Para los baby boomers, no hay discusión: su vida estuvo marcada por The Beatles. En nuestros padres o abuelos, según la edad que tengas, el cuarteto de Liverpool, comandado por John Lennon, dejó una profunda huella en sus vidas. Fue sinónimo de rebeldía, de liberación sexual y de paz y amor libre. Un ícono que traspasó la barrera del tiempo y que hoy todavía gana adeptos.
Para la Generación X, a la cual pertenezco, la influencia de The Beatles es innegable, pero hubo otro referente que nos dejó imborrables cicatrices en el cuerpo y en el alma. Me refiero a Queen, la banda inglesa que inmortalizó a Freddy Mercury, uno de los mejores intérpretes de todos los tiempos. Un rebelde, un contestatario, un antisistema, un loco genial y un mito inmortal.
Mercury, cuyo nombre real era Farrokh Bulsara, nació en Stone Town, en el país que hoy conocemos como Tanzania, y falleció el 24 de noviembre de 1991, en Londres, víctima de las complicaciones varias provocadas por el virus del sida. En 2005, una encuesta de la revista Blender y el canal de televisión MTV2 lo eligió como el mejor cantante masculino de todos los tiempos.
Según la prestigiosa revista Rolling Stone, ocupa el puesto 18 entre los 100 mejores cantantes de la historia y la revista británica Classic Rock, especializada en este género, lo consideró el mejor intérprete de rock que ha existido. Sin embargo, Mercury no solo fue una voz poderosa, única e inolvidable, sino también un prolífico y genial compositor, como lo demuestran sus éxitos inmortales.
Killer Queen, Bohemian Rhapsody, Somebody to Love, We Are the Champions, Don’t Stop Me Now, Crazy Little Thing Called Love, It’s a Hard Life y Innuendo, icónicos temas de Queen, que aún gozan de gran popularidad, fueron una creación de Mercury. No es extraño, entonces, que The Sun, el diario más leído en inglés, lo ubicó de primero en la encuesta para hallar al máximo dios del rock.
Su vida siempre estuvo rodeada de escándalos, dado que era amante de las fiestas, la vida nocturna desenfrenada y adicto a las drogas. Además, nunca ocultó su homosexualidad, a pesar de que tuvo varias mujeres como pareja. No era propiamente un modelo digno de seguir, pero su genialidad consiguió sobresalir y le permitió incrustarse en un lugar de privilegio de la historia.
El estreno de la película Bohemian Rhapsody, que durante el primer fin de semana en octubre recaudó 50 millones de dólares en Estados Unidos y Canadá (luego del Día de Acción de Gracias superó la cota de los 160 millones de dólares), puso a Freddy Mercury en boca de todos, de nuevo. En el resto del mundo, superó rápidamente los 500 millones de dólares, algo fantástico.
La cinta, además, ha recibido favorables críticas por parte de los espectadores, aunque los ortodoxos la descalifican porque no es fiel reflejo de la vida de Mercury. Y no tendría que serlo, porque finalmente es una recreación, una mezcla de ficción y realidad, una obra destinada a destacar el rol del cantante en la historia del rock y su influencia en los amantes de este género.
Lo que para muchos ha pasado inadvertido es el cúmulo de lecciones de marketing que la vida de Freddy Mercury y Bohemian Rhapsody encierran. Tengo que confesar que soy fanático de Queen, que en mi juventud deliré con muchas de sus canciones (las canté, literalmente, a grito herido), pero quiero compartir contigo esta visión surgida de mi quehacer como emprendedor digital:
Congelado en el túnel del tiempo desde que murió en 1991, Freddy Mercury renace para deleitar a las generaciones que tanto habían escuchado hablar de él a sus padres y abuelos. ‘Bohemian Rhapsody’ nos enseña que los modelos dignos de seguir en el marketing y los negocios no necesariamente son los empresarios exitosos. ¡El mito nunca muere!
1) Ser auténtico, ser único: entre gustos, no hay disgustos. No se trata de determinar quién fue el mejor cantante de la historia, porque nunca nos pondremos de acuerdo. En lo que sí seguramente vamos a coincidir es en que Freddy Mercury fue único, fue auténtico, y esa fue una de las razones de su gran éxito, independientemente de sus notables virtudes como cantante y compositor.
Hoy, más que nunca, el mercado está en la búsqueda de modelos distintos, realmente diferentes, que se identifiquen con sus valores y principios, que inspiren sus sueños y le sirvan de modelo. Por eso, a nadie debe extrañar que los mileniales y la Generación Z se hayan rendido a Mercury después de ver la película. El carisma del artista le permite conectar con ellos desde el más allá.
2) El pasado nunca muere: en este mundo moderno, en el que todo avanza a grandes velocidades y todo tiene pronta fecha de expiración, la nostalgia se mantiene incólume. Por supuesto, los primeros espectadores de Bohemian Rhapsody fuimos aquellos que crecimos y que vivimos la adolescencia al ritmo de las canciones interpretadas por Freddy Mercury. La película se hizo para nosotros.
Esa es una de las realidades más difíciles de explicar en el marketing: lo retro nunca pasa de moda. Hay que evolucionar, sí; hay que estar actualizados, sí; hay que ir al ritmo de las nuevas generaciones, sí, pero lo retro nunca muere. De cuando en cuando, recurrir a esos recuerdos que dejaron huella es una estrategia muy poderosa que se conecta rápidamente con las emociones.
3) Romper esquemas, una estrategia válida: si conoces lo básico de la vida de Freddy Mercury, te darás cuenta de que no fue un tipo común y corriente. Su vida rompió esquemas, pisó callos y retó a la ultraconservadora sociedad inglesa en unos tiempos en los que esta clase de actitudes eran consideradas casi un pecado. Por supuesto, para el artista esto fue parte de su sello personal.
Aunque quizás sin llegar a rebasar los límites que Mercury sobrepasó, no me cabe duda de que a todos nos gustaría tener algo del ícono de Queen. Su atrevimiento, su convicción, su rebeldía, su espíritu contestatario, su libertad creativa y su fortaleza para vivir a su estilo son algunas de las actitudes que, dentro de las normas y en su justa medida, nos ayudan a triunfar en los negocios.
4) Las emociones son las que mandan: la película comienza y termina con escenas del concierto Live Aid, celebrado en el mítico estadio Wembley, de Londres, en el verano de 1985. Si tú ves la película y no se te eriza a piel en esos momentos, es porque eres de piedra, porque el corazón se te secó. Es un increíble viaje al pasado, una reconexión con aquello que alguna vez nos hizo vibrar.
Esas son las escenas culminantes, pero a lo largo de la película hay otras tantas más que logran conmover al espectador. El mensaje es claro y contundente: si quieres conectarte con tu cliente de manera rápida, efectiva y poderosa, apela a las emociones, entra en su corazón y sacúdelo, hazlo vivir experiencias inolvidables. Mercury fue un genio de las emociones y, por eso, nunca morirá.
Podemos sentarnos a discutir horas enteras, días y meses, y nunca vamos a estar de acuerdo. Para algunos, The Beatles sigue siendo el grupo más importante de la historia del rock. Para otros, uno de ellos yo, Queen y Freddy Mercury marcaron una profunda huella, nos alegraron la adolescencia y hoy, producto del estreno de Bohemian Rhapdosy, son un genial concierto de lecciones de marketing.