Una de las realidades más aterradoras de nuestros países latinoamericanos es cómo las personas se atienen a lo que la vida les da. Por creencias religiosas, por imposición social o simplemente porque son costumbres arraigadas, se someten a condiciones que las limitan, que las opacan, que les impiden ir en busca de sus sueños, ser felices y exitosas.

Esa es una de las razones por las cuales aún hoy, a pesar de cuánto se ha avanzado, a muchos les resulta imposible despojarse de sus miedos y de sus complejos, salirse del libreto establecido, para escribir una nueva historia, una diferente. Lamentablemente, prefieren vivir como si todavía estuviéramos en la época de la colonia, subyugados.

A lo largo de veinte años de experiencia como emprendedor, me he topado con muchas personas valiosas que fueron incapaces de darles forma a sus sueños. Apenas surgió la primera dificultad en el camino, se apresuraron a tirar la toalla y regresaron a su vida de siempre, aún a sabiendas del alto precio que debían pagar por recibir unas migajas.

Como lo he expresado en otras oportunidades, yo mismo tropecé con esa piedra alguna vez. Afortunadamente, mi voz interna nunca se silenció; más bien, gritó con fuerza hasta que le presté atención y me dio las señales necesarias para que entendiera que había venido a este mundo a algo más que a pasarla bueno, y me reveló cuál era mi misión.

Cambió, mi vida cambió. Del cielo a la tierra, literalmente. Descubrí talentos que yo mismo me había encargado de ocultar y, lo mejor, entendí que mi verdadera vocación es servir a los demás. Tardé un poco en asimilar el mensaje, te lo confieso, y otro tanto en aprender cuál era el camino correcto. Sin embargo, la vida misma me iluminó, me guio. Y aquí estoy.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Echar a perder tus sueños es una conducta más común de lo que nos gustaría reconocer.

Todos y cada uno de los días doy gracias por lo que he recibido de la vida, por tantas oportunidades increíbles, por las personas valiosas que ha puesto en mi camino, por darme las fuerzas para superar las dificultades y la sabiduría para aprender de ellas. Y procuro aprovechar este tiempo para cumplir mi misión, para disfrutar de mi éxito.

Durante todos estos años, por eso, mis esfuerzos, mis energías, mis recursos y mi tiempo fueron puestos a disposición de aquellos que crean que les pueden servir. Por fortuna, fueron muchos los que atendieron el llamado, los que me dieron el privilegio de entrar en sus vidas y ayudarlos a transformarlas. Han sido unos excelentes maestros de vida.

La mayor riqueza que poseo es la admiración y el cariño de mis clientes, de quienes me siguen, y no tengo otra forma de retribuirles que trabajando más y más, brindándoles mi conocimiento y experiencia, acompañándolos en este camino de la vida y de los negocios. Y siendo fiel a mis principios, a mis valores, actuando con honestidad y con lealtad.


Si quieres resultados distintos, no actúes siempre igual: si la vida que llevas
no te hace feliz, si no te brinda lo que deseas, si no has cumplido tus sueños,
¿qué esperas? Tú eres el único dueño de tu destino. ¡Tú, solo tú!


Sé, sin embargo, que somos pocos los que en verdad estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para luchar por nuestros sueños, y cristalizarlos. Y respeto profundamente a aquellos que eligen seguir por el camino tradicional, con su vida convencional, ajustados a las normas establecidas. Discrepo abiertamente de su actitud, pero la respeto.

Si no sabes cuál es tu misión en este mundo, si dudas acerca del potencial que posees, si piensas que el éxito es un lugar físico o riqueza material, te ofrezco lo que sé y lo que soy para que encuentres tu camino. Si, por el contrario, deseas seguir por el camino convencional, te comparto este decálogo que, seguro, te ayudará a autosabotear tu éxito:

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Creer que puedes hacerlo todo solo es ir directo al despeñadero: tú perderás.

1) Quédate en la zona de confort: no salgas de allí, porque estás muy cómodo. Tienes todo lo que necesitas, vives una vida placentera, eres el centro de atención y mantienes el control de los hechos. Si la abandonas, corres el riesgo de experimentar enriquecedoras aventuras, de adquirir conocimientos, de descubrir cuántos talentos posees. ¡Quédate!

