Es algo frustrante, lo reconozco porque a mí también me pasa. Sin embargo, es algo con lo que los emprendedores, aquellos que hacemos negocios por internet, tenemos que aprender a convivir. ¿Por qué?

Porque es una realidad que no podemos cambiar y que, por supuesto, no debería mortificarnos. Hablo de esa incómoda sensación que nos embarga cuando un suscriptor se da de baja.

A todos nos cuesta entenderlo, no solo a los emprendedores. Nos aferramos a las cosas, a las situaciones, a las personas, y no queremos soltarlas. Se llama apego y es una de las causas de los tropiezos más frecuentes en las relaciones, las personales, las de negocios.

Es indispensable la autorización del suscriptor para enviar los mensajes.

Lo más molesto es que nos invade un sentimiento con el que no es fácil convivir, similar a cuando se termina una relación. ¿Qué hice mal?, nos preguntamos. Nos sucede también cuando enfrentamos alguna situación dolorosa en la vida: ¿Por qué yo?, ¿por qué a mí?

Estamos convencidos de que somos inmunes a esos hechos simplemente porque somos buenos, generosos, bondadosos, y nos resistimos a aceptar esas dificultades que, a veces, interpretamos como un castigo injusto. Si bien esa es una actitud normal, muy humana, hay que erradicarla en el mundo de los negocios, porque solo nos acarrea problemas.

Lo primero es reconocer es que esa persona que hoy se dio de baja en algún momento nos entregó sus datos de manera voluntaria. Entonces, de la misma manera puede retirarse cuando lo desee, y no hay nada que podamos hacer para impedirlo.

Y no tiene sentido culparnos por ello, pues lo más probable es que, simple y llanamente, ya obtuvo de nosotros aquello que deseaba: un producto gratis, el cupo a un evento, lo que sea. Así mismo, hay que entender que el mundo de los negocios es dinámico.

Respetar la decisión del suscriptor de darse de baja es una obligación.

Las cosas cambian, las personas piensan hoy distinto a como lo hacían ayer, se arrepienten de decisiones que tomaron en el pasado o, aunque duela reconocerlo, entienden que ya no lo podemos ayudar más. Eso, sin embargo, no quiere decir que no podamos hacer un último intento, algo así como tirarle un salvavidas para rescatarlo.

Un amigo mío decidió cancelar la suscripción a un boletín electrónico y a vuelta de correo, además de que le confirmaban su baja, le preguntaron por qué lo había hecho. Era una encuesta sencilla, con unas pocas preguntas muy específicas que no le generaban compromiso alguno, así que decidió responderla y enviarla.

Un salvavidas

Sin proponérselo, quizás sin darse cuenta, le entregó una información muy valiosa a quien hasta entonces le había ofrecido el contenido. Es posible que no puedas recuperar a ese suscriptor perdido, pero lo que te diga sí va a ser valioso para retener a los actuales, para evitar que en el futuro se den de baja.

¡Eso, sin duda, es una gran ganancia para ti y para tu negocio! O puedes implementar una acción que sorprendió a otro amigo, que estaba decidido a dejar esa lista de suscripción, pero lo hicieron reconsiderar. Tras responder la encuesta, recibió algo que podemos llamar un ‘contra ataque’, y dio marcha atrás a su intención.

Si un suscriptor se da de baja, intenta retenerlo sin incomodarlo.

Fue un sencillo email de seguimiento, una segunda oportunidad bien aprovechada por el responsable del boletín. Porque, y eso es algo que también debemos aprender rápido, a veces los suscriptores no tienen claro por qué quieren retirarse, a veces solo responden a un estímulo negativo provocado por otra empresa a la que le entregaron sus datos.

Entonces, no te molestes cuando alguien quiera darse de baja y, más bien, enfócate en darle otra opción, dale nuevos motivos para quedarse contigo. Un último detalle: ¡Nunca pases por alto la petición de darse de baja de un suscriptor!

Debes honrar su voluntad y, más bien, agradecerle el tiempo que estuvo a tu lado, lo que te ayudó, la oportunidad que te dio de servirlo. Eso es dejar la puerta abierta para que en el futuro, quizás, quiera volver. Supera el dolor de su pérdida y continúa adelante: si eventualmente puedes repescarlo, bienvenido; de lo contrario, intenta una retroalimentación que te sirva para el futuro. Hasta pronto…