¿Sabes cuál es una de las razones por las que me encanta trabajar en internet? Su capacidad para sorprendernos. Cada día hay algo nuevo o, cuando menos, una innovación que reviste de mejores características o proporciona más beneficios de algo que ya disfrutábamos. Y no solo me refiero a herramientas tecnológicas, sino a recursos que nos facilitan la vida. Ah, y a las oportunidades.

Hagamos un poco de memoria: a finales de 2022, a través de los medios de comunicación nos enteramos de que una empresa llamada OpenAI, de la que la mayoría jamás había escuchado, lanzó un herramienta: ChatGPT. A partir de  la temida y anhelada inteligencia artificial, pudimos comenzar a disfrutar de la generación automática de contenidos en diferentes formatos.

Una tecnología poderosa que ha revolucionado la generación de contenidos, que suele ser uno de los grandes dolores de cabeza de las marcas, empresas, negocios, emprendedores o profesionales independientes que venden productos o servicios dentro o fuera de internet. En la medida en que reciba las instrucciones adecuadas, que le brindes el contexto necesario, te ayuda, y mucho.

Uno de los mayores aprendizajes de ese proceso con ChatGPT es que la magia la pones tú. ¿Eso qué quieres decir? Que si tú la alimentas con basura, ella te responde con basura. La genialidad de la herramienta radica en que realiza en pocos minutos (o segundos) tareas que a los seres humanos nos demandan horas. Y quizás ya sabes que el tiempo no se puede recuperar.

Cuando se dio esta meteórica irrupción (otra más), los detractores, los enemigos de esta clase de innovaciones, nos dijeron que la ficción de las películas se trasladaba a la realidad. Es decir, que las máquinas iban (o van) a acabar con la especie humana. Hasta ahora, por fortuna, no sucedió con ChatGPT, que para mí se convirtió en el mejor asistente personal con el que he trabajado.

A lo largo de más de 25 años como emprendedor, he trabajado de la mano de la tecnología. Siempre he utilizado las herramientas que están a mi alcance en ese momento y la he probado casi todas. Algunas ya no existen y otras se transformaron en versiones más poderosas. Y, como el caso de ChatGPT, surgen nuevas opciones que, si las aprovechas, te beneficiarán de múltiples formas.

Recuerdo que por allá en 1997, cuando mi vida navegaba aguas turbulentas y el futuro era incierto en un país sacudido por la guerra entre el Estado y los narcotraficantes, apareció internet. Ni siquiera entendíamos de qué se trataba y, lo irónico, era que la mirábamos con desprecio. Sí, uno más de tantos inventos revolucionarios de corto vuelo, que desaparecen en el corto plazo.

Por supuesto, y por fortuna, estábamos equivocados, muy equivocados. Internet no solo se quedó, sino que nos transformó la vida de múltiples formas. Hoy, prácticamente nada de lo que hacemos en el día a día, en cualquier actividad, es ajeno a internet o alguno de sus recursos. Y lo mejor no fueron las herramientas, poderosas y versátiles, sino el universo de oportunidades que se abrió.

Recuerdo, también, que ya en los 2000, cuando comencé a realizar eventos presenciales en los que compartía mi conocimiento y formaba a aquellos atrevidos aventureros que quería convertirse en emprendedores, en algún momento aparecieron los agentes inmobiliarios o brokers, como se les conoce en los Estados Unidos. Una experiencia enriquecedora que trajo lecciones poderosas.

Los pocos empresarios inmobiliarios que acudían a los eventos llegaban con una pesada mochila de incredulidad mezclada con altas dosis de curiosidad. Les llamaba la atención descubrir qué era eso de internet que había revolucionado otros campos del mundo de los negocios y, sobre todo, si era posible que ellos también pudieran beneficiarse con esa tecnología. No imaginaban cómo.

“No, Álvaro, esto no es para el mundo inmobiliario: es imposible vender una propiedad por internet”, me repetían sin cesar. ¿Por qué decían esto? Porque los inmuebles son bienes físicos, tangibles; porque son productos de alto valor, porque aseguraban que nadie compraba una casa o una propiedad sin haberla visitado, sin haber estado allí. La verdad, eran creencias limitantes.

Hoy, seguro lo sabes, puedes comprar un penthouse, una casa, un lote (parcela) o un proyecto que no se ha desarrollado a través de internet. Mi buen amigo Rodrigo Chicharro, de Chile, es uno de los que comenzaron con grandes dudas y, a medida que aplicaron las estrategias de marketing que les enseñé y obtuvieron resultados positivos, transformaron su negocio. Él solo vende por internet.

Más adelante conocía Emil Montás, de República Domincana, un caso realmente simpático. Él me seguía desde hacía varios años y era habitual consumidor de mis productos gratuitos, de los que se había beneficiado. Sin embargo, con ocasión de un evento presencial en Tampa, decidió asistir. “Llevo muchos años recibiendo valor de tu parte, gratuito, y tenía que comprarte algo”, me dijo.

Aquel evento, de tres días, costaba 5.000 dólares. Hoy, Emil es referente número uno del mercado inmobiliario en su país, especialista en uno de los micronichos más lucrativos: el de la segunda vivienda (second home), la destinada al descanso. Además, aprovechó el aprendizaje digital y se convirtió en el mentor de otros agentes inmobiliarios, a los que les enseña a través de internet.


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Nada más revolucionario que ayudar a otros con tu conocimiento. ¡Puedes cambiar el mundo!


