Volver a comenzar o, en su defecto, comenzar una nueva etapa en la vida es una de las situaciones que más incertidumbre nos genera. Incertidumbre y temor, además de expectativas. Lo curioso es que lo hacemos todo el tiempo, toda la vida, solo que no somos conscientes, no nos damos cuenta y, por eso, cuando estamos frente a un nuevo comienzo dejamos que nos dominan las emociones.

Nos sucede en el trabajo, en las relaciones personales (familiares o sentimentales), como también en los objetivos que nos trazamos. Todo el tiempo estamos cerrando unos ciclos y comenzando otros, pero cuando lo hacemos de manera consciente nos invaden el miedo, la incertidumbre, las dudas y la desconfianza. Y, entonces, llenamos la mente de poderosos mensajes negativos.

“No sé si esto en realidad es para mí”, “No estoy seguro de que sea una buena oportunidad”, “No creo que sea el momento adecuado”, “No tengo tiempo para esto; quizás, más adelante”, “No puedo dejar mi trabajo ahora” Estas y muchas otras más frases afloran con naturalidad para justificar los miedos, para convencernos de que la decisión que vamos a tomar es la correcta.

Aunque, en el fondo, allá dentro de nuestro corazón, tengamos la certeza de que no es así. Aunque sepamos que es una decisión inducida por otros, porque no nos dieron su aprobación. Aunque en nuestro interior se haya prendido la llama de la pasión y haya una vocecita que nos impulse a decir que sí. Aunque, como otras tantas veces, después tengamos que arrepentirnos.

En mi vida, varias veces comencé de nuevo, tanto en lo personal como en lo laboral. A veces, porque el objetivo que me había propuesto no fue alcanzado (eso que llamamos fracaso); a veces, porque se cumplió y había que comenzar una etapa diferente, en la busca de retos mayores. A veces, también, porque me di cuenta de que el elegido no era el camino que anhelaba.

En algunas ocasiones, lo ocurrido significó algún dolor y quizás también una cicatriz. En otras, en la mayoría, me aportó un valioso aprendizaje que me ha servido para continuar el camino. Un aprendizaje que, valga decirlo, me ha permitido elaborar el plan de acción requerido cuando la vida me enfrenta a esta situación de volver a comenzar o de comenzar de cero una nueva etapa.

Lo primero que te puedo decir es que ese concepto de comenzar de cero no existe, es mentira. ¿Por qué? Porque ni siquiera cuando somos niños y estamos en la etapa de exploración del mundo aprendemos de cero. Los niños, y si eres padre debes saberlo, son muy receptivos, son como una esponja que absorben todo lo que sucede a su alrededor y luego lo ponen en práctica, por imitación.

Así aprendemos todos, absolutamente todos. Así es como todos descubrimos el mundo a esa edad. Luego, a medida que crecemos y que tomamos control consciente de lo que nos sucede, lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo son herramientas poderosas que nos ayudan a seguir, a volver a comenzar. Es valioso conocimiento que está guardado celosamente en tu mente.

Bien sea que hayas triunfado o que hayas fracasado, lo que aprendiste es útil. Lo positivo, para repetirlo, para replicarlo; lo negativo, para evitarlo, para eludirlo. Es como cuando acabas una relación de pareja: viviste experiencias gratas, algunas, y desagradables, otras. Ambas te sirven para la siguiente relación, porque te enseñan qué no estás dispuesto a tolerar, qué quieres vivir.

En el mundo de los negocios, la realidad no es distinta. Cada proyecto que emprendemos, sin importar cuál sea el resultado, significa una maestría de experiencias valiosas que nos permiten asumir el siguiente con mejores argumentos. Por eso, repito, no existe el concepto de comenzar de cero, porque siempre hay algo de tu pasado que te ayuda a enfrentar este nuevo camino.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Hay un antídoto para la incertidumbre y el temor que nos invades si vamos a comenzar de nuevo.


Comenzar de nuevo es una de las situaciones de la vida que más incertidumbre, miedo, resistencia al cambio y expectativas desmesuradas nos provocan. Sin embargo, cada día comenzamos de nuevo, de muchas maneras. ¿Cómo lograrlo? Te comparto 4 factores de éxito.


