“Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, es una popular frase atribuida al científico Albert Einstein y considerada la esencia de la innovación. Con respeto, yo le agregaría “tampoco hagas lo mismo que todos los demás”. Especialmente, cuando trabajas en internet y requieres ser distinto y único para llamar la atención del mercado y conseguir buenos clientes.

Se antoja como una contradicción, y quizás lo sea, pero también es una realidad con la que debemos aprender a lidiar quienes hacemos negocios en internet. ¿Sabes a qué me refiero? Al efecto de la globalización. Se trata de aquel proceso económico, tecnológico, político, social y cultural que implica la interdependencia de los países a través de la unificación de los mercados.

En palabras más simples, es una estrategia creada para disminuir la brecha entre los países ricos y pobres con el fin de permitir que personas de bajos niveles de educación y recursos económicos puedan acceder al conocimiento, las herramientas y las oportunidades. Pero, lo sabemos, hay un largo trecho entre la teoría y la práctica y no siempre es posible tender puentes que las unan.

Los tratados de libre comercio (TLC), que son muy cuestionados por el ciudadano común, son un claro ejemplo de globalización. Las series de televisión, aunque no seamos conscientes de ello, también lo son. Cuando nos enteramos de que hay una muy exitosa que se emite en Estados Unidos, en Suramérica todos quieren verla y buscan la forma de que sea de inmediato.

Otro ejemplo es la reducción de controles migratorios. A pesar de las amenazas a la seguridad por cuenta del terrorismo, son cada vez más los países que eliminan la exigencia de una visa para ingresar a su territorio. En el pasado, por si no lo sabías, muchos viajes se frustraron porque las autoridades del país que deseabas visitar no te otorgaron el permiso, y no había nada que hacer.

De la mano de la tecnología, y enmarcado en este fenómeno que llamamos la revolución digital, las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea son una de las manifestaciones más palpables de la globalización. Aun clic de distancia, desde una variedad de dispositivos, no solo tenemos conexión con internet, sino la posibilidad de, literalmente, darle la vuelta al mundo.

En el pasado, no hace muchos años, para comunicarte con un familiar o un cliente que vivía en otro país no había otra opción que una llamada telefónica. Que, valga decirlo, era costosa y no siempre se lograba la conexión. Hoy podemos realizar largas videoconferencias en las que estamos cara a cara con la otra persona, podemos compartir archivos, podemos grabarlas, en fin.

La verdad es que la tecnología nos cambió la vida en los últimos veinte años. Algunos aparatos que nos acompañaron desde siempre pasaron al cuarto de san Alejo y fueron sustituidos por otros que son fantásticos. De hecho, por ejemplo, un celular de alta gama es mucho más que un teléfono: es cámara de video, cámara fotográfica y hasta un minicomputador para trabajar desde cualquier lugar.

De la mano de esa transformación, sin embargo, llegaron también algunos mitos y otras tantas mentiras (o, cuando menos, verdades a medias). Una de las más populares, de las más arraigadas, es aquella según la cual las redes sociales lo son todo en internet si quieres hacer negocios. Si eres de los que creen eso, déjame decirte que estás equivocado y más vale que corrijas pronto.

Cuando comencé a hacer negocios en internet, por allá en 1998, no existían las redes sociales. Ni siquiera conocíamos a Mr. Google y tampoco había conexión wifi o mensajería instantánea. Esos eran conceptos propios de las series de ciencia ficción en la televisión y el cine. Y cuando surgieron las redes sociales pasó un tiempo antes de que maduraran, se consolidaran y fueran útiles.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Las bases de mi negocio son sólidas y propias, por eso él trabaja para mí. ¿Y el tuyo?


Por estos días en los que hay tantas personas que se lanzan a montar un negocio en internet, el peligro de repetir los errores que han frustrado a otros está latente. No permitas que tu negocio esté sustentado en bases débiles o, peor, en manos de otros. Te revelo cómo lo hago yo.


Podría decirte que, en la práctica, las redes sociales nos comenzaron a ayudar más o menos a partir de 2010. Lo que me interesa que comprendas es que hubo mucho tiempo en el que hicimos negocios en internet (¡sí, vendimos!) sin estos poderosos canales. Y que, además, estos no son los únicos aliados con que debes contar en tu negocio, porque corres el riesgo de un fracaso.

De hecho, te confieso que mi presencia en redes sociales se restringe a Facebook. O se restringía, la verdad, porque hace unas semanas, por cuenta de un inocente error que cometí, hackeraron mi perfil. ¿Y sabes cuál fue el impacto en mi negocio? ¡Cero!, ninguno. ¿Por qué? Porque desde siempre y a pesar del aporte de las redes sociales, las bases que sustentan mi negocio son otras.

¿Sabes cuáles? La base de datos (mis listas de correo), el email marketing y el marketing de contenidos. Te confieso algo más: nunca abrí una cuenta en Instagram, tengo una en Twitter para hacer publicaciones automáticas y el de Facebook me servía por las poderosas herramientas que contiene este canal. Sin embargo, con mis partners de lujo tengo cómo suplirlas sin problema.

Si sigues con juicio las publicaciones que hago a través de distintos canales o estuviste presente en alguna de mis transmisiones, me habrás escuchado decir que “el dinero está en la lista”. ¿Eso qué quiere decir? Que si hoy decido cerrar mi empresa o llega Bill Gates y me ofrece 250 millones de dólares por ella mañana mismo puedo comenzar otro negocio nuevo, completamente distinto.

¿Cómo hacerlo? Porque las listas de correo son el activo más valioso de mi negocio. En ellas tengo toda la información de mis clientes, toda la información que requiero para contactarte, interactuar contigo y venderte. Para eso no necesito, en absoluto, ninguna de las redes sociales, en especial porque cuento con dos poderosos aliados como el marketing de contenidos y el email marketing.

Esta página web que lees en este momento me permite alcanzar los objetivos propuestos. Por un lado, atraer prospectos y darme a conocer, que sepan quién soy, qué hago y cómo puedo ayudarlos. Por otro, una vez se registren, nutrirlos de la misma manera que hago con los clientes antiguos, a través de contenido de calidad, de ofertas exclusivas, de conocimiento de valor.

En esa tarea, mi mano derecha es el email marketing, que contrario a lo que hayas podido escuchar, o puedas escuchar en el futuro, no ha muerto y no morirá. No, al menos, a corto plazo. De hecho, durante la crisis provocada por el coronavirus se fortaleció porque quienes lo habían despreciado tuvieron que retomarlo en sus labores profesionales por cuenta del trabajo remoto.

“Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” y “tampoco hagas lo mismo que todos los demás”. Aunque escuches por doquier que las redes sociales son la panacea, que son una mina de oro, que son el único canal digital, ¡NO ES CIERTO! Si no sabes hacer buen marketing, si no tienes una buena base de datos (no amplia, buena), si no te comunicas con tus clientes, no vendes.

La magia de internet está en tu capacidad para establecer relaciones a largo plazo con el mercado, con todos y cada uno de tus clientes, para compartir con ellos tu conocimiento y experiencia, para brindarles la solución a su problema. Y dado que las redes sociales te limitan con sus algoritmos y, por ende, solo una mínima parte del mercado te ve, necesitas apalancarte en otros recursos.

Una consideración final: este blog es propiedad de MercadeoGlobal.com, lo mismo que la lista de correos. Lo que aquí se publica es de mi propiedad, solo se publica lo que pienso que aporta valor a mis clientes y tengo control absoluto de todo el contenido. En otras palabras, estas herramientas trabajan para mí, mientras que en el caso de las redes sociales tú trabajas para ellas. ¿Lo sabías?


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