las emociones (alegría, tristeza, euforia, decepción) que se desprenden de la afición por el fútbol. Después de un largo camino, concluyeron las eliminatorias al Mundial de Rusia-2018 y quedaron definidos los 32 equipos que entre junio y julio del año entrante disputarán la Copa Mundo.

Perú, un país al que aprecio mucho, en el que el marketing digital crece a paso firme, que en Comando Secreto nos dio la oportunidad de conocer y disfrutar a tres participantes maravillosos, obtuvo el último cupo. La noticia, sin embargo, fue la eliminación de Italia, uno de los grandes, que desde 1958 no se quedaba por fuera de la fiesta del balón.

No soy experto en el fútbol, no sigo el desarrollo de ningún torneo en especial, pero como cualquier ser humano con sangre latina palpito cuando llega el Mundial. Eso sí, me encantan esas emociones que despierta esa pasión y me encantan la fiesta que hay alrededor de un partido de fútbol: los amigos, la cerveza, el asado…

Lo cierto es que el eco de la experiencia de mis colegas, amigos y clientes de Latinoamérica esta semana me invitó a hacer una reflexión enfocada en los negocios. Y, claro, acudí a mis gurús deportivos, a los expertos en fútbol, con quienes sostuve una conversación que me dejó grandes enseñanzas, las que ahora comparto contigo.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Perú, ausente desde España-1982, fue el último clasificado a Rusia-2018.

Un primer dato llamó mi atención: Perú no asistía a una Copa Mundo desde España-1982, es decir, acumulaba 35 años de fracasos. Eso quiere decir que varias generaciones de jóvenes peruanos no han visto a su país en el torneo. Mientras, Italia no se quedaba por fuera desde 1962, cuando el Mundial se disputó en Chile (otro de los eliminados).

Primer mensaje: nada es para siempre. Ni el fracaso ni el éxito. En la vida, en el fútbol o en los negocios, cambia, todo cambia. Este es uno de los aprendizajes más valiosos que debemos incorporar los emprendedores, propensos a tirar la toalla cuando sumamos dificultades o sufrimos tropiezos consecutivos. ¡Nunca hay que tirar la toalla!

Si la vida nos pone obstáculos repetidos en el camino, hay que armarse de paciencia y perseverancia, insistir hasta que cambie la tendencia. O, dicho de otra forma, en esa situación nuestro trabajo consiste en hacer que cambie la tendencia. Y si es exitosa, necesitamos prepararnos para enfrentar los tiempos difíciles, que siempre vendrán.


La suerte dispareja que corrieron Italia y Perú en el cierre de las eliminatorias
al Mundial de Rusia-2018 nos deja grandes enseñanzas a los emprendedores:
aquí, cinco que pueden ayudarte a ser mejor en los negocios y en la vida.


Desde las experiencias opuestas de Italia y Perú, gracias a las luces que me prendieron mis gurús deportivos, voy a compartir las cinco lecciones de marketing más valiosas:

1) Miedo al cambio: una de las principales razones de la suerte que corrió Italia es su resistencia al cambio. Identificado históricamente por un estilo al que denominan Catenaccio (candado, sistema ultradefensivo), no ha sabido adaptarse a las nuevas exigencias del fútbol internacional. Esa reticencia a la modernización fue su perdición.

Aunque recientemente hubo un intento por cambiar su estilo, los triunfos que cosechó (fue campeón mundial en 2006) reforzaron las creencias en las viejas estructuras y ahí se quedó. Para alcanzar el éxito, la aceptación del cambio es una premisa: cambian los gustos, cambian las tendencias, cambian los mercados, nosotros tenemos que cambiar.

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Suecia, un competidor al que muchos menospreciaron, dio la sorpresa: sacó a Italia.

Perú, mientras, entendió que necesitaba modificar esas características que lo habían privado de ir al Mundial repetidas veces y triunfó. Los directivos respaldaron al técnico en los momentos más difíciles, los jugadores asumieron su responsabilidad y se comportaron como verdaderos profesionales (eran muy indisciplinados) y ahora vuelven a sonreír.

2) Importancia de la esencia: algo que necesitamos aprender todos los seres humanos, pero especialmente quienes hacemos negocios, es que cada uno tiene características propias, únicas, que lo distinguen del resto. Cada uno tiene su esencia y hay que respetarla, cultivarla, enriquecerla, combinarla con otras más que la fortalezcan.