En estos momentos de crisis, en los que reinan la incertidumbre y el miedo, varios de mis clientes y conocidos me han compartido su deseo de empezar de nuevo. La situación vivida a raíz del encierro provocado por el coronavirus los llevó a reflexionar, a hacer un examen de la vida que vivían antes de la pandemia y el resultado fue que quieren cambiar, que necesitan cambiar.

Y varios de ellos me formularon la pregunta lógica: ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lo harías tú, Álvaro?”. Lo primero que puedo decir es que cada caso es particular y que, en consecuencia, lo que a mí me sirve quizás a ellos no les funcione. Porque no tenemos el mismo conocimiento, ni el mismo nivel de experiencia, porque no hemos vivido lo mismo, porque nuestros intereses son diferentes.

Entonces, hecha esta salvedad, te cuento qué factores tendría en cuenta para empezar de nuevo:

1.- Define el rumbo. Si no tienes resuelto este tema, cualquier consejo que te brinde no sirve. Lo primero es definir qué quieres hacer en tu vida, por qué quieres hacerlo, para qué quieres hacerlo. ¿Responde a propósito de tu vida? ¿Es lo que te hará feliz? Define un rumbo que esté conectado con tus pasiones, tus dones y tus talentos y que te haga feliz sin importar cuánto dinero ganas.

La mayoría de las personas fracasa cuando empieza de nuevo precisamente porque no sabe qué quiere. Simplemente quieren cambiar lo actual, salir de la situación en la que se encuentra, pero no tiene un plan, ni un objetivo. Y ese, amigo mío, es un grave error que suele costar caro. Ese rumbo, además, debe responder también a tu conocimiento y experiencia, para no comenzar de cero.

2.- Invierte en ti. Otro tema complicado, porque la mayoría de las personas cree que con lo que sabe, con lo que ha aprendido, con lo que ha vivido es suficiente. Y no es así, nunca es así. Dado que la vida es constante cambio, exige constante aprendizaje, actualización, adaptación a las nuevas condiciones. Y, por supuesto, el conocimiento de calidad no es gratis: tienes que invertir.

Pero, cuidado, no te equivoques: no solo me refiero a dinero, sino también a tiempo, que es tu activo más valioso (el único que jamás puedes recuperar). ¿Esto qué significa? Que ningún cambio significativo se da de la noche a la mañana, de un día para otro: se requiere tiempo porque es un proceso, porque debes equivocarte para aprender, porque todo lo bueno de la vida lleva tiempo.

3.- Crea un sistema. La clave del éxito en la vida y en los negocios radica en tu capacidad para crear sistemas que te permitan alcanzar lo que deseas, el resultado que esperas, en el menor tiempo y con la mayor calidad. Además, al menor costo posible. Esos sistemas son un plan detallado que puedes replicar una y otra vez, y otras más, siempre con el mismo éxito, de manera indefinida.

La improvisación no tiene cabida en este proceso: los sistemas son el mejor antídoto contra este mal, que surge de la tendencia a irnos por un atajo. Para todo lo que desees en la vida requieres un sistema que funcione: para trabajar, para bajar de peso, para cuidar tu salud, para tener unas relaciones armónicas y enriquecedoras, para descansar, para aprender cada día más…

4.- Servir es el mejor negocio del mundo. Esta es una frase que no me canso de repetir, en especial porque las personas no le prestan la atención necesaria o porque, en su defecto, se van por el camino equivocado. ¿Sabes cuál es? Obsesionarse con vender, con convertirse en millonarios lo más pronto posible, una actitud que encierra grandes riesgos y que nunca te lleva al éxito.

Aunque te cueste creerlo, aquello que sabes, todo cuanto has aprendido tiene un inmenso valor y, lo mejor, es justo lo que otras personas necesitan para solucionar su problema, para acabar con el dolor que les quieta el sueño. Aprovecha tu conocimiento y tu experiencia, tus dones y tus talentos, tu pasión y tu vocación de servicio y ayuda a otros. La recompensa será maravillosa.

Una última acotación: el miedo, la incertidumbre, la resistencia al cambio y el exceso de expectativas los puedes controlar si trabajas con un mentor, con una persona que ya pasó por el proceso y lo coronó exitosamente, con alguien que está en capacidad de sacar lo mejor de ti y que tiene la autoridad moral para inspirarte y guiarte. “Solo llegarás más rápido; acompañado llegarás más lejos”


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