El nombre no es casualidad porque describe a la perfección la característica que hace única a esta planta: girasol. ¿Sabes por qué se llama así? Porque tiene la capacidad de perseguir los rayos del sol durante el día, de modo que girar, en sentido oriente-occidente. Cuando cae el sol, cuando llega la noche, el girasol se enconcha y reposa a la espera del nuevo día, de los nuevos rayos del sol.

Increíble, ¿cierto? En algunos países, el girasol es conocido como la flor del verano y por unos meses se convierte en el regalo ideal. ¿Por qué? Simboliza el amor y la admiración. Pero también la felicidad, la vitalidad, el positivismo y la energía. Mientras, en la cultura china se lo considera la representación de una larga vida y de la buena suerte. Sin duda, no es una planta común.

En otro escenario, para algunas religiones es un símbolo de aquel que busca permanentemente a Dios, a lo divino, ya que el astro rey simboliza a Dios. Y, en la mitología griega, la ninfa Clytia se enamoró locamente del dios del Sol, Apolo, que no le correspondía. A ella se le partió el corazón y murió de pena, convirtiéndose en un girasol que seguía al sol allá donde fuera.

El nombre original del girasol es Helianthum, que surge de una combinación helios (sol) y anthos (flor). Proviene de Norteamérica y Suramérica. Hay estudios que sitúan los primeros cultivos de esta planta en Arizona y Nuevo México hacia el 3.000 a. C. y algunos arqueólogos sugieren que el girasol se pudo haber cultivado antes que el maíz. Las semillas servían de alimento a los indios.

Una de las curiosidades de la historia del girasol es que, aunque sus orígenes se sitúan en nuestro continente, se establece que fue el Rusia donde su uso de propagó. Te explico: la planta llegó a Europa de la mano de los españoles, hacia el año 1500. El girasol fue muy común en el siglo XVIII en Rusia, y el responsable de esto fue Pedro ‘el Grande’, zar de Rusia entre 1.689 y 1.725.

Por aquel entonces, era vista como una planta ornamental. Fue después de 1770 cuando se comenzó a producir aceite de girasol. Ya en el siglo XIX, la iglesia rusa ortodoxa vetó el uso de algunas referencias de aceite durante la Semana Santa, pero no se incluyó el aceite de girasol. Eso provocó que la planta adquiriera notoriedad y, sobre todo, que su uso fuera muy popular.

Hacia finales del siglo XIX, las semillas de girasol de origen ruso retornaron a EE. UU. Si bien no hay certeza de cuál fue el motivo, se considera que lo trajeron los flujos migratorios de rusos. Se comenzó a utilizar como alimento para aves de corral. Y en 1926 la asociación de productores de girasol de Missouri participó en la producción de aceite obtenido a través de la pipa de girasol.

En la actualidad, el aceite de girasol es uno de los cinco más consumidos en el mundo. Ucrania y Rusia comandan la producción con 46 % y 23 %, respectivamente. El tercer lugar, lejos, es para Argentina (6 %). Otra curiosidad es que el aceite de girasol se emplea también como combustible biológico para producir biodiésel de automóviles con motor diésel, alternativa a la gasolina.

Pero, volvamos al comienzo: la característica única del girasol, de buscar los rayos del sol. Otra particularidad es que, según los estudios realizados, se ha comprobado que estas plantas son muy organizadas. Es decir, su movimiento (conocido científicamente como heliotropismo) no es arbitrario, sino que actúan como si fueran, por ejemplo, una disciplinada formación militar.

Ahora, la pregunta del millón: ¿qué hacen los girasoles cuando no hay sol, cuando el día es nublado? Sin los rayos del astro rey, estas plantas se quedan sin trabajo. Sin embargo, no se quedan quietas (así, literalmente) y exponen otra increíble característica, la que llamó mi atención y me dio motivos para compartir contigo esta historia. ¿Se te ocurre cuál pueda ser?

¡Se buscan los unos a los otros para intercambiar energía y mantenerse erguidos hasta que el sol vuelva a salir! Increíble, ¿cierto? Sin embargo, hay más: si uno de ellos se queda sin pareja, el más cercano alterna su dirección (viene y va) para ayudar al que está solo. No sé a ti, pero para mí esta es la más fehaciente demostración de aquello que llamamos ‘la sabiduría de la naturaleza’.


girasoles

Nadie llega a la cima, en la vida o los negocios, sin la ayuda de otros.