Italia, me cuentan, renegó de su esencia: aunque siempre privilegió lo defensivo, siempre lo mezcló con talento y poder ofensivo, justamente lo que más extrañó en esta eliminatoria. Como cualquier país, produce futbolistas de gran calidad, pero los tiene relegados: hay equipos italianos que compiten ¡con 11 extranjeros, sin italianos!

Perú, por su parte, conservó la buena técnica, la característica que lo hizo famoso y despertó la admiración de propios y extraños, y le agregó otras que se requerían: disciplina, sacrificio, vocación defensiva, trabajo en equipo, preparación física. Sin dejar de ser el Perú histórico, el de siempre, se transformó en un seleccionado competitivo.

3) Se requiere un plan: cansados de tantos fracasos, de probar con tantos técnicos reconocidos que no dieron resultado, de experimentar con distintas fórmulas, los directivos peruanos acogieron el plan diseñado por el entrenador argentino Ricardo Gareca y lo pusieron en práctica. Lo respaldaron, le brindaron las herramientas y salieron airosos.

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El llanto del arquero Gianluigi Buffon, símbolo de la tristeza de los italianos.

Italia se escudó en su grandeza (representada en cuatro títulos mundiales) y en su historia y fracasó. Desde que ganó el Mundial de Alemania-2006, empleó cinco técnicos (Roberto Donadoni, Marcello Lippi, Cesare Prandelli, Antonio Conte y Giampiero Ventura) y ninguno de ellos fue capaz de encontrar el camino correcto para evitar el desenlace.

¿Cuál fue el error? Dentro del estilo particular de cada uno, en esencia todos hicieron lo mismo y, por eso, el resultado fue el mismo. Le apostaron a lo inmediato, improvisaron en medio de las dificultades (grave, gravísimo error) y actuaron con más sentimiento que con sensatez. Hay que diseñar un plan, seguirlo detalladamente y creer en él, siempre.

4) Saber decidir: conozco muchos emprendedores que fracasaron a pesar de tenerlo todo a su favor para triunfar: recursos, experiencia, conocimiento, vocación de servicio, clientes. ¿Cuál fue el problema, entonces? Que, en los momentos cruciales, en los más importantes, tomaron decisiones equivocadas, unas que los llevaron a desaparecer.

Italia cambió de técnicos de manera caprichosa y los técnicos cambiaron de jugadores de manera caprichosa, y ahí están los resultados. Como no había un plan específico, como no hubo autocrítica ni se reconocieron los errores, al final no hubo cómo torcer la tendencia. Fue una infortunada cadena de malas decisiones la que provocó esta triste eliminación.

Perú, que en el pasado había transitado ese mismo camino, tomó la decisión de creer en el trabajo y la propuesta de DT Gareca, lo respaldó a pesar de las críticas de aficionados y periodistas y acabó con el largo ayuno. Conservar la cabeza fría en los momentos calientes y sopesar los pro y los contra fueron las claves del éxito del proyecto del fútbol inca.

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Los jugadores terminaron pagando los efectos de una vieja y larga cadena de errores.

5) El liderazgo: no hay proyecto o empresa que pueda salir adelante sin contar con un líder, con un equipo capacitado y comprometido. Perú lo tuvo, en cabeza del técnico Gareca, que supo transmitirles el mensaje a los jugadores. Además, esta vez la prensa y la afición entendieron su rol y apoyaron mayoritariamente, arropando al grupo.

Italia, que contaba con jugadores de la trascendencia y la trayectoria del arquero Gianluigi Buffon, que apostaba a convertirse en el primer jugador en asistir a seis ediciones de la Copa Mundo, careció de líderes. Los grandes equipos italianos de la historia siempre tuvieron líderes, deportivos (futbolístico) y espirituales (il capo, el guía en el terreno).

Esta versión de la Selección Italia careció de ellos y lo pagó caro. No hay negocio capaz de sobresalir sin capacidad de liderazgo, sin una visión clara, sin una misión específica, sin un equipo en el que cada uno entienda su rol y lo ejecute a la perfección. El triunfo o el éxito, hoy por hoy, es fruto de esfuerzos colectivos que han sido adecuadamente canalizados.