Richeli

La primera jornada tuvo un cierre similar al comienzo: ¡Espectacular!

Todos queremos producir dinero en grandes cantidades y Luis Eduardo Barón nos contó cómo funciona la máquina que lo fabrica legalmente. Todos enfrentamos dificultades y necesitamos modelos ejemplares para inspirarnos y seguir la marcha, de la misma manera que lo hizo Íngrid Macher.

Todos los que estuvieron alguna vez entre el público de Los Maestros de Internet sueñan con dar el gran paso y convertirse en un caso de éxito para subir a la tarima, como los amigos del Panel de Lanzamientos.

Habíamos tenido alimento para la razón, alimento para la pasión, alimento para los sentidos y, por si algo hacía falta, apareció el alimento para la alegría encarnado en Richeli.

A Ridgely Goldsborough, su verdadero nombre, el mundo lo conoce como ‘el conferencista de los zapatos rojos’, que por supuesto llevaba puesto esa tarde, y lo disfrutamos por su alegría, por la convicción de su mensaje, por el testimonio de su fascinante obra en los negocios y, sobre todo, por su sensacional sentido del humor.

Si reír es el primer paso para ser felices, Richeli nos llenó de felicidad durante la hora y media que duró su intervención. Un personaje singular que creó su primer negocio a los 16 años y que ha fundado 43 compañías, que ganó su primer millón de dólares antes de los 30, que con su equipo de trabajo tiene más de 400 páginas web abiertas y funcionando, que es autor de una docena de libros inspiradores y que recorre el mundo a lo largo y a lo ancho ofreciendo conferencias en español o en inglés.

Según Richeli, “el éxito es un sentimiento, una emoción. Cuando encontramos esa sensación que nos genera satisfacción, la repetimos sin cesar. El porqué en los negocios es la programación mental que me hace una persona única”. El porqué de cada persona afecta, para bien o para mal, sus decisiones y su comportamiento en todas las actividades de la vida, incluidos, por supuesto, los negocios. El porqué de los negocios permite tomar ventaja sobre los competidores y establecer una estrecha relación con los clientes, por medio de la cual puedo influir en sus decisiones.

“Si entendemos la sicología del cerebro, podemos hacer que los demás tomen decisiones que nos favorecen. Esas decisiones se dan en el cerebro límbico, que es el corazón del cerebro. Lo importante es entender que nadie hace nada si no lo cree firmemente: las creencias, la filosofía personal, las decisiones y los resultados de nuestras acciones, por tanto, están determinadas por nuestro porqué”.

Es ahí, entonces, donde introduce el concepto que, según él, constituye la llave del éxito en los negocios: el avatar. El avatar es de igual manera la manifestación física de una creencia y un algo/alguien que representa una idea. ¿Cómo sirve para tener éxito en los negocios? Por un lado, tengo que definir mi propio avatar, el de mi empresa, el de mi producto, con unas características que lo hagan único y especial, atractivo para esos clientes a los que quiero llegar.

Por otro, debo establecer cuál es el avatar de mi cliente para poder influir sobre él. Si mi avatar y el de mi cliente son opuestos, hacer negocios será imposible; si el avatar de mi vendedor y el de mi cliente no son compatibles, la falta de conexión entre ellos hará que la venta sea prácticamente imposible. Parece un juego, y de hecho en algunas facetas lo es, pero es una estrategia que si es bien aplicada en el mundo de los negocios puede (o debe) conducirnos al éxito.

Richeli desarrolló y mostró una aplicación que permite establecer cada avatar (el nuestro, el de nuestro producto, el de nuestro cliente) con un detalle que raya con la perfección y dio algunas pautas que permiten lograr más ventas: atraigo clientes buenos solo cuando desecho a los malos, a los que me hacen perder tiempo, esfuerzos y dinero; los clientes buenos llegan por identificación y, por eso, es importante expresarles con claridad quién soy para que tomen la decisión de estar conmigo; estar rodeados de un buen equipo de trabajo es indispensable para alcanzar el éxito: no somos nada sin gente competente a nuestro alrededor.

Finalmente, descubrió su fórmula secreta: la aplicación de un sistema, sumada a la disciplina y a asociaciones de éxito. Hubiera sido fantástico seguir escuchando a Richeli por mucho más tiempo, pero el mundo de los negocios es así.

Caía la tarde, el cansancio comenzaba a dibujarse en los rostros y la ansiedad volvía a hacer manifiesta, aunque de una manera diferente a la de la mañana: todo cuanto habíamos escuchado nos había abierto la mente, nos había mostrado que los horizontes del conocimiento y de las posibilidades son ilimitadas y, por eso, acuciosos, queríamos absorberlo todo con rapidez, casi son voracidad.

Para eso, sin embargo, habría tiempo durante el fin de semana, porque había llegado el momento de lucir nuestra pinta más elegante para el coctel vip. Había terminado la primera jornada y no podía estar más satisfecho…

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