Hay días en los que, honestamente, no es fácil sobrellevar la realidad. Y menos en estos momentos de incertidumbre y dolor en los que el mundo vive diferentes tragedias que, aunque no nos afecten directamente, a mí al menos me conmueven. Y me permiten ser consciente de cuán bendecido soy, pero también me hacen pensar cuál es el aporte que puede realizar cada día.
Desde hace meses, desde cuando apareció el coronavirus, la vida se puso patas arriba. En mayor o menor medida, tuvimos que cambiar las rutinas y adquirir hábitos destinados a cuidarnos y, en especial, a cuidad de los nuestros, de los otros. No ha sido fácil y, lo peor, es que no sabemos cuándo terminará esta grave situación que ha cobrado la vida de más de 700.000 personas.
Y no sé si a ti te ha ocurrido lo mismo, pero más allá del riesgo de contraer el virus lo que me causa molestia es el bombardeo mediático destinado a generar miedo, a mantenernos en vilo. Es algo realmente incómodo, porque es como si el objetivo fuera grabar el miedo en nuestra mente, como si existiera la expresa intención de mantenernos presas del pánico, inmovilizados por el pánico.
El problema es que hay muchas personas que, desgraciadamente, muerden el anzuelo y, en efecto, quedan inmovilizadas. Su mente se llena de pensamientos negativos y solo produce mensajes limitantes: “No sé si sirva para esto”, “En esto momento, tengo otras prioridades”, “No me siento preparado para este reto” o “Ya lo intenté antes y no fue una buena experiencia”.
Además, está la influencia del entorno, que suele ser, más que negativa, nefasta. ¿A qué me refiero? A que son esas personas que mejor te conocen, con las que más tiempo compartes, las que conocen tus sueños e ilusiones las que deberían apoyarte, pero tristemente son las que elevan las barreras, las que te ponen zancadilla, las que refuerzan los mensajes limitantes.
Todos los seres humanos, absolutamente todos, estamos expuesto a esto. Recuerdo que cuando pensé en convertirme en emprendedor descubrí una faceta inesperada de muchos amigos y también de algunos familiares. No creían en mí y, lo peor, estaban completamente seguros de que estaba loco y, más triste aún, de que había elegido esa opción para “vivir una vida cómoda”.
Claro, eran otras épocas, finales del siglo XX, y la idea de ser emprendedor, al menos en Colombia, se asociaba con libertinaje, vida fácil. Y créeme que las opiniones de esas personas me generaron mucho miedo, aunque no tanto como para hacerme desistir. Fue, entonces, cuando aprendí que el miedo no es un enemigo, sino un aliado y que necesitamos cambiar el chip y aprovecharlo.
En los últimos meses, durante ese incesante bombardeo mediático, nos han inculcado el miedo a salir a la calle, el miedo a tener contacto con otros, el miedo a visitar a los seres queridos, el miedo a enfermar y no ser atendido de la manera adecuada, el miedo a la soledad, el miedo a perder el trabajo y, claro, el miedo a la muerte. La verdad es que entre tanto miedo es muy difícil vivir.
Por fortuna, y entre otras razones porque siempre he visto la vida con optimismo, de manera positiva, y porque cada día aprecio las bendiciones que caen sobre mí, mi familia, mi trabajo y mis clientes, sé que los miedos no son invencibles. Además, hay algo contra lo que no podemos luchar: los miedos son parte de la esencia del ser humano, no podemos erradicarlos de nuestra vida.
Sin embargo, sí podemos superarlos. ¿Recuerdas cuando eras niño y quizás temías a los perros porque alguna vez uno te mordió? Ahora, probablemente, tienes uno como mascota y eres feliz. ¿Recuerdas cuando llorabas al saber que te iban a aplicar una inyección? Ahora, como médico pediatra, eres tú el aplica las inyecciones y diseñaste una estrategia para que sea una experiencia positiva.
En tiempos en los que el miedo está presente por doquier, corremos el riesgo de caer en su trampa y desperdiciar aquello maravilloso que la vida tiene para nosotros. Lo que debemos aprender es que, como una moneda, tiene dos caras y sacar provecho de la positiva. ¿Cómo hacerlo?
