Dicen que “si algo puede salir mal, saldrá mal”.

Esa es la famosa Ley de Murphy, nacida en 1949 gracias al ingeniero aeroespacial Edward Aloysius Murphy.

Y aunque su origen fue técnico, con el tiempo se convirtió en una ley universal de la vida… especialmente cuando hablamos de tecnología.

¿Quién no ha vivido ese momento en el que, justo cuando todo parece listo, algo falla?

El micrófono no funciona, la cámara se congela, la conexión se corta o un ruido inesperado interrumpe la transmisión.

Sí, lo sé. Todos hemos maldecido alguna vez al señor Murphy.

Pero en el mundo de los webinarios, no hay margen para dejarlo actuar.

El enemigo invisible: confiar demasiado

Cuando preparas un webinario, hay dos escenarios muy distintos:

  1. Tener la infraestructura adecuada, como vimos en el artículo anterior.
  2. Y luego está el momento de la verdad: cuando estás en vivo frente a tus asistentes.

Ahí es donde suele aparecer “el diablillo de la armada”, como decían en los viejos medios de comunicación.

Ese pequeño error que nadie previó y que, de pronto, arruina todo.

La cámara que no responde.

El audio que se corta.

El archivo que no abre.

El perro que ladra sin parar.

El vecino que decide taladrar justo a esa hora.

O el bebé que despierta en el peor momento.

Eso, amigo emprendedor, es la Ley de Murphy en acción.

Y aunque no puedes eliminarla por completo, sí puedes minimizar su impacto.

Siempre, siempre, ten un plan B (y mejor si tienes C y D)

Cuando haces un webinario, estás comprometido con tu audiencia.

Ellos te dieron su tiempo, su atención y su confianza.

Por eso, el espectáculo no se puede detener.

Como en el teatro o en los conciertos: el show debe continuar.

¿Qué significa esto en la práctica? Que necesitas previsión.

Anticiparte a lo que podría salir mal y tener una solución lista antes de que ocurra.

Aquí algunas recomendaciones básicas, pero poderosas:

  • Contrata un plan de internet móvil que te permita conectarte si falla tu conexión principal.
  • Ten cerca una batería de respaldo (UPS) para evitar cortes de energía.
  • Usa un computador exclusivo para webinarios, sin programas innecesarios ni archivos pesados.
  • Y por favor: haz pruebas técnicas antes de cada sesión. No des nada por sentado.

Recuerda que tu reputación digital se construye con confianza, pero puede derrumbarse con un solo fallo en vivo.

El entorno también importa (y más de lo que crees)

Muchos emprendedores cometen el error de transmitir desde la sala o el comedor de su casa.

Y aunque parezca inofensivo, eso puede jugarte en contra.

Tu espacio debe ser tranquilo, aislado y sin interrupciones.

Idealmente, insonorizado o al menos con buena acústica.

Antes de iniciar, cierra la puerta, silencia el teléfono y notifica a tu familia o equipo para que nadie interrumpa.

Un pequeño descuido puede convertirse en una distracción costosa.

Además, considera tener un segundo computador listo y, si puedes, un asistente remoto.

Esa persona puede ayudarte a monitorear la transmisión, responder mensajes o actuar en caso de emergencia.

Créeme, cuando algo se complica, un buen asistente vale oro.

No se trata de paranoia, sino de profesionalismo

Quizás pienses que exagero. Pero no, te hablo desde la experiencia.

He pasado por esos momentos en los que todo se descontrola… y te aseguro que no se los deseo a nadie.

La diferencia entre un emprendedor amateur y uno profesional no está en el talento, sino en la preparación.

Los errores técnicos son inevitables, pero los desastres no.

Con un poco de previsión, un plan B claro y las herramientas adecuadas, puedes garantizar que tu webinario se desarrolle con fluidez, incluso si la Ley de Murphy intenta sabotearlo.

Recuerda: el verdadero daño no es técnico, es emocional

Un fallo técnico puede repararse.

Pero la pérdida de credibilidad, confianza o autoridad cuesta mucho más.

Tu audiencia no solo compra tus productos: compra tu energía, tu profesionalismo y tu capacidad de cumplir lo que prometes.

Por eso, cuidar los detalles no es un lujo: es una inversión en tu marca personal.

Reflexión final

Preparar tu webinario no es suficiente.

Debes estar listo para la peor eventualidad.

Porque el día que algo salga mal —y tarde o temprano pasará—, la diferencia estará en tu reacción.

Si tienes un plan, mantendrás la calma, seguirás adelante y tu audiencia lo recordará como un ejemplo de profesionalismo.

Si no lo tienes, lo recordarán como un caos.

La buena noticia es que está en tus manos decidir cuál de los dos quieres que sea tu historia.