Uno de los mayores males que aquejan al ser humano en el mundo moderno es que vive inmerso en tantas obligaciones, tantas tareas, tantos compromisos, tantas frustraciones, tantas preocupaciones, que apenas si le queda tiempo para vivir la vida. Y, claro, mucho menos para disfrutarla. Y así se le va la vida a muchas personas, que se lamentan porque no tienen tiempo.
Desde que era una niña, a Yusely Mayarlin González Muñoz sus padres le enseñaron el valor del trabajo. Pero, además, le inculcaron que no hay trabajo más valioso que hacer lo que te apasiona, lo que amas, lo que te permite compartir con otros los dones y talentos que la naturaleza te dio. “Mija, estudie, pero nunca pierda de vista la idea de tener su propio negocio”, le decía papá Luis.
Él y su esposa Sandra no tuvieron la fortuna de poder ir a la universidad, pero con ganas, sacrificio, tesón y mucho amor se dieron mañanas para sacar adelante a sus hijas Yusely y Liseth gracias al negocio familiar: una remontadora de calzado. “La empresa es sencilla, pero nos lo ha dado todo”, afirma Yusely, que es cocreadora, directora y alma de Tiempo Productivo (Tiprod).
“En Colombia, la gente tiene la idea de que no es posible hacer empresa independiente, pero no es verdad. A muchos les da pereza, por todos los trámites que se deben realizar, por los requisitos que se deben cumplir, porque hay que invertir. Sin embargo, siguiendo el ejemplo de mis padres me di cuenta de que, si uno quiere, puede hacer lo que quiera. No es fácil, pero se puede”, asegura.
El sueño de Yusely era estudiar Educación Física, pero no logró pasar en la Universidad Pedagógica y la situación económica no le permitió buscar más opciones. Quedó en una situación complicada, porque no sabía qué estudiar, hasta que se le presentó una oportunidad: ingresar a la Universidad Distrital, a cursar Administración Deportiva. “El pénsum de esa carrera no tenía ni pies ni cabeza”.
“Me presenté y pasé con solo acreditar el puntaje del Icfes (examen de Estado). De todo lo que estudié, nada me sirve hoy. Allí, lo único que aprendí fue a ser más sociable y a hablar en público, pero académicamente nada que no pudiera encontrar en un libro o en internet”, explica. Esa experiencia, por supuesto, le reafirmó la idea que le daba vueltas en la cabeza: un negocio propio.
Con el diploma de grado bajo el brazo, a Yusely la vida le indicó cuál era el camino que debía seguir. “Conocí una empresa que presta servicios deportivos. Me gustó y también vi que había una oportunidad”. Entonces, llamó a Andrés Torres, compañero de la universidad y de aventuras con quien compartía el gusto por el deporte y unieron esfuerzos para darle forma a su sueño.
Consciente de que no es bueno poner todos los huevos en la misma canasta, Yusely González aprendió de ‘trading’, una actividad que le permite generar ingresos pasivos adicionales.
Aunque la empresa todavía no estaba constituida, presentaron una propuesta y la aceptaron. “Nuestro mercado siempre han sido las empresas, facilitar las condiciones para que los trabajadores tengan un espacio para la recreación y la integración”. Se dieron cuenta de que había personas que, a pesar de trabajar en el mismo lugar, no se conocían, no sabía el nombre de otros.
“Empezamos con torneos de tenis de mesa y de juego de rana (o sapo). Nosotros dos éramos los organizadores, los jueces, todo”, recuerda. Fue un buen comienzo, porque esa empresa quedó conforme con los servicios y solicitó otro: que se programara una actividad recreativa a la semana. “En ese momento, les propusimos los entrenamientos deportivos, y también aceptaron”.
Para cumplir con ese compromiso, contrataron un docente y alquilaron los escenarios: el negocio propio comenzaba a tomar forma. Y cuajó luego de que uno de los profesores que había tenido en la universidad le contó que Compensar, una caja de compensación familiar, buscaba personas que pudieran hacer juzgamiento en torneos de bolos (boliche). Sin pensarlo dos veces, se presentaron.
Tras cumplir con un largo y complicado proceso selectivo, finalmente lograron ser contratados. Fue, entonces, cuando nació Tiprod, legalmente constituida. El estreno se dio en una fecha que no olvida: 14 de agosto de 2009. “Para cumplir el compromiso, tuve que llamar a los amigos jueces de los torneos de empresas de la Liga de Bogotá, para que nos dieran una mano”, relata.
Ya no había marcha atrás. La siguiente tarea que abordó Yusely fue la de contratar personal para cubrir la demanda, que ya era importante y, sobre todo, estable. “Yo estaba al frente del negocio de tiempo completo, porque Andrés trabajaba en un ‘call center’ y solo podía ayudar en las noches y en los fines de semana”. Sin embargo, el trabajo y las oportunidades comenzaron a fluir.
En un comienzo, buscaba estudiantes de Educación Física, por la afinidad con el deporte, pero pronto se dio cuenta de que tenían problemas para cumplir satisfactoriamente con la labor más importante: la atención al cliente. Entonces, Yusely volteó su mirada hacia jóvenes de carreras como Sicología y Trabajo Social, o terapeutas físicos, que tienen mayor vocación de servicio.
Aunque tomó la decisión no tener hijos, Yusely es la mamá de sus muchachos. “Toca ser mamá, profesora, policía, jefa, amiga. A veces, termino escuchando problemas personales. A todos trato de inculcarles la dinámica del buen servicio, que es la clave del éxito de Tiprod. No podemos dejar que una mala experiencia nos dañe el día o afecte a los clientes, que son lo más importante”.
Y de los clientes es que más han aprendido en estos nueve años. “Hay de todo, claro. Algunas personas nos han enseñado mucho con sus comentarios, con sus críticas”, asegura. Para Yusely, es fruto de la filosofía que caracteriza a Tiprod: puntualidad, buena presentación, buenos modales, prestarle atención al cliente, escuchar sus quejas, ser proactivos y aportar soluciones.
Desde 2014, dada la creciente demanda de los usuarios de Compensar y los buenos resultados de Tiprod, se dieron más opciones dentro de la empresa. Y fuera de ella, también. “Ahora estamos trabajando en el de las licitaciones, para prestar los servicios a empresas estatales. He tenido que capacitarme, porque es algo distinto, porque la contratación oficial tiene muchos requisitos”.
Es un nuevo mercado en el que espera poder consolidar la empresa, verla crecer y darles a otros jóvenes una oportunidad de aprendizaje que no tienen en las aulas universitarias. Actualmente, hacen juzgamiento y apoyo logístico en torneos de bolos, ultimate, fútbol, natación, baloncesto, tenis de mesa y squash, además de juzgamiento en juegos virtuales (de consola) y de mesa.
“Si alguien quiere comenzar su negocio y me pide un consejo, puedo decirle que aprenda de los temas de impuestos y de contratación laboral, que fueron los que más dolores de cabeza me produjeron. En Colombia, todas las semanas hay nuevos decretos, modificaciones de las leyes y cambian las condiciones. Yo creía que era solo hacer negocio y facturar, pero no es así”, explica.
“Mi trabajo me encanta y quiero aprender más, quiero que Tiprod crezca, quiere ayudar a más muchachos. Esto me apasiona y no me veo haciendo algo distinto”, dice Yusely. Lo único que podría cambiar sus planes es viajar por el mundo, algo que también la apasiona. Mientras llega ese momento, sigue trabajando y forjando sueño con el fin de que el suyo sea un tiempo productivo.
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