Si tienes más de 35 años y también crees en la magia de la Navidad, coincidirás conmigo en que la película Mi pobre angelito (Home Alone) marcó tu niñez o tu adolescencia. Te confieso que la he visto más de diez veces (la verdad, no sé cuántas exactamente) y cada vez es como la primera vez: aunque sé qué va a ocurrir, la disfruto de principio a fin.

Si eres alguno de los que no la vio, te cuento que son las aventuras de un pequeño de 10 años que, por accidente, es dejado solo en casa por su familia, que emprende un viaje para festejar la Navidad. A partir de ese hecho fortuito, su vida está en peligro por el acecho de unos torpes ladrones, con quienes protagoniza escenas muy cómicas.

La película se estrenó en 1990 y le permitió a Mack (como lo llaman sus amigos) saltar a la fama. Actuaba desde los 4 años, porque su padre Christopher ‘Kit’ Culkin deseaba que sus hijos cumplieran el sueño que él no pudo realizar. Rory y Kieran, dos hermanos, también fueron actores, aunque sin alcanzar la notoriedad, ni la fortuna, de Macaulay.

El talento de Macaulay, nacido el 26 de agosto de 1980 en Nueva York, se hizo notorio desde un comienzo. De ahí que entre 1985 y 1990 protagonizó varios papeles secundarios en la televisión y el teatro. El punto bisagra fue cuando el director Chris Columbus se fijó en él para que protagonizara a Kevin McCallister, la figura de su próxima película.

Home Alone fue un éxito de taquilla: la producción costó 18 millones de dólares y recaudó más de 476 millones. Se estrenó el 16 de noviembre de 1990 simultáneamente en Canadá y Estados Unidos y pronto, tras convertirse en fenómeno de taquilla y por los favorables comentarios de la prensa especializada, fue vista en el resto del planeta. ¡Wooowwww!

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La versión angelical de Macaulay Culkin que conocimos en ‘Mi pobre angelito’, en 1990.

Irónicamente, ese éxito se transformó en su peor enemigo. Su padre Kit era su manager y junto con su madre Patricia Brentrup (trabajaba como telefonista) manejaban su carrera y, claro, su precoz fortuna. El propio Macaulay contó años más tarde que su padre lo obligaba a actuar repetidamente, sin descanso, y que no le permitía recibir ayudas.

“Era un mal hombre, una persona violenta emocional y físicamente. Era un mal tipo, un abusador. Era alguien muy complicado”, fue la forma en que Macaulay describió a su padre en una entrevista. “Él estaba tan loco que tuve que hacer todo el programa sin ningún tipo de anotación o tarjeta a mano. Era una locura, una locura”, agregó.

En 1991, Macaulay fue invitado por Michael Jackson, la gran estrella del pop, a ser el protagonista de su nuevo video, Black or White. Comenzó una amistad muy cercana que puso a Macaulay en el ojo del huracán cuando se conocieron las acusaciones contra Jackson por abuso de menores. El actor, sin embargo, siempre los negó rotundamente.


En 2006, Macaulay Culkin publicó el libro ‘Junior’, en el que se sincera acerca de
su niñez y adolescencia. Confiesa que varias veces pensó en suicidarse. La
precocidad y la dimensión de su éxito lo desbordaron porque no estaba preparado.


Tras el gran éxito de Home Alone, Macaulay participó en otras producciones en las que no pudo reeditar los laureles. Eso ocurrió en 1994, cuando apareció, ya adolescente, en Richie Rich (Ricky Ricón, en español). Los 8 millones de dólares que cobró fueron el salario más alto para un actor infantil. Esa, sin embargo, fue su perdición.

Macaulay había atesorado una fortuna calculada en 17 millones de dólares que corría el riesgo de evaporarse por la avaricia de sus padres. Por eso, el joven aprovechó su divorcio para entablar una demanda y evitar que mantuvieran el control de sus ingresos. Además, solicitó y consiguió la emancipación (liberarse de la subordinación), harto de sus abusos.