¿Ves cómo nos cambia la vida? ¿Ves que es posible superar los miedos? Como sicólogo, como un ser humano común y corriente y como emprendedor puedo decirte que tú eres más grande que tus miedos. ¿Eso qué quiere decir? Que el único miedo al que en realidad debes temer es a dejar que los miedos te dominen y, por cuenta de ellos, desaproveches lo maravilloso de la vida.
Gracias al ejemplo de mis padres y a las enseñanzas de mis mentores, aprendí que los miedos, como las monedas, tienen dos caras. Y tú eliges la que más te guste. Puedes permitir que te nublen, que te limiten, que te impidan aprovechar tus dones o talentos o, por el contrario, puedes capitalizarlos y convertirlos en energía, en la fortaleza que te permita superar las dificultades.
El problema con el miedo es que nos han vendido el lado malo, el negativo. Nos inculcan el miedo a la oscuridad, a la soledad o al error, por ejemplo, cuando estas tres opciones son algo natural de la vida. Y, en cambio, no nos dicen que el miedo puede ser nuestro aliado. ¿En qué forma? El miedo no es más que una señal de alerta, un campanazo que nos ofrece un mensaje.
Por ejemplo, cuando te vas a tirar a una piscina desde el trampolín de 7 metros. ¿Te da miedo? Sí, seguramente que sí. Es natural, además, porque es una altura considerable. Si te dejas dominar por el miedo, lo más probable es que desistas, des media vuelta y bajes la escalera. Si, en cambio, lo conviertes en tu aliado, respiras profundo, piensas “puedo hacerlo” y te lanzas al vacío.
¿El resultado? Una experiencia inolvidable. Interminables segundos en el aire, sentir que vuelas y que la velocidad aumenta a medida que te acercas al agua y luego el chapuzón que te lleva hasta el fondo antes de regresar a la superficie eufórico, extasiado. ¿Y el miedo? Lo transformaste en adrenalina, lo utilizaste para llenarte de seguridad y, lo mejor, para disfrutar el momento.
El mundo de los negocios, de muchas formas, es como tirarte del trampolín de 7 metros o, en ocasiones, como una intrépida montaña rusa llena de curvas y descensos vertiginosos. Son muchos los momentos y las situaciones en los que sientes miedo, sin importar si eres un novato, si ya tienes experiencia o si fracasaste antes. Al final, aprendes a hacerlo con miedo, con tu aliado.
“Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo”. ¿Cómo? Quítale al miedo el poder que tiene sobre ti. Asúmelo no como un obstáculo, sino como una oportunidad o como un reto. El miedo, por si no lo sabías, es cobarde: tan pronto lo enfrentas, huye porque se da cuenta de que eres más grande que él. Además, tan pronto das el primer paso y entras en acción, el miedo desaparece por completo.
Como mencioné antes, el miedo no es más que una señal de alerta, un estímulo que nos invita a salir de la zona de confort, a exigirnos un poco más y sacar lo mejor que tenemos dentro. Solo cuando permites que te paralice, el miedo es tu enemigo. En cambio, cuando actúas, cuando no te dejas intimidar, cuando te atreves, lo transformas en un aliado y aprendes que es un cómplice.
Hay días en los que, honestamente, no es fácil sobrellevar la realidad. Y menos en estos momentos de incertidumbre y dolor en los que el mundo sufre varias tragedias. Lo que debemos aprender es que el miedo, además de algo natural, es un producto de nuestra mente. Eso quiere decir que lo puedes sacar de allí cuando lo desees: piensa positivo y verás cómo tus miedos se desvanecen.
“Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo”. Esta frase, que es muy popular en internet, me encanta porque en unas pocas palabras encierra el secreto para conseguir de la vida todo lo que deseas, lo que te mereces. La clave está en que entiendas que lo mereces. Aplica para la vida, para el trabajo, para las relaciones, para los negocios. Si sientes miedo, pídele que te acompañe a vivir la aventura…
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