Nueve de cada diez personas que intentan transformar su vida y convertirse en emprendedores, fracasan. Muchos, inclusive, tiran la toalla sin siquiera haber puesto en marcha su negocio, sin que el mercado se enterara de lo que les ofrecían. Lo más triste e irónico de esta situación es que ese doloroso resultado es producto de errores que son fáciles de cometer, pero también de evitar.
Soy emprendedor desde hace más de dos décadas, cuando prácticamente nadie consideraba esta opción, y cada día reafirmo que fue la mejor decisión de mi vida. Amo lo que hago, amo poner mi conocimiento y mi experiencia al servicio de otros y amo saber que pude hacer un aporte, un mínimo aporte, para que otras personas pudieran transformar su vida y cumplir sus sueños.
Por eso mismo, me duele tanto esta situación. Y me incomoda. ¿Sabes por qué? Porque nunca fue un mejor momento para hacer negocios, especialmente por internet. Nunca hubo tantas y tan buenas herramientas, nunca fue tan fácil adquirir el conocimiento necesario, nunca hubo tantas personas dispuestas a ayudarte a cumplir tus sueños, nunca el mercado estuvo tan dispuesto.
Lo he mencionado varias veces, pero me gusta repetirlo para que las personas como tú entiendan que este momento, hoy, es la mejor oportunidad de que dispones para ser un emprendedor. En 1998, cuando comencé a hacer negocios por internet, no había redes sociales, no había Whatsapp, no había Google, ni siquiera era posible subir fotos o videos a la web. ¿Me captas el mensaje?
La situación era tan distinta a la que vivimos ahora, que los bancos todavía no habían entrado en la onda de la digitalización. En Colombia, donde aún vivía, apenas había unos cuantos cajeros automáticos. Y, para colmo, era pocas, muy pocas, las personas que tenía tarjeta de crédito. Así, entonces, tratar de vender por internet no era una odisea: era, literalmente, imposible.
Inclusive, pasaron muchos años antes de que el ciudadano común, que ya era un cliente potencial porque tenía tarjeta de crédito, dejara atrás sus miedos y se atreviera a hacer compras virtuales. No te imaginas la cantidad de mitos que se crearon, las historias truculentas de fraudes y muchas otras versiones que complicaron demasiado la tarea de quienes queríamos vender por internet.
Hoy, lo sabemos, el escenario es diferente, muy diferente. Y no solo eso: también es muy positivo. Ya hay una cultura de emprendimiento en Latinoamérica, hay cientos de casos de éxito, hay una buena cantidad de mentores íntegros capacitados para transmitir su conocimiento. Y, algo que no podemos olvidar, las empresas derribaron las barreras y se lanzaron de lleno a la transformación digital.
A costos muy razonables, y sin necesidad de moverte de la comodidad de tu casa, con solo un computador y una conexión wifi, puedes acceder a formación de calidad. O adquirir libros, o escuchar audios, o ver videos, lo que quieras. Puedes dictar cursos, ser parte de un programa de afiliados y generar ingresos recurrentes o también puedes convertirse en emprendedor y tener éxito.
Es posible, te lo aseguro. Soy un testimonio viviente de ello. Llevo más de veinte años en el mercado y, a pesar de que me han sacudido los vaivenes, de que he pagado caro mis errores, de que cada día hay más y mejor competencia, aquí estoy y aquí me quedo. A esto me dedicará el resto de mi vida porque es lo que me apasiona, porque es lo que amo, porque me hace feliz.
Por eso, así mismo, todos y cada uno de los días de mi vida los dedico a ayudar a otros que, tal y como lo hice yo hace muchos años, sueñan con tener un negocio propio y quieren brindarle a su familia una vida con bienestar, con calidad, con tranquilidad. ¿Y sabes qué es lo mejor? Que tú también lo puedes hacer. Tú o cualquiera que no cometan los errores por los que tiran la toalla.