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A finales de los 90, Macaulay se retiró de los sets de grabación y trató de tener una ‘vida normal’.

“A los 10 años, yo ya habría sobresalido en todo lo que él (su padre) había intentado conseguir, y no pudo, a lo largo de su vida. Emanciparme fue lo mejor que pudo sucederme. Necesitaba un descaso, así que les dije: ‘He terminado chicos; espero que hayan amasado todo lo que querían porque no van a ganar más gracias a mí’”.

Y así, un día cualquiera, acabó con su prometedora carrera. Lo más triste es comprobar que ese ni siquiera era su sueño, sino que él era el instrumento de otros. Lo peor, sin embargo, es que era apenas un adolescente millonario que no sabía a ciencia cierta qué era lo que quería hacer con su vida y, entonces, comenzó a divagar por ahí, sin rumbo.

Su familia vive distribuida en varios apartamentos de un edificio de Manhattan y, cuando no están de pelea, salen en los medios acusándose de robo y abuso los unos a los otros. Macaulay, mientras, perdió el aspecto de niño angelical e inocente y se transformó en un rudo hombre que, inclusive, enfrentó problemas para los que no estaba preparado.

En 1998, con solo 18 años, se casó con la también actriz adolescente Rachel Miner. La unión solo duró dos años. Poco después, formó pareja con Mila Kunis. Esta relación se extendió por ocho años y, aunque terminó de manera amistosa, le provocó una fuerte depresión que, según los medios de comunicación, lo impulsó al consumo de drogas.


Macaulay Culkin, como su amigo Michael Jackson, no pudo evitar que su vida se
destruyera en beneficio del entretenimiento del público. Cuando reaccionó,
descubrió que no tenía vida propia. Lucha por construir algo que sea suyo.


De hecho, en 2004, diez años después de retirarse de las pantallas, fue detenido en Oklahoma City, en posesión de marihuana y sustancias sin prescripción consideradas peligrosas. Se declaró inocente y fue detenido, aunque recobró la libertad poco después, cuando cambió su testimonio y se confesó culpable y pagó la fianza de 4.000 dólares.

Mis decisiones, especialmente las equivocadas, me convirtieron en quien soy. Me gusto a mí mismo, así que no cambiaría nada. La vida me ha dado muchas lecciones y, sobre todo, me ha enseñado a sobrevivir. Tuve que comportarme como un adulto cuando era muy niño, pero sin la madurez necesaria para comprender cómo funcionaba el mundo”.

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Desde muy pequeño, Macaulay fue una estrella de la pantalla. Esa fue su perdición.

Y añade: “Ahora soy como un ave de presa que analiza el entorno que le rodea, pero he dejado de pensar en mí mismo como un personaje público, porque es una locura vivir desde esa perspectiva en tercera persona, reflexionó. “Estoy intentando averiguar qué me hace feliz y no de una manera superficial. Mantengo mi alma en forma”, añadió.

Esta experiencia de Macaulay Culkin me deja cinco reflexiones que comparto contigo:

1) Nunca te lances tras nada en la vida sin estar seguro de adónde quieres llegar. Mucho menos, si ese algo no está decididamente conectado con tu pasión, con lo que amas.

2) No permitas jamás que otros controlen tu vida, o una parte de ella. Lucha por tus sueños y nunca te rindas, porque el premio por llegar a la meta es maravilloso.

3) Ten cuidado del éxito, la fama y la riqueza: pueden ser tus peores enemigos. Ninguno puede comprar la felicidad y aunque los poseas todos nada te garantiza la tranquilidad.

4) Traza un plan y síguelo tan fielmente como sea posible. Pero, también debes tener la flexibilidad para cambiar el rumbo cuando sea necesario, cuando haya que corregir.

5) Si tu vida está vacía es simplemente porque no has puesto al servicio de otros aquello que la naturaleza te regaló. Servir, amigo mío, es ¡el mejor negocio del mundo!