Una sabiduría que, si la ponemos en práctica en nuestra vida y en nuestros negocios, podrás disfrutar del sol (léase éxito, abundancia, prosperidad, impacto positivo). Cuando encontré en internet el contenido relacionado con los girasoles de inmediato mi mente me transportó a ese período de mi vida en el que comenzaba mi trayectoria como emprendedor digital, hace 26 años.

¿Por qué? También buscaba la luz del sol. No de manera literal, pero sí en el sentido de que me obsesionaba la idea de encontrar esa fuente de energía que me permitirá alcanzar mi sueño. Como quizás lo sabes, era una época en la que el síndrome del emprendedor solitario era mi compañía y mis días los pasaba recluido en mi casa, frente al computador. ¡Tenía el sol a mi espaldas!

O, dicho de otra forma, vivía en la oscuridad, entre las sombras. No había personas con las que me pudiera relacionar, otros aventureros que estaban en una situación similar. Me sentía como un girasol en un día de lluvia, con el cielo cubierto de negros nubarrones que atrapaban los rayos del sol. Y lo peor, ¿sabes qué era lo peor? Que no tenía otros girasoles para intercambiar energía.

Por fortuna, fue algo temporal. Aunque al tecnología se desarrollaba a grandes velocidades y el mercado lo hacía a paso de tortuga, empezaron a aparecer otros girasoles. Descubrí que no estaba solo, el sol volvió a brillar y no tardé en sentir que otros me compartían su energía. Fue algo maravilloso porque me brindó las fuerzas necesarias para seguir en mi búsqueda, en mi propósito.

Hoy, quizás lo sabes, tengo varios campos sembrados de girasoles. El Círculo Interno y Marketing Magnético, mis comunidades, así como mi lista de suscripción. Aunque a veces el sol se oculta, aparecen las nubes, llueve a cántaros y hay vientos de tempestad, gracias a la energía que nos irradiamos los unos a los otros nos mantenemos erguidos. Como los girasoles en verano.

El problema, porque siempre hay un problema, es que veo muchos girasoles solitarios, con bajos niveles de energía, a pesar de que están en el verano de su vida. ¿A qué me refiero? Son personas que eligen intentar avanzar en solitario, empeñadas en jugar al superhéroe autodidacta que lo puede todo. Sin embargo, la realidad es que son girasoles apagados en medio de la oscuridad.

En la vida, en cualquier ámbito de la vida, como dice la popular frase, “si estás solo irás más rápido, pero si estás acompañado irás más lejos”. Un girasol solitario se mantendrá erguido mientras le den los rayos del sol. Sin embargo, si está bajo techo o en invierno, se extinguirá. Esa es una ley de la naturaleza, algo inevitable. Una realidad que los emprendedores girasoles solitarios desconocen.

Quizás porque piensan que pueden hacer solos, pero están equivocados. Quizás porque se escudan en el poder de las herramientas y de la tecnología, pero están equivocados. Quizás porque son recelosos de compartir su conocimiento y experiencias y no se los valore o, peor, que alguien se los arrebate. Quizás porque no saben lo que significa el maravilloso intercambio de energía.

Estar solo o intentar avanzar solo es una parte del proceso, pero ¡no es el proceso! No puede ser todo el proceso. En algún punto, en algún momento, debes entender que requieres de los otros, que no llegarás a la cima sin la ayuda de otros. El marketing, el emprendimiento, así como la vida misma, son un trabajo en equipo: solo a partir del intercambio de energía lograrás tus objetivos.

Recuerda aquello de ‘la sabiduría de la naturaleza’: si no tienes el sol de tu parte, si el panorama está nublado, si todo parece estar en tu contra, siempre habrá algún girasol dispuesto a darte un poco de su energía, a compartirla contigo. Y lo hará a sabiendas de que si algún día la situación se invierte, si él está en las horas oscuras, tú harás lo mismo por él. ¡Eso es el emprendimiento!

Cuando eres emprendedor, no importa en qué punto del proceso te encuentres, es natural que haya momentos en los que te sientas solo, agobiado. No olvides que la vida es una montaña rusa en la que hay altibajos constantes. Al final, sin embargo, los que llegan al objetivo propuesto, los que logran los resultados esperados, son aquellos que ayudan a otros y se dejan ayudar.

Nadie, absolutamente nadie, escaló el Everest en solitario. Ningún girasol sobrevivió sin recibir los rayos del sol o la energía de otro girasol. Además, y esto es muy importante, por esencia los seres humanos somos sociales, es decir, estamos hechos para vivir en comunidad, para estar rodeados de otros como nosotros. Y el arte de la vida implica compartir lo que somos, lo que tenemos…


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