El primero es empezar la aventura en solitario. Yo viví esa situación y, créeme, sé lo difícil que es. Sin embargo, ha pasado mucho tiempo desde entonces y, sobre todo, las condiciones son distintas. ¡Espectacularmente distintas! Entiendo que hay mucho papanatas en la red, de esos que llamamos vendehúmos, pero también sé que hay mucha gente idónea e íntegra que te puede ayudar.
Muchos quieren ser emprendedores, pero no poseen siquiera lo básico para conseguirlo. Peor, se tiran al agua en medio de la tormenta y sin salvavidas. Si ya lo intentaste y fracasaste, quizás sea porque cometiste alguno de los dos errores que provoca que nueva de cada diez personas que inicia un negocio tira la toalla al cabo de los dos primeros años. ¿Cómo evitarlo?
“Si caminas solo, irás más rápido. Si caminas acompañado, llegarás más lejos”. ¿Alguna vez escuchaste esta frase? Es un proverbio chino que todos conocemos, pero que solo unos pocos aplicamos. Y en el mundo de los negocios digitales esta es una estrategia que te blinda de errores comunes, de los siempre peligrosos atajos, y te da las herramientas para evitar tirar la toalla.
Hay dos caminos, paralelos, que hacen de este un camino seguro. La primera es trabajar bajo la égida de un mentor, de alguien que ya llegó adonde tú quieres estar, de una persona que ya realizó los sueños que tú acuñas. La segunda es ser parte de una comunidad que ya integran otras personas como tú, que están en la misma búsqueda y de las que puedes obtener gran aprendizaje.
Ten en cuenta que trabajar con un mentor te brinda grandes beneficios, pero también te exige grandes responsabilidades. De hecho, el resultado depende de ti, no de él. El mejor mentor del mundo nada puede hacer si tú no ofreces buena disposición, si no trabajas, si no inviertes en ti, si no aplicas lo que te enseña. El mentor es como el DT del equipo, pero tú eres el que juega, gana o pierde.
En una comunidad, mientras, se requiere tolerancia y mente abierta. Tolerancia a las críticas, a las opiniones de otros (en especial, cuando son distintas a las tuyas). Mente abierta para aceptar que hay otras formas de hacer las cosas, que tú no eres el dueño de la verdad absoluta. La dinámica de un grupo así, sin embargo, es la más poderosa herramienta que puedes usar para apalancarte.
Un segundo error es aquel de creer que tienes el producto perfecto, por un lado, y que con tu entusiasmo y buena energía es suficiente para alcanzar tus objetivos. Primero, no existe, NO EXISTE, el producto perfecto. Existe, sí, el producto (o servicio) que es la solución perfecta para un público determinado, para un nicho específico. Tienes que averiguar si estás en capacidad de proveerla.
Segundo, la buena energía es como un fósforo (cerillo): se apaga pronto. De hecho, esa es la razón sobre la que se sustenta la frase con la que comencé esta nota: nueve de cada diez personas que intentan transformar su vida y convertirse en emprendedores, fracasan. Pierden el impulso rápido, la mayoría luego de la primera dificultad seria que encuentran en el camino. ¡Pensaban que era fácil!
El entusiasmo es el punto de partida, pero tienes que fortalecerlo, tienes que blindarlo. ¿Cómo? Con aprendizaje continuo, asegurándote de que eso que elegiste hacer está realmente conectado con tus pasiones, con lo que amas, con lo que harías todos y cada un de los días del resto de tu vida aun si no te pagaran por ello. Si haces lo que amas y amas lo que haces, es un buen comienzo.
A estas alturas de mi vida, sé que mi felicidad y mi realización personal y profesional pasa por ayudar a otros. Servir es el mejor negocio del mundo. Si quieres ser emprendedor, pero tienes miedo del fracaso, aquí estoy para ayudarte. Como mentor, si me brindas ese privilegio, o como miembro de mi comunidad, formando parte de mi Círculo Interno. ¡Espero tu respuesta!