2) Enfócate en complacer a los demás: al fin de cuentas, lo que importa, lo único que en verdad importa en el mundo actual es ser popular. Para alcanzar ese objetivo, debes estar atento al qué dirán, necesitas buscar la aprobación de otros. Ni se te ocurra ser auténtico o ir contra la corriente, porque sería el acabose. ¡Complácelos, por favor!

3) Fíjate expectativas absurdas: la idea es que no exista posibilidad alguna de cumplirlas. Finalmente, siempre hay una excusa y la sociedad es clemente con los mediocres. Además, nadie quiere sobresalir, porque eso sería romper paradigmas, salir del estereotipo y asumir responsabilidades. ¿Estás loco o quieres quedarte solo?

4) No te capacites: la regla básica del mundo globalizado es que todos somos iguales, y así está bien. ¿O no? Basta saber lo estrictamente necesario para conseguir un buen empleo y tener una vida normal. ¿Para qué más? Por otro lado, eso de capacitarse requiere inversión y tiempo, es decir, dejar de salir con los amigos. ¡Viva la ignorancia!

5) Aférrate al pasado: recuerda que en la familia te enseñaron que debes ser como tus padres, de la misma manera que ellos lo fueron de los suyos. ¡No vayas a estropear la tradición familiar! En las relaciones, procura echar raíces profundas, no va y sea que te olviden rápido. La vida es lo que vivimos, el pasado, no te sueltes de él. ¡Ánclate!

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No capacitarse es una de las formas más comunes de echar a perder tus oportunidades.

6) Pisotea a los demás: esa vieja máxima de “El vivo vive del bobo” está vigente y sigue siendo muy útil. ¡Aprovéchala! Y, eso sí, no permitas que nadie te falte el respeto. Más bien, cuando sea necesario, cuantas veces sea necesario, pasa por encima de quien sea. En la cima solo hay lugar para uno, y ese debes ser tú, cueste lo que cueste.

7) Tú puedes solo: a este mundo llegamos solos y de él nos vamos solos. Eso no ha cambiado, ¿cierto? Entonces, nada de andar conformando equipo para que otros se aprovechen de tu talento, de tus ideas brillantes, de tu liderazgo. Tú eres el mejor y puedes solo. Al final, los demás no son más que un estorbo en tu camino. ¡Ánimo!

8) Rodéate de tóxicos: tú eres el líder, el rey de la manada. Por tus virtudes, por ser un privilegiado, los demás están obligados a rendirte pleitesía, a guardar las distancias. Tu tarea es entrenarlos para que te sigan, para que obedezcan tus órdenes, para que digan sí y solo sí a tus opiniones. La mediocridad es problema de ellos, no tuyo. ¡Duro con ellos!

9) Sé soberbio: la humildad y el agradecimiento no son virtudes, sino debilidades que caracterizan a los perdedores. Ni se te ocurra igualarte con ellos, porque te perderán el respeto. Por las buenas o por las malas, tienen que entender quién es el jefe, quién es el que manda. Trátalos como lo que son: los peones de tu ajedrez. ¡Látigo, puro látigo!

10) Adjudícate los logros: si tú eres el jefe, si tú das las órdenes, ¿qué importa quién hace el trabajo? A la postre, la historia se acordará solo de tu nombre, así que no permitas que otros se arroguen los méritos que son tuyos, solo tuyos. Establece un código disciplinario que castigue esas conductas, que son intolerables. ¡Sé el protagonista!

Si estás convencido de que naciste condenado para el éxito, no se te ocurra salirte del libreto que acabo de exponer. Lo que importa, al fin y al cabo, es ser políticamente correcto, ajustarse a la horma establecida y obedecer a los designios de la vida. Así ha obrado la humanidad durante siglos, así que, ¿por qué cambiar a estas alturas?


Nunca es tarde para corregir el camino, para dejar atrás ese pasado que
actúa como un lastre, para entender que solo disponemos de una vida
y hay que vivirla. Nunca es tarde: ¡tú eliges cuándo comienzas!