La unión hace la fuerza, Dos cabezas piensan más que una o Ningún exitoso se hizo solo en el mundo de los negocios son algunas de las frases con las que con frecuencia nos encontramos los emprendedores en diversos textos. Son premisas aceptadas y arraigadas, acuñadas por la sabiduría callejera de los abuelos y sus antepasados.
Con tal poder, que se volvieron leyes y que hoy, todavía, guían el camino de quienes hacemos negocios. Uno escucha que Bill Gates construyó Microsoft, que Steve Jobs erigió Apple, que Larry Page creó Google, que Howard Schultz edificó Starbucks, que Henry Ford fue el hacedor de Ford, que Walt Disney es el cerebro la fantasía y el entretenimiento.
Es cierto, en esencia: esos personajes fueron la piedra sobre la que se levantaron negocios multimillonarios, pero no es la verdad completa. ¿Cómo así? Pues, ¿te imaginas a Bill Gates haciendo las veces de ingeniero de sistemas, de diseñador, de programador, de vendedor, de CEO, de gerente de una gigantesca planta de personal, todo al tiempo?
Por supuesto, eso es imposible. Para Gates y para cualquier ser humano. Y lo mismo aplica para cada uno de los otros casos mencionados, para todos los negocios, incluido el tuyo, así seas tu único ‘empleado’. El ser humano tiene la tendencia magnificarlo todo, a generalizar todo, a meterlo todo en la misma bolsa, como decían las abuelas.
Lo cierto es que Gates, Jobs, Page, Ford, Schultz y Disney, y otros más, fueron líderes de sus proyectos, gestores de sus creaciones, pero siempre, siempre, estuvieron rodeados de gente muy valiosa. Y anónima, y valiente, y creativa e inteligente, solo que desempeñaron roles secundarios. Y lo mismo sucede en los pequeños negocios de emprendedores.
Quizás tú seas la cabeza visible y cumplas tareas diversas, pero eso no significa que estés solo. Necesitas un web master para trabajar tu página, un diseñador que te ayude con las piezas publicitarias, un periodista que se encargue de los contenidos, una persona que transcriba o traduzca textos, en fin. Felizmente, no estamos solos en este mundo.
Porque la naturaleza nos impone que nos necesitamos unos a otros, hace unos 80 años se desarrolló una de las estrategias de marketing más poderosas: las mentes maestras, o Masterminds. ¿Cómo surgió? Fruto de la investigación del periodista Napoleon Hill, que entrevistó a miembros de más de 500 familias acaudaladas de Estados Unidos.
Fue el insumo que le sirvió para escribir su libro más famoso y más vendido: Piense y hágase rico. Hill descubrió que muchas de esas personas, que no necesariamente habían nacido en cuna de oro o crecido en ambientes opulentos, alcanzaron el éxito y la riqueza material producto de una estrategia hasta entonces desconocida: la suma de inteligencias.
¿Qué es eso? Grupos de personas sobresalientes en diferentes áreas del conocimiento dedicadas a colaborarse en procura de un objetivo común. Aunque hay teóricos que dicen que los Masterminds son grupos pequeños, de no más de cinco personas, esa no es una realidad que se aplique a todos los casos.
De hecho, Andrew Carnegie, el hombre que motivó y financió la investigación de Hill, creó el suyo y, cuentan, tenía al menos 50 participantes. La característica determinante que define a estos grupos, entonces, no es el número de los miembros que lo conforman, sino los principios que los guían y sus perfiles, académico y humano.
Tu empresa puede ser un Mastermind: tú, como director-gerente, quien traza directrices, políticas, objetivos; tu desarrollador web, que maneja las herramientas digitales; tu diseñador, que crea impacto con imágenes; tu generador de contenido, que produce piezas (artículos, libros, ebooks, cartas de ventas) que tocan el corazón del mercado.
Ese grupo ya es la estructura de un Mastermind a escala. ¿Qué le falta? Que actúe como tal. Se requiere compromiso, disposición para compartir conocimientos, experiencias distintas para complementarse, que estén abiertas a aportar y a recibir retroalimentación y, fundamental, vocación de servicio y conciencia de que la prioridad es el bien colectivo.
El éxito depende de las características de los integrantes. Por eso, es importante saber qué empresas o qué personas no son aptas para esta dinámica: aquellas con mente cerrada, reacias al cambio y a la crítica; los egoístas que se niegan a compartir su conocimiento; los indisciplinados que están a veces sí y a veces, no; los sin compromiso que solo buscan el provecho propio.
¿Qué beneficios te aporta un Mastermind? Principalmente, la diversidad. Se trata de que discutan, de que haya polémica, de que no haya consensos inmediatos. La idea es que esas discusiones arrojen ideas brillantes, estrategias ganadoras; que sirvan para desarrollar herramientas novedosas, para mejorar y optimizar los procesos productivos.
A través de esa estrategia, el grupo, en primer lugar, y la organización para la cual trabajan, en segundo, se nutren. Gracias a su experiencia y creatividad, los problemas son más fáciles de resolver y las soluciones, más efectivas. Y como no siempre los miembros del grupo pertenecen a la empresa, se establecen estrechos vínculos afectivos, se amplía la red.
Dado que una premisa básica de un Mastermind es la unión de fortalezas, un efecto lógico es la superación de los miedos, principal obstáculo de los emprendedores en su camino al éxito y la prosperidad. El grupo aporta visiones, alternativas de solución y a la vez se fortalece y se apoya para enfrentar las dificultades que ofrece el mercado; su enfoque está en la acción. Por decirlo en palabras coloquiales, “Empresa unida, jamás será vencida”.
El éxito, hoy, es un objetivo difícil de alcanzar, esquivo para muchos, especialmente para aquellos que deciden emprender el viaje en solitario. Para enfrentar la competencia con posibilidades de triunfo, para satisfacer a un mercado cambiante y exigente, para entender las tendencias y adaptarse al mundo moderno, se impone el trabajo en equipo.
El Mastermind se creó cuando el mundo era distinto al actual y es una técnica que se ha perfeccionado, se ha enriquecido. No se trata de buscar genios: es una estrategia poderosa si se le da el uso adecuado para que cualquiera se pueda beneficiar, si los participantes cumplen con los requisitos y se comprometen con los aportes.
En un mundo moderno en el que hasta la vida misma ha perdido valor, en la que todo tiene fecha de expiración, las mentes maestras, una herramienta que surgió en la década del 30 del siglo pasado, están vigentes. De hecho, en algunos ámbitos son una novedad para enfrentar las dificultades, para crecer y alcanzar objetivos ambiciosos y productivos.
Si la vida te da la oportunidad de participar en un grupo de mentes maestras, piénsalo antes de decir no. Si lo que le hace falta a tu negocio para escalar al siguiente nivel de productividad, ganancias e impacto es un Mastermind, piénsalo antes de decir no. Recuerda la sabiduría de los abuelos: La unión hace la fuerza, Dos cabezas piensan más que una y Ningún exitoso se hizo solo en el mundo de los negocios.