Todos los días vemos en internet decenas de informaciones en las que nos dictan normas acerca de lo que es internet. Dos o tres días más tarde, nos cambian las normas, dizque por las tendencias. Y así sucesivamente. Al final, llegamos al mismo punto de siempre: la única regla establecida, cierta y comprobable de internet es que ¡en internet no hay reglas!

No creas que es un trabalenguas. Es la realidad de internet: contradictoria, reacia a permitir que le impongan límites, contraria a los mandatos absolutistas. La esencia de la web, su razón de ser, es la pluralidad, la democracia del pensamiento y de la opinión. No importa cuán equivocado estés, internet te da la posibilidad de expresarlo, más allá de que debes asumir las consecuencias.

Tengo el privilegio de haber conocido la red desde que nació, mucho antes de que se popularizara y estuviera al alcance de cualquiera, como hoy. Recuerdo que cuando aún vivía en Colombia y ya realizaba algunos experimentos en la red, prácticamente ninguno de mis amigos sabía de qué se trataba esto de internet. De hecho, prácticamente nadie sabía qué era eso de internet.

Hoy, en cambio, todos nos consideramos expertos en internet. Porque conocemos alguno de sus secretos, porque dominamos alguna de las redes sociales, porque tenemos decenas de fans en nuestra página personal. Y, por supuesto, nos gusta fijar leyes, dictar cátedra, como si tuviéramos el poder de determinar el rumbo de la red. Eso, claro está, es imposible: internet es indomable.

El grave error que muchos emprendedores novatos cometen (y del que no están exentos los experimentados) es seguir al pie de la letra el libreto que a otros les dio resultado. ¡Como si hubiera fórmulas perfectas, como si hubiera un libreto ideal! Una de las características de la web que me encanta es aquella de que todos tenemos las mismas posibilidades de ser exitosos.

Sí, no importa si posees una fortuna o apenas unos ahorros. No importar si eres experto en la tecnología o todavía algunas funciones te atropellan. Lo que importa es tu conocimiento, tu talento, tu pasión, tu vocación de servicio, tu genuino interés por ayudar a otros con los dones que te regaló la naturaleza, con las herramientas y los recursos que posees. ¡Eso es suficiente para comenzar!

¿Sabes qué me gusta mucho de internet? Que tú mismo impones tus reglas. No las reglas de internet, como algunos pretenden, sino tus reglas. ¿A que me refiero? Las reglas que a ti te funcionan, las que te permiten ofrecerles a tus clientes la solución a sus necesidades, las que te convierten en una propuesta de valor única, las que te brindan los resultados que esperas.

Es algo que digo con frecuencia a mis clientes: no porque a Álvaro Mendoza le funcione una estrategia quiere decir que esa estrategia es perfecta y le va a funcionar a todo el mundo. Quizás a ti no, porque trabajas en otro nicho, porque tu producto o servicio es diferente al mío y, lo más importante, porque tus clientes son distintos. ¿Lo ves? Mis reglas son solo para mí.

Por eso, cuando alguien me pregunta qué clase de contenido debe producir para sus clientes, o a través de qué canales debe distribuirlo, solo puedo ofrecerle una respuesta honesta: eso solo lo puedes determinar tú. ¿Cómo hacerlo? Depende de tus clientes, de sus necesidades, de cuál es el dolor que los aqueja, de cuáles son sus sueños, de cuáles son los objetivos de su vida.

Hace poco, en un grupo de consultoría, uno de mis clientes me lanzó una pregunta que me dio la oportunidad de reforzar este concepto, que es básico y muy importante para que alcances el éxito que te propones. “Álvaro: ¿qué tan extensos deben ser los videos que publico y los artículos de mi blog?”. Esta es la clase de preguntas que me gusta que me formulen, porque son cruciales.

La respuesta es sencilla: ¡en internet no hay reglas! Los nichos son distintos, los clientes se comportan de manera distinta. De hecho, ese comportamiento está determinado, en gran parte, por la forma en que tú los educas. Yo hago videos cortos, de menos de 10 minutos, y otros bastante extensos, de 45 minutos o más. ¿Y sabes qué? Las dos opciones son bien recibidas.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La única regla que debes seguir: la que funciona para tus clientes.


No porque una estrategia o un contenido le funcione a Álvaro Mendoza o a Tony Robbins significa que sea algo ‘perfecto’ y que tengas que replicarlo idéntico. En internet no hay leyes absolutas, no hay reglas: de hecho, la única regla establecida, cierta y comprobable es que ¡en internet no hay reglas! Tú fijas las tuyas, según tus clientes, tus objetivos, tus resultados.


Hoy, encuentras gurús que te dicen que los videos no pueden ser de más de 1,5 minutos, máximo de 3 minutos. ¡No es cierto! No, por lo menos, en todos los nichos. Depende de tus clientes, repito. Lo mismo ocurre con los artículos de tu blog: la creencia popular es que la gente de hoy no lee, no le gusta leer. Sin embargo, la cifra de venta de libros físicos, por ejemplo, está en crecimiento.

En lo relacionado con el contenido que ofreces a tus clientes, no importa el número de palabras o cuántos minutos dura el video (o el pódcast). Lo que importa es la esencia: si aportas valor con ese post, con ese video, con esa infografía, lo demás está de más. ¿Me explico? No es cuestión de una extensión específica, sino de que tu contenido aporte valor, eduque a tus clientes, los inspire.

Para que veas que en internet no todo lo que brilla es oro y no todo lo que te dicen es cierto, te doy un dato que seguramente te sorprenderá: a Google, el mandamás del SEO en internet, le gustan los artículos largos, los que tienen más de mil palabras. Esos artículos más extensos los asimila como de mejor contenido, de mayor información, y los privilegia en sus mediciones.

Además, también son los preferidos de los usuarios. ¿Lo sabías? Sí, cuando a ti te interesa un tema específico y ves un artículo relacionado, esperas que allí esté toda la información que requieras para hacer una idea concreta. Toda la información, repito. Es decir, esos artículos ligeritos y cortos que muchos publica con la excusa de que la gente no lee son una pérdida de tiempo.

Una de las premisas de internet (premisa, no regla) es que una vez consigues atraer la atención de un prospecto (o de un cliente) debes asegurarte de que no se te escape. ¿Sabes a qué me refiero? A que si lograste que hiciera clic y leyera tu nota, el siguiente paso es asegurarte de que siga ahí por mucho tiempo, que explore, que se divierta, que aprenda, que reciba mucho valor.

La única regla establecida, cierta y comprobable de internet es que ¡en internet no hay reglas! No te dejes engatusar por aquellos que quieres establecer leyes absolutas en internet. Conoce a tus clientes tan bien como puedas (o mejor) y prueba opciones: testea extensiones, testea enfoque, testea formatos… Recuerda: tus reglas son perfectas si producen los resultados que tú esperas.