Como ves, los límites están en la imaginación de cada uno. Pero, ¿por qué te cuento estas historias? Porque hace unos días me sorprendí al ver en internet una noticia que llamó mi atención: “Amazon comenzará a vender autos en su plataforma a partir de 2024”, decía el titular. Imposible pasar por alto algo así que me revolvía las entrañas y desempolvaba los recuerdos.

Mis primeros pinitos como emprendedor digital se dieron de la mano de Amazon, que por aquel entonces se promocionaba como “la librería más grande del mundo”. Sí, a diferencia del gigante del comercio digital y la logística que es hoy, en ese momento solo vendía libros. Después su modelo de negocio se abrió de la mano de los dispositivos electrónicos y ahora venderá autos.

Que, como el inmobiliario, desde siempre fue un negocio físico. “Nadie compra un auto sin haberlo visto, sin haberse sentado en él”, pensarán algunos. Bueno, un pensamiento válido, pero Amazon piensa distinto y, por eso, desde 2024 venderá autos Hyundai en su plataforma. Y no, no es ciencia ficción. El experimento comenzará en EE. UU. y, según los resultados, ampliará sus horizontes.

El acuerdo entre Amazon y Hyundai fue revelado hace pocas semanas durante El Salón del Automóvil, en Los Ángeles. Uno de los puntos del convenio establece que Alexa, el popular asistente digital de Amazon, será incorporado en los automóviles. La idea es que la compra se haga a través de internet y luego el propietario se acerque a un concesionario y se lleve el vehículo.

¿Ciencia ficción? Hace unos años, sí. Si bien todavía se desconocen detalles y minucias del acuerdo, se prevé que sea a finales de 2024 cuando se dé este paso que marcará un antes y un después en el mundo de los negocios, en especial, en el comercio de automóviles. No me cabe duda de que, como sucedió hace casi 25 años con su librería digital, Amazon la va a volver a sacar del planeta.

Ahora, regresemos al concepto clave de este contenido: internet, más allá de una tecnología disruptiva y revolucionaria, es un universo ilimitado de oportunidades. Que están allí a la espera de quien quiera aprovecharlas y sepa cómo hacerlo. Oportunidades que, valga recalcarlos, no son exclusivas de marcas poderosas y reconocidas como Amazon o Hyundai, sino para cualquiera.

Literalmente. Por eso, y en especial en Latinoamérica, los emprendimientos digitales son hoy el combustible que mueve las maltrechas economía de nuestros países. Y en Estados Unidos aportan una cifra significativa, cada vez más alta, en la generación de empleo. Y, repito: una oportunidad que está al alcance de la mano de cualquiera, de quien quiera aprovecharla y sepa cómo hacerlo.

Cuando comencé, y por varios años, era el único latino del mercado de los negocios digitales. Con el paso del tiempo, nos transformamos en una comunidad y hoy somos un mercado gigante en crecimiento. Además, los últimos acontecimientos aceleraron la transformación digital, que venía a paso de tortuga, y millones de personas se adentraron en las insondables profundidades de internet.

La gran revolución de la tecnología, de internet, es un fenómeno que muchos todavía no entienden o, lo peor, no aceptan. ¿A qué me refiero? Amazon comenzó con libros, evolucionó a la tecnología, primero, y a productos para el hogar, ropa, zapatos y más, hasta llegar al punto de ofrecer autos. Y son incontables los proyectos inmobiliarios, en todo el mundo que se venden, a través de la red.

Sin embargo, lo más poderoso, lo más transformador, lo más revolucionario, es que con estas poderosas herramientas, con esta fantástica tecnología, es posible vender CONOCIMIENTO. Lo escribo en mayúscula para resaltarlo. El conocimiento, seguro lo sabes, es el motor de la evolución de la especie humana a lo largo de la historia: adquirirlo, transmitirlo y compartirlo le da sentido a la vida.

Somos cientos de miles los que aprendimos a empaquetar nuestro conocimiento, lo convertimos en un producto digital (curso, libro, audiolibro, video o cualquier otro) y lo vendemos a través de internet. Una especie de onda expansiva, esta maravillosa y transformadora, que no solo nos ha permitido rentabilizar el conocimiento atesorado, sino, lo mejor, poder ayudar a otros.

Una de las realidades dolorosas a las que me enfrento en el día a día es aquella de conocer a personas valiosas, con amplio conocimiento y experiencias enriquecedoras, que están sentadas en una mina de oro y no se han dado cuenta. ¿Cuál? Su conocimiento y experiencias, precisamente. O, peor, personas que se dejan tentar por el último objeto brillante y pecan en su intento.

Es decir, aquellos que se creen el bulo de que se van a convertir en multimillonarios a la vuelta de unos pocos clics, o de los que se comen el cuento de que con trabajar una o dos horas desde la playa o la piscina ganarán lo suficiente para darse el estilo de vida lujoso con el que sueñan. Si eres uno de ellos, permíteme prevenirte: ¡NO ES CIERTO!, es solo una trampa, un peligroso atajo.

Sí es posible crear un negocio rentable en internet, sí es posible vender productos (físicos o digitales) en internet, sí es posible convertirte en referente del mercado en el área de conocimiento en la que te desenvuelves. Sin embargo, eso solo es posible si aprendes a hacer marketing, buen marketing, y entiendes que “el mejor negocio del mundo, el más rentable, es servir”.


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