En la ciudad alemana de Dusseldorf, con una contrarreloj individual de 14 kilómetros, se inició esta mañana del primero de julio la edición 104 del Tour de Francia, la carrera de ciclismo más famosa del mundo. Fue en esta misma fecha, en un muy lejano 1903, que se dieron los primeros pedalazos de la historia, con partida frente al hotel Revein Martin de París.

Aquella vez, tomaron la partida 60 ciclistas con la ilusión de completar la primera etapa, que los llevaría hasta Lyon, a 467 kilómetros de distancia. El vencedor final fue el deshollinador Maurice Garin, cabeza de un grupo de héroes que se sobrepuso a caminos infernales, llenos del polvo o de barro, recorridos a una velocidad de 25 km/h que hoy se antoja paquidérmica.

El Tour de Francia es la gran fiesta de la bicicleta, y prácticamente no lugar del planeta en que su actividad pase inadvertida. Este singular medio de transporte, que en Colombia cuando era niño llamábamos cicla, es un lenguaje universal y uno de los inventos más maravillosos del hombre y, también, el origen de singulares lecciones de marketing.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Recreación del primero modelo de la bicicleta, la pionera: la creación de Karl Drais.

En reiteradas ocasiones dije que no soy aficionado al deporte y nunca fui deportista, pero recuerdo con alegría aquellos inolvidables paseos en bicicleta. Una común y corriente, sin cambios, de esas en que se transportaban los jardineros. Cómo disfruté esos ratos con mis primos en la finca en Honda, donde el viento no conseguía aliviar la elevada temperatura.

Lo que más me gustaba era la sensación de libertad. Ir a la máxima velocidad posible, derrapar en las curvas sin caerse, eludir los obstáculos y romper la resistencia del viento eran experiencias incomparables. Después, mucho tiempo después, descubrí que la historia de la bicicleta era una biblia de lecciones para emprendedores.

¿Cómo así?, te preguntarás. Durante al menos 200 años (no es fácil precisar una fecha), la bicicleta ha sido el medio de transporte más democrático, más efectivo y más ecológico de la historia. Si buen su origen está ligado a las clases aristocráticas de Europa, hoy es una aliada de las clases populares y, algo importante, fuente inagotable de emociones.

En la segunda mitad de la década de 1810 se sitúa la invención de la primera y rudimentaria versión de la bicicleta que hoy conocemos. Se le atribuye al barón alemán Karl Drais, aunque hay registros que nos remontan al Antiguo Egipto y también a China. Sin embargo, se conviene que fue Drais el inventor del primer vehículo de dos ruedas.

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Un modelo de la evolución: ya tenía pedales y las ruedas eran de tamaños parecidos.

Como hecho curioso, el sillín era una silla de montar a caballo. Las dos ruedas estaban unidas por unos tablones sobre los que el pasajero reposaba sus pies, y que propulsaban el vehículo al ritmo de un pesado pedaleo. Había una gruesa vara de madera unida a la rueda delantera, que era la que permitía maniobrar la dirección.

Las ruedas eran de madera y no tenía pedales, cadenas o freno. No alcanzo a imaginar lo difícil que era conducir un vehículo como ese, aunque sí vislumbro la cantidad de caídas que habría sufrido encima de ella. Fue un primer intento que no arrojó los éxitos que su creador esperaba, pero que de todas formas sirvió como prototipo e impulsó la evolución.

Dos décadas más tarde, desde Escocia llegó la solución a uno de los problemas de origen: la propulsión. El herrero Kirkpatrick Macmillan añadió los pedales con barra y así ya no era necesario impulsarse tocando el suelo. A mediados de la década de los 40 en el siglo XIX, Robert William Thomson, otro escocés, aportó las ruedas inflables, de cuero y caucho.

La gran revolución

Un paso importante se dio en 1861, cuando Ernest Michaux dotó de pedales al singular vehículo. Con esta incorporación, la bicicleta dejó de ser exclusiva de los pudientes y llamó la atención de las clases populares, lo que generó un efecto increíble: la producción se dinamizó, y la bicicleta comenzó a rodar por Francia y, después, por Europa.

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Una versión más cercana a nuestro tiempo: las ruedas tienen radios y se propulsa con cadena.

A finales de los años 60 de aquel siglo XIX, en Gran Bretaña sustituyeron las arcaicas ruedas de madera por neumáticos de goma montados sobre los cilindros de acero. Y poco tiempo después el inventor James Starley fabricó la primera versión de lo que podemos llamar la bicicleta moderna: había desaparecido la madera por completo.

Además, la rueda delantera, que se propulsaba con pedales, era tres veces más grande que la trasera. Era una bici como aquellas que todavía vemos en algunos circos, difícil de maniobrar y complicada para mantener el equilibrio. Sin embargo, este fue el modelo que popularizó este vehículo de tracción que no se demoró en darle la vuelta al mundo.

Sí señor, literalmente, la vuelta al mundo en bicicleta. La dio el norteamericano Thomas Stevens, que partió en 1887 de San Francisco y tres años más tarde completó su hazaña. Después, John Kemp Starley sacó al mercado una bicicleta parecida a la actual, con frenos y no era tan alta. La llamaron ‘bicicleta de seguridad’, pues había menos caídas.

Luego aparecieron los neumáticos con cámara de aire, invención del irlandés John Boyd Dunlop, creador de la marca del mismo nombre. En Francia, los hermanos Michelin aportaron el neumático desmontable y Giovanni Battista Pirelli los secundó en Italia. Poco a poco, el rompecabezas de la bicicleta se armaba, se iba completando.

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Una versión fabulosa: el tándem, con hasta cuatro puestos. El cine la disfrutó mucho.

A finales de los años 80, ya la evolución de la bicicleta no tenía reversa. El 31 de mayo de 1889 quedó marcado en los calendarios como la fecha en que se disputó la primera competencia oficial en bicicletas. Organizada por los hermanos Oliver, asociados a la fábrica de Michaux, recorrió 1200 metros alrededor del parque de Saint Claud, en París.

Desde entonces, se desató la que podemos llamar la fiebre del pedal y a comienzos del siglo XX se empezó a escribir una historia diferente, apasionante: el Tour de Francia. Y luego llegaron las bicicletas modernas, las todoterreno, los marcos de fibra de carbono y otros adelantos que convirtieron a este vehículo en una maravilla de la tecnología.

5 maravillosas lecciones

Y luego de mucho pedalear, de exprimir las fuerzas en los ascensos, liberar la adrenalina en los descensos y andar plácidamente en el llano, llegamos a la meta: estas son las cinco valiosas lecciones que aprendí de la historia de la bicicleta. Si consultas en internet, quizás extractes algunas más, pero estas fueron las que más me llamaron la atención:

1) El éxito es el trabajo en equipo: la bicicleta, tal como hoy la conocemos, es fruto del trabajo de muchas personas, que ni siquiera se conocieron. Solo tenían en común la idea de fabricar un producto que les permitiera movilizarse. Cada uno hizo su tarea de la mejor manera y el resultado no pudo ser más positivo. El éxito es el trabajo en equipo.

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El Tour de Francia le dio un gran impulso a la evolución de la bicicleta, y no termina aún.

2) El éxito es un proceso: aquella primera versión de la bicicleta nada tiene que ver con la actual: cambió radicalmente. Eso nos enseña que una buena idea siempre está sujeta al cambio, a la evolución, al mejoramiento. Hay que mantener la mente abierta, hay que ser pacientes, hay que estar preparados para el fracaso, que la recompensa llega después.

3) El éxito está en el cambio: si el modelo de la bicicleta no hubiera evolucionado, no hubiera cambiado, sin duda, habría desaparecido. La virtud radicó en que pudo adaptarse a las condiciones, a las exigencias del mercado, y finalmente se convirtió en lo que los usuarios necesitaban. Si no cambias, estás condenado al fracaso. Esa es una ley.

4) El éxito está en servir: la evolución de la bicicleta se demoró en las primeras épocas porque el vehículo era exclusivo de las élites ricas. Cuando encontró arraigo en el pueblo, cuando prestó un servicio masivo, se desarrolló y se quedó para siempre. Más que dinero, la verdadera ganancia de un negocio está en el impacto que consiga a través del servicio.

5) El éxito está en la pasión: la bicicleta no ha dejado de ser el vehículo más ecológico de la historia, pero encontró otra cara: es pasión. Las carreras de ciclismo, los ídolos profesionales, son íconos que ayudan a que la gente conozca de ciclismo y de bicicletas, un vínculo que está ligado a las experiencias emocionantes que surgen de los pedalazos.

El Tour de Francia-2017 está en marcha. Serán 3533 kilómetros distribuidos en 21 etapas, de ellas dos contrarreloj individual y cuatro de alta montaña. Concluirá el próximo 21 de julio en el popular paseo de los Campos Elíseos, en París, luego de tres semanas de emociones, vértigo y pasión. Y, claro, muchas más lecciones de marketing…


Video: La evolución de la bicicleta