Como a muchos, quizás como a ti, la cultura oriental me genera una gran curiosidad. Y, también, algo de fascinación. No me cabe duda de que hay mucho, pero mucho, que podemos aprender de ellos y de sus costumbres. Su visión de la vida, su sencillez para vivirla, es algo que me atrae.

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Una de las máximas de esa sabiduría oriental, uno de los pilares de su cultura, es el autoconocimiento. “Conócete a ti mismo” es la prédica. De lo que se trata es de conocer los diferentes niveles de conciencia del ser humano y cómo interactúan entre sí. A partir de ese conocimiento es que se puede alcanzar el estado de bienestar que nos brinda paz y felicidad.

¿Por qué el autoconocimiento es tan importante para los orientales? Porque creen que el origen de nuestros frecuentes errores y de la infelicidad está en la ignorancia, en especial, en la ignorancia de lo que somos como seres humanos, como personas. Cuando alcanzamos un adecuado nivel de autoconocimiento tenemos control de nuestra vida; de lo contrario, estamos sometidos al azar.

Y, como supondrás, como quizás lo has vivido, ese no es un escenario conveniente, ni agradable. En un ambiente en el que reina el azar, eres como una hoja que el viento mueve a su antojo, caprichosamente. La levanta, la arrastra, la golpea contra los árboles. En ese escenario, más que un ser humano autónomo eres una marioneta que las circunstancias manejan caprichosamente.

Por lo que nos enseñan en la niñez y, en especial, por el ejemplo que nos brindan a lo largo de toda la vida y que somos muy prolijos a seguir, la mayoría de los seres humanos nos dedicamos a complicar la vida. No podemos decir que somos así, porque está el ejemplo de los asiáticos, que han creado un estilo de vida simple, conectado más con la espiritualidad que con lo material.

Por estos lares, sin embargo, somos distintos. Nos encanta enredar la pita, como se dice en Colombia. A todo le vemos un problema o, peor aún, le inventamos un problema. Además, cualquier solución nos parece inconveniente o, al menos, insuficiente. Y, para colmo, nos llenamos la mente de pensamientos negativos, destructivos, tóxicos, y así es la realidad en la que vivimos.

Quizás sabes que somos lo que pensamos, porque actuamos, decidimos y nos comportamos de conformidad con los mensajes que emite la mente. Por eso, desde hace varios años intento de llevar una vida tan sencilla como sea posible. ¿Cómo? Implementando estos 11 hábitos zen que te ayudan a vivir distinto, con una carga más liviana. Hábitos que son para la vida y los negocios:

1.- Evita ser multitarea. Para muchos emprendedores, este, más que un problema o un mal hábito, es un vicio. No sabemos delegar, no confiamos en los demás y queremos hacerlo todo. Y no, no se puede hacerlo todo. El cerebro nos brinda mejores resultados cuando nos enfocamos en una tarea específica. Además, ser multitarea se traduce en que desperdicias tus energías, las malgastas.

2.- Ve paso a paso. Una de las manifestaciones nefastas del multitarea es que emprendemos tantas labores de manera simultánea, que difícilmente terminamos alguna. Ve paso a paso: comienza algo, termínalo y solo en ese momento, no antes, inicias algo distinto. Entiende que la mayor fuente de estrés es la angustia que se genera porque tenemos demasiados frentes abiertos.

3.- Avanza lentamente. La vida es una aventura, un viaje: ¡disfrútalo! No intentes acelerar los procesos, porque del afán solo queda el cansancio. En la medida en que entiendas que debes respetar los tiempos de la vida, los tiempos de las estrategias, estarás tranquilo y, por ende, con la mente dispuesta, apta para tomar las decisiones adecuadas. La velocidad no es buena consejera.


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El éxito en cualquier actividad de la vida, es cuestión de método, de los hábitos que adquieres y practicas.


La sabiduría de la cultura oriental es algo que me produce fascinación, en especial porque sus postulados sirven tanto para la vida personal como para la laboral. Por eso, desde hace años me di a la tarea de implementar 11 poderosos hábitos zen que simplificaron y mejoraron mi vida. Te los comparto.


4.- Limita tu actividad. El mundo no se acabará porque dejes de responder un email, o porque des por terminada tu jornada laboral, o porque te quieras da un tiempo para ti. La clave del éxito en la vida y en los negocios está en el equilibro entre lo laboral y lo personal. La vida no es solo trabajar y trabajar: descansa, diviértete, pasa tiempo con los tuyos, haz lo que te gusta, duerme bien.

5.- No satures tu agenda. El día tiene 24 horas, pero no significa que debe estar ocupado todo ese tiempo. Es conveniente que después de una actividad, en especial cuando te ocupa 60-90 minutos, te tomes 15-30 minutos de descanso, un tiempo para realizar una actividad distinta, que relaje tu mente y te brinde un respiro. La vida no es una competencia, así que olvídate de ese corre corre.

6.- Establece tus propias rutinas. Es claro que puedes modelar las rutinas y metodologías que a otros les han dado resultados, pero solo serán efectivas para ti si las adaptas a tu forma de ser, a tus posibilidades. Establece qué actividades es mas conveniente realizar en las mañanas, cuáles son las mejores para la tarde, cuáles eliges para tus tiempos libres. Las rutinas son necesarias.

7.- Saca provecho de los rituales. Un ritual, por si no lo sabías, es una conducta que realizas de manera recurrente, inclusive inconscientemente. Y que, además, te brinda un resultado positivo. Un ejemplo de ritual es lavarte las manos antes de comer, o lavar tus dientes antes de ir a la cama, o rezar tan pronto te despiertas. Lo haces sin necesidad de programarlo porque sabes que te beneficia.

8.- Sirve con alegría. Servir, por si no lo sabías, es el mejor negocio del mundo. Y también, el propósito más gratificante. Lo que tienes, lo que eres, lo que la vida te brinda, carece de sentido y de valor si no lo compartes con otros, si no lo utilizas para ayudar a otros. El hábito de servir desinteresadamente, además, hacerlo con alegría, trae paz, tranquilidad y abundancia a tu vida.

9.- Elimina lo innecesario. Somos acumuladores compulsivos, en especial, de cosas, recuerdos, personas y ambientes tóxicos, que nos hacen daño. Para que a tu vida pueda llegar eso que deseas, lo que te mereces, la abundancia y la prosperidad que anhelas, primero debes abrir un espacio: necesitas liberarte de lo que ya no sirve, de lo que supone un lastre, una incomodidad.

10.- Dedícate tiempo a ti mismo. Nos han inculcado que la soledad es mala, pero no es así. De hecho, no solo es positiva, sino necesaria. Dedica algunos minutos de tu día, todos los días, para ti mismo. Medita, ora, lee, escucha la música que te gusta o, en fin, haz cualquier actividad que te permita conocerte mejor, comunicarte con tu interior. Ah, y no olvides el hábito de la gratitud.

11.- Vive el hoy. El ayer pasó y no tiene remedio; el mañana aún no llegó y no sabemos si vamos a estar allí. Entonces, hay que entender que lo único que tenemos es el hoy, el presente. Disfrútalo, agradécelo, vívelo con alegría como si fuera el primer día, con intensidad como si fuera el último día. Cada hoy es una oportunidad invaluable, irrepetible: si la dejas ir, si la desperdicias, no volverá.

Es probable que te resulte abrumador, y quizás sea así. En mi caso, comencé por implementar aquellos hábitos que se me daban más fácil y después, aquellos que me significaban un esfuerzo mayor. Por supuesto, hay que entender que esta es una tarea de todos los días, un proceso de nunca acabar. Sin embargo, a medida que avanzas encontrarás recompensas maravillosas.


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