Si quieres aprender de negocios, estudia los casos de quienes supieron tocar el cielo con las manos y unos pasos más adelante cayeron en la hoguera del infierno. En este caso, te voy a contar acerca de BlackBerry, la icónica marca de smartphones, que a finales de los 90 y comienzo de los 2000 revolucionó el mercado y se adueñó del mercado en una carrera meteórica. Ahora, desaparecerá.

En efecto, a través de las redes sociales BlackBerry acaba de anunciar que pondrá fin al vínculo que sostiene con TCL Corporation y desde 2016 le permitió permanecer en el mercado, de modo casi clandestino. El 31 de agosto es la fecha fijada para escribir el punto final de la historia de una de las cenicientas de la era tecnológica, un producto que marcó una época y se embriagó con su éxito.

Hagamos un poco de memoria para contextualizar. En la década de los 90, cuando ya veíamos la punta del Iceberg de la revolución tecnológica, apareció la segunda generación de los teléfonos celulares. Sí, la segunda, porque la primera se había dado en los lejanos años 70, fruto de la carrera entre Motorola y AT&T, dos gigantes de la industria. El hito se produjo el 3 de abril de 1973.

Ese día, Martin Cooper, directivo de Motorola, llamó a Joel Engel, de Bell Labs, de AT&T, usando un modelo DynaTAC 8000X, en una calle de Nueva York. Fue una prueba preliminar, porque aquel aparato era un prototipo y su desarrollo se demoró una década más. Fue en 1984 cuando el teléfono, pesaba cerca de 1 kg, y medía 33 x 4,4 x 8,9 centímetros, se puso a la venta pública.

Por aquel entonces, valga decirlo, la tecnología avanzaba bastante más lento de que lo hace hoy. Y entre el desarrollo y la consecuente salida al mercado y la posterior masificación había un largo trecho. Sin embargo, y eso es algo que la historia le reconocerá a BlackBerry, fue este teléfono el que se encargó de darle un gran impulso a la industria de los teléfonos celulares. Una ironía.

Como era habitual en esa época, el mercado estaba dominado por dos marcas, Nokia y BlackBerry. Ten en cuenta que el iPhone todavía no existía y que las otras empresas de telefonía no se habían animado a entrar al mercado. ¿Por qué? Porque desconfiaban del éxito del producto, no creían que el teléfono celular, por sus altos costos y la carencia de redes, pudiera ser un producto popular.

Research in Motion (RIM), la empresa creadora del BlackBerry, entró pisando duro. Incorporaba el servicio de correo electrónico (en 1999), además de las aplicaciones típicas de un teléfono inteligente: libreta de direcciones, agenda, calendario, lista de tareas, bloc de notas, navegador, aplicaciones de redes sociales y una cámara de fotografía integrada. ¿Cuál era la magia, entonces?

El BlackBerry se hizo famoso gracias a su novedoso teclado QWERTY incorporado, que lo hacía completamente diferente al resto de teléfonos del mercado, y porque tenía la capacidad de enviar y recibir correos electrónicos accediendo a las redes de las compañías de telefonía celular. Esto, que hoy es lo mínimo que debe tener un teléfono inteligente, en esa época era una novedad.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El teclado QWERTY incorporado fue la gran novedad del BlackBerry, la razón de su éxito inicial.


BlackBerry revolucionó el mercado de los teléfonos inteligentes, pero luego cayó víctima de su éxito. Cuando más alto estaba, cuando más sólido parecía su reinado, apareció el iPhone y después los teléfonos con sistema operativo Android le dieron el golpe de gracia. Dejará de ser fabricado.


Y BlackBerry la supo capitalizar. Aunque su costo era elevado, pronto se convirtió en el preferido de las personas con poder adquisitivo, empresarios, dueños de empresas, figuras públicas. Y se comenzó a hablar ya no del “teléfono celular”, sino del BlackBerry. Decir “tengo un BlackBerry” se convirtió en muestra de estatus, de exclusividad, de distinción; era algo de lo que podías presumir.

Con la ampliación de la cobertura de las redes de transmisión, con la popularización de los planes de conexión, el teléfono celular pronto se convirtió en un artículo imprescindible. Poco a poco bajo de los estratos más altos a los más bajos y, claro, BlackBerry era el rey. Acaso los resistentes y llamativos modelos de Nokia podían ofrecerle resistencia, pero se vislumbraba un largo reinado.

Sin embargo, no fue así. De hecho, y hoy lo reconocen los que por aquel entonces eran directivos de RIM, el BlackBerry era un bonito aparato, pero, algo que se supo después, lleno de limitaciones, más allá de sus fortalezas en los seguros y los eficientes sistemas de comunicación. Y justo cuando más alto estaba, cuando más sólido lucía su reinado, comenzó el declive, la caída al vacío.

A comienzos de 2007, el mundo apreció a Steve Jobs mientras descargaba música, videos y mapas de internet en un moderno dispositivo que dijo se llamaba iPhone. El producto era un secreto a voces desde hacía meses y había generado una gran expectativa no solo en la industria, sino en el mercado. Apple se le metía al rancho al BlackBerry y el escenario tenía un nuevo, y duro, competidor.

Aunque la batería del iPhone duraba menos de ocho horas, aunque operaba en una red de mayor antigüedad y más lenta, de segunda generación, la capacidad para descargar música y vídeos, entre otros productos, le había servido para irrumpir con fuerza en el mercado. Además, contaba con un plus que su competidor no podía superar: el goodwill de la marca, la fidelidad de los usuarios.

Sin embargo, como decía el gran Chapulín Colorado, “no contaban con la astucia” de Apple. Si algo tienen los usuarios de los productos de la manzana mordisqueada es sentimiento de pertenencia y lo digo con conocimiento de causa, porque soy evangelizador de la marca. La premisa fue sencilla, pero muy efectiva: si es un producto de Apple, es de calidad y la experiencia será gratificante.

Dicho y hecho. Además de sus novedosas funcionalidades, Apple acertó con algo que es un sello de la marca: del diseño. Está claro que nadie compra un teléfono celular de más de 1.000 dólares solo porque “es bonito”, pero si al resto de servicios y beneficios se le agrega estética, bienvenida. Fue un antes y un después en la industria de los smartphones, un punto de no retorno.

En adelante, ya no bastaba con las funcionalidades básicas: para competir en el mercado con alguna opción de éxito había que tener un diseño agradable, fino, como el del iPhone de Apple. Pronto, este aparato, como los demás productos de la marca, se convirtió en un objeto de culto para sus seguidores, que guardaron el BlackBerry y le abrieron su corazón al nuevo consentido.

De manera increíble, RIM no estaba preparada para dar la pelea y no pudo reaccionar. Con la misma rapidez que subió como palma, comenzó a caer como coco. Sus ventas se derrumbaron y la empresa entró en crisis, al punto que en 2015 licenció el uso de la marca a terceros, con la idea de que desarrollaran el producto con el sistema operativo Android, que le propinó el golpe de gracia.

En efecto, ninguno de los intentos de rescate de BlackBerry surtió efecto y la consolidación del iPhone, sumada a la popularización de los teléfonos androide, enterró las últimas esperanzas. Ahora, sabemos que los dispositivos BlackBerry dejarán de fabricarse el 31 de agosto de 2020 y el soporte técnico posventa desaparecerá dos años más tarde. ¡Ha muerto BlackBerry, que viva iPhone!