El éxito, amigo mío, es el resultado de lo que haces, de cómo lo haces. También, de lo que no haces. No hay otra fórmula y no tiene sentido que intentes copiar a otros, aunque hayan sido muy exitosos, porque así no funciona. La verdad, la que casi nadie te va a decir, es que el éxito es una construcción propia, un descubrimiento. Por supuesto, hay algunas pistas que te orientarán.

Este es otro de tantos problemas que surgen del modelo educativo en el que fuimos criados. Nos enseñan, desde el hogar y luego en el colegio, a imitar a otros. Nos meten en la cabeza la idea de ser como otros, como por ejemplo nuestros padres, cuando en realidad deberían enseñarnos a ser nosotros mismos. Esto implica conocernos bien, saber qué fortalezas poseemos y qué debilidades.

Nos venden los modelos de los empresarios multimillonarios, de los deportistas relevantes, de los políticos o periodistas influyentes o, especialmente en los últimos tiempos, de los influenciadores. Lo que no nos dicen, el concepto que no nos venden, es que cada uno de ellos es único y que, si bien podemos conocerlos y modelar su éxito, tenemos que construir nuestro propio camino.

En este punto, vale la pena dejar claro qué eso de modelar, para evitar confusiones. Según el Diccionario de la Lengua Española, significa “ajustar a un modelo” y sobre modelo nos dice que es “Arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo”. Como ves, no se trata de copiar, porque no es posible; se trata, más bien, de adaptar (amoldar, armonizar o ajustarse a algo).

Cuando comencé a formarme para ser emprendedor, yo también cometí este error. ¿Cuál? Quería ser como mis mentores, que eran el modelo de éxito que quería construir. Sin embargo, fueron ellos mismos los que me enseñaron el camino: aprender a modelar, a adaptar, pero sobre la base de aprovechar mis dones y mis talentos, mi conocimiento, mis fortalezas y luchar por mis sueños.

Tan pronto lo entendí, comencé a construir el sistema necesario para alcanzar los objetivos que me propuse. Tuve que desaprender hábitos, quitarme unas cuantas telarañas mentales y borrar creencias limitantes, además de desarrollar habilidades y adquirir conocimiento variado. Es un proceso que, valga recalcarlo, no termina porque, como sabes, la vida es dinámica de cambio.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

No existen ‘tiempos muertos’, sino tiempo mal utilizado: siempre es posible hallar el momento ideal para aprender.


La diferencia entre quienes alcanzamos el éxito y cristalizamos nuestros sueños y los que no consiguen ni lo uno, ni lo otro radica en qué hacemos y cómo lo hacemos. En otras palabras, la clave del éxito, sea cual sea la idea que tengas de él, está en los hábitos que cultivas.


Estos son algunos de los hábitos que me ayudaron a crear mi mejor versión y que, en especial, me han permitido mantenerme en la cima, como un referente, a pesar del paso del tiempo:

1.- Definir un rumbo.
Si no sabes para dónde vas, ¿cómo pretendes llegar? Este es un error habitual porque muchas personas prefieren que la vida los lleve, confiados en que todo saldrá bien. Sin embargo, a la postre se dan cuenta de que estaban equivocadas, de que perdieron tiempo, dinero, recursos y energías que bien hubieran podido aprovechar de otra manera, con mejores resultados.

Fija un rumbo claro, preciso, un norte que te guíe. Que, no sobra recalcarlo, en algún punto del camino puede variar porque, de nuevo, no olvides que la dinámica de la vida es el cambio. Este rumbo, en todo caso, debe estar alineado con tus principios y valores y encajar no solo en lo laborar y económico, sino también con tu proyecto de vida, con tu propósito, con tus sueños.

2.- Establecer una estrategia.
El mejor plan de nada te sirve sin una estrategia de acción que te permita cumplir tus objetivos. La estrategia es la que te permitirá sortear las dificultades, que seguro se presentarán, y te dará la posibilidad de enmendar tus eventuales errores, que también aparecerán. La estrategia, así mismo, es la razón por la que podrás aventajar a la competencia dada a la improvisación.

Una buena estrategia requiere establecer metas a corto, mediano y largo plazo, que sean alcanzables y, sobre todo, medibles. Si no mides, pierdes el control; si pierdes el control, no llegarás a donde quieres ir. Necesitas, también, saber con qué recursos y herramientas cuentas y cuáles te hacen falta para saber cómo adquirirlos, sin perder de vista que esto tomará su tiempo.

3.- Planea tus días.
Soñar no cuesta nada (es gratis), pero para alcanzar tus sueños necesitas entrar en acción. El problema es que muchas veces, demasiadas, son tantas las tareas que debemos realizar, tantos los frentes que abrimos, tantas las responsabilidades que asumimos que nos desbordan. Debemos entender que, aunque nos guste o no, la capacidad operativa de los seres humanos es limitada.

La improvisación, que suele ser una piedra con la que tropezamos, transfórmala en imaginación, en creatividad para aprovechar tus dones y tus talentos. Más bien, apaláncate en un sistema de planeación, de organización de tu agenda, que te permita cumplir con lo previsto. Así, sabrás si estás asumiendo más tareas de las que puedes llevar a cabo y, claro, cómo avanza el proceso.

4.- Establece rutinas.
Tenemos una idea errónea de las rutinas porque creemos que es una sola rutina, es decir, que vamos a estar todo el día, todos los días, haciendo lo mismo. Y no es así. Menos, si eres un emprendedor porque en este estilo de vida todos los días son distintos, nos ofrecen retos distintos y experiencias distintas. Sin embargo, de nuevo, no debes abrirle la puerta a la improvisación.

Una buena rutina es la que te permite cumplir a cabalidad con una tarea (una sola), sin dejarla a medias, sin postergarla. Cumplirla a cabalidad, repito. Y comienzas otra, que no necesariamente está relacionada con la anterior, y así sucesivamente. Debes incorporar en tus rutinas, así mismo, horarios para comer, descansar, practicar ejercicio, leer, estar con tu familia: rutinas de vida.

5.- Aprovecha los ‘tiempos muertos’.
“No tengo tiempo” o “No me alcanza el tiempo” son excusas que escucho frecuentemente. Sin embargo, no son más que eso, excusas. Mala organización, improvisación, carencia de un plan y, en el fondo, miedo a salir de la zona de confort. Lo digo con conocimiento de causa, porque una vez yo también estuve allí, pero gracias a mis padres y mentores cambié esos malos hábitos.

Hoy, conducir en medio del tráfico, estar bajo la ducha o preparar la comida son ‘tiempos vivos’ que aprovecho principalmente para escuchar audiolibros, pódcast o charlas que me interesan. De mi vida erradiqué hace mucho rato las horas conectado a redes sociales, las sentadas frente al televisor para ver películas (a veces las veo con mis hijas) o cualquier actividad no productiva.

“Puedes, si crees que puedes” es una frase popular en internet. Sin embargo, le agregaría algo: “Puedes, si crees que puedes y, además, adquieres los hábitos y haces lo necesario para conseguir lo que deseas”. El éxito, amigo mío, es el resultado de lo que haces, de cómo lo haces. También, de lo que no haces. En otras palabras, y ojalá te las grabes, el éxito es una elección personal.


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