Lo hacen ver tan sencillo, ¡que parece que fuera fácil! Tiger Woods, Michael Jordan, Lionel Messi, Michael Phelps, Tadej Pogacar, Serena Williams, Yelena Isinbáyeba o Simone Biles. Elige el que quieras, el que más te guste en tu deporte preferido. Hombre o mujer, activo o retirado, no importa. Al final, todos son miembros de una élite, de unaraza especial.
Lo más fácil, el atajo, sería decir que son superdotados, que la naturaleza les brindó unos dones especiales, pero no es así. La realidad, aunque a veces cueste creerlo, aunque una rápida mirada a su palmarés nos diga lo contrario, es que son seres humanos comunes y corrientes. Sí, seres humanos comunes y corrientes que lograron éxitos extraordinarios.
Sin embargo, no son únicos en su especie. Antes de Woods, por ejemplo, el golf disfrutó a Jack Nicklaus o Arnold Palmer. En el tenis femenino a Serena la precedieron Steffi Graf o Martina Navratilova. En el ciclismo, Pogacar es el más reciente capítulo de la legión de grandes campeones como Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault o Miguel Induráin.
En cualquier deporte que elijas, la premisa se mantiene. Siempre, más allá de las diferencias marcadas por el tiempo, por la evolución del deporte y de la tecnología, hubo maravillosos campeones. Hoy quizás haya más, sin duda por el impacto de los canales digitales son más visibles que antes, pero siempre hubo grandes campeones en todas las disciplinas.
Como también hubo y hay figuras descollantes en la pintura, en la escritura, en la música, en la actuación, en la medicina, en la ciencia o en el mundo de los negocios, dentro y fuera de internet. A mi modo de ver, la conclusión es sencilla: el ser humano, nuestra especie, posee talentos ilimitados y está en capacidad de conseguir todo lo que se propone. ¡TODO!
Ten en cuenta un detalle que, por supuesto, no es menor: el hombre es la única especie que jamás se extinguió. No es la más fuerte, muchas veces da la impresión de que no es la más inteligente, pero es la única que está aquí desde siempre. Su capacidad de aprendizaje y, en especial, su capacidad para adaptarse a las condiciones lo han hecho inmortal.
Capacidad de aprendizaje y de adaptarse a las circunstancias, precisamente las cualidades que, más allá de las diferencias de cada disciplina, distingue a los grandes campeones del deporte. Esto y algo más, la razón por la cual Woods, Jordan, Messi, Phelps, Pogacar, Biles, Williams o Isinbáyeba son o fueron extraordinarios: su capacidad para superar los miedos.
Porque ellos, como cualquier ser humano, sienten o sintieron miedo. De hecho, es común que reconozcan que una dosis de miedo es necesaria en la competencia. ¿Por qué? Porque es el factor que les permite sacar lo mejor, dar un poco más, ese plus que marca las grandes diferencias a partir de los pequeños detalles. Es lo que comúnmente llamamos inspiración.
O magia. Ese golpe, esa jugada, ese pase magistral que destrabó un duelo enredado, el que terminó por derribar la férrea resistencia del rival. El que significó el punto bisagra de la historia y les permitió encumbrarse en la cima del triunfo, en el olimpo de la gloria. Y, para que no haya equívocos, aclaro que no es un don, sino el resultado de un trabajo.
Si conoces un poco de la historia de los deportistas mencionados, o de cualquiera otro que haya sido un supercampeón, notarás que hay un hilo conductor: su mejor versión siempre aparecía en los momentos más complicados, ante los retos más grandes. En momentos en los que parecía iban a flaquear, sacaban a relucir ese plus y daban vuelta a la historia.
Enfrentados al miedo a perder y a altas dosis de presión, con un mínimo margen de error, estos supercampeones lograron lo extraordinario. Repito: seres humanos comunes y corrientes que consiguieron lo que para el resto de sus pares se antoja imposible. Y no solo eso: lo hicieron ver sencillo, lo hicieron ver muy fácil. Sin embargo, nada más alejado de la realidad.
En el mundo de los negocios, y más en el caso de los emprendedores, como cualquier deportista estamos enfrentados cada día a los miedos y a la presión. Son como sombras que nos persiguen paso a paso, que nunca nos abandona, que a veces no nos dan tregua. Miedo y presión a los que estamos sometidos todos, sin excepción, sin importar a qué te dedicas.
Es decir, Elon Musk, Bill Gates, Donald Trump, Jeff Bezos o cualquier otro empresario exitoso ha vivido (y vive) momentos de miedo (o pánico) y de mucha presión. Y se han equivocado, han tomado decisiones desacertadas, han perdido dinero, han echado a perder negocios que pintaban muy bien. Sin embargo, se sacudieron el polvo, siguieron adelante y se repusieron.
El miedo a cometer errores es muy común en el deporte y en los negocios. Nadie está exento de él. Así mismo, dado que todos queremos ganar, ser los mejores, la presión también es algo habitual. Ese, por supuesto, NO es el problema. ¿Entonces? El problema es cuando dejamos que el miedo y la presión nos paralicen, nos bloqueen, nos limiten, nos impidan avanzar.
Tristemente, es algo que veo con mucha frecuencia en el mercado: personas, empresarios, emprendedores valiosos, dotados con dones y talentos extraordinarios, que fracasan porque se dejan vencer por el miedo, por la presión. Lo tenían casi todo para triunfar, para marcar un camino, para construir un legado, pero sucumbieron ante esos implacables adversarios.
Nunca fui un deportista consumado o apasionado. Como cualquier joven, practiqué algunas disciplinas, pero solo a nivel recreativo. Dado que soy competitivo, no me gustaba perder, pero tampoco me obsesionaba con la victoria o me deshacía con la derrota. Sin embargo, siempre expresé admiración por esos supercampeones, un maravilloso modelo de éxito.
Modelos que, quién lo hubiera imaginado, me han servido en mi trayectoria como emprendedor. Modelos que, además, van más allá del deporte: por ejemplo, mis mentores. Que, lo confieso, cuando los conocí pensé que eran superdotados, que habían sido elegidos por los dioses para cumplir una misión especial, pero luego descubrí quiénes son.
¿Quiénes son? Seres comunes y corrientes que han logrado resultados extraordinarios. Como ves, la misma premisa que se aplica perfectamente en ámbitos distintos. Personas a las que la vida les proporcionó dones y talentos, les permitió obtener conocimiento y acumular experiencias valiosas para construir una vida de éxito. Una vida que, claro, no ha sido fácil.
Una de las características de estas personas, deportistas o empresarios, es que aprendieron a dejar atrás la obsesión por el error. Que, valga decirlo, es uno de los principales obstáculos a los que se enfrente la mayoría en el mercado, en cualquier actividad. Dicho de otro modo, aprendieron que el error es parte crucial del proceso y que para nada es el final del proceso.
Y, en especial, aprendieron que el mayor aprendizaje posible es aquel que surge de esas situaciones