Cuando voy por la calle, y salvo que esté al volante de mi vehículo, tengo el hábito de observar. Procuro atender lo que está a mi alrededor, especialmente aquello relacionado con el marketing, que es a lo que me dedico. Y con frecuencia me encuentro ejemplos interesantes, otros catastróficos y uno que otro sencillamente revelador.
Como sicólogo que soy, sé que el ser humano por esencia es competitivo. Nos comparamos todo el tiempo, queremos sentirnos mejores que los demás, queremos comprobar que poseemos más, que somos más populares, más conocidos. Es una conducta inevitable, lo sé, pero también una actitud que puede volverse en contra.
¿Por qué? Porque la vida no es una competencia, del estilo de una prueba de 100 metros planos en el atletismo, sino un viaje. Si alguna vez participaste en algún torneo, deportivo o de otra índole, habrás aprendido que no hay nada más desgastante que una competencia. Te deja exprimido, con las fuerzas al límite, agotado mental y físicamente.
Ese, a mi modo de ver, es el argumento más poderoso para entender por qué un emprendedor no puede asumir su negocio como una competencia contra el mercado, contra la competencia. Está bien que haya rivalidad, que se manifieste un espíritu de superación, que te esfuerces en ser la mejor opción para tus clientes, pero hasta ahí.
Cuando voy por la calle y observo algo que llame mi atención, procuro ser lo más objetivo posible. Intento ver lo positivo y también aquello que yo no haría, o que haría de otra forma. Inclusive, si tengo la oportunidad de hablar con la persona que está a cargo, con algún empleado o un cliente, lo hago. Sus conceptos suelen ser muy valiosos.
Y créeme que no han sido pocas las ocasiones en las que aprendí, en las que descubrí estrategias novedosas, en las que me di cuenta de algo que estaba haciendo mal. Y fueron muchas, así mismo, las que pude esbozar una sonrisa al comprobar que mi trabajo es bueno, que está a la altura de los mejores del mercado, que satisface a los clientes.
El aprendizaje más importante de esa dinámica, en todo caso, es que refuerza mi creencia y mi confianza en el marketing. Podrá parecerte curioso, pero no lo es. Y no lo es porque con demasiada frecuencia me encuentro emprendedores que acuden a mí con la queja que su negocio no funciona, y después de realizar un análisis detectamos la ‘enfermedad’.
¿Sabes cuál es? Hay serias fallas en su concepción del marketing. Quizás tienen un buen producto, cuentan con buenas herramientas, tienen un buen mercado cautivo, han invertido en recursos, pero se equivocan en lo esencial: el marketing. Y cuando tu trabajo es un negocio en internet, necesitas entender algo: ¡El marketing lo es todo!
El activo más valioso
Ese es un concepto elemental que a veces se nos olvida, porque nos enfocamos en otras actividades que creemos “más importantes”. Sin embargo, lo más importante, a veces lo único importante, es el marketing. Por eso, te ofrezco algunas recomendaciones (que yo mismo utilizo) que pueden ser útiles para evitar repetir los errores del pasado:
1) El don de la ubicuidad: ¿Sabes en qué consiste? En estar presente en diferentes lugares, de manera simultánea. El marketing posee ese don: está donde lo quieras ver. Aunque estés de paseo con tu familia en el campo, no pierdas la capacidad de observar, de aprender de lo que ocurre a tu alrededor. De hecho, en una parada de bus, en una cafetería, podrías conocer a tu próximo mejor cliente, o quizás a tu mentor.
2) Muéstrate sin exponerte: debes convertirte en tu primer hincha, sin que eso te haga perder la perspectiva. Partiendo de la humildad, date a conocer, comparte tus logros con el mercado. Eso servirá para que tus clientes entiendan con quién tratan, que sepan que están con un ganador, con alguien que los puede llevar hasta donde están sus sueños. No te vayas al extremo de hablar de ti y solo de ti: muéstrate sin exponerte.
3) El cliente es lo primero: parece algo lógico, obvio. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que no es así. Son muchísimos los emprendedores que descuidan a sus clientes actuales por dedicar sus esfuerzos a buscar unos nuevos. El mejor activo de tu negocio, lo he dicho otras veces, son tus clientes actuales. ¡NO te des el lujo de perderlos! Consiéntelos, cuídalos, cúmpleles las promesas, dales motivos para que sigan ahí.
4) El marketing es tu vida: con esto quiero decir que si tu trabajo es un negocio en internet, de lo único que no puedes olvidarte es de hacer marketing. No importa que seas el número uno del mercado, que hayas cumplido tus metas, que seas reconocido y admirado. Revisa tus estrategias, haz promociones, cuida a tus clientes actuales, prospecta, da contenido de calidad, apórtale siempre algo de valor al mercado.
Recuérdalo: ni la vida, ni los negocios son una competencia. Si tanto te gusta la competencia, enfoca esas energías en superarte, en capacitarte, en invertir en tu negocio, en mejorar tu servicio, en desarrollar nuevos productos, en alcanzar metas más ambiciosas. No lo olvides: el principal rival de un emprendedor (es decir, su más duro competidor), es él mismo. Hasta pronto.
se muy interesante
Muy buenas Recomendaciones Alvaro;
Excelente esta frase «No lo olvides: el principal rival de un emprendedor (es decir, su más duro competidor), es él mismo» tan cierta me recuerda a mi época de Karateca (hace unos 40 kilos atrás 😛 y 10 años menos), que siempre se dijo, que el mayor oponente que tendrás en Karate eres tu mismo…
Si somos «emprendedores marketineros», debemos hacer marketing y superarlo cada día en beneficio de nuestros clientes.
Dejo 2 frases de Philip Kotler:
“Nunca deberías ir al campo de batalla antes de haber ganado la guerra en el papel. La buena noticia es que puedes aprender Marketing en una hora (?). La mala noticia es que toma toda una vida perfeccionarlo”
“El Marketing no es el arte de encontrar modos ingeniosos para exhibir lo que haces. El Marketing es el arte de crear genuino valor ante tus clientes, y ayudarlos a mejorar. Las palabras clave del Marketing son “Calidad”, “servicio” y “Valor”.
Abrazos ,
Sergio.-
Excelente informacion. Vamos por MAS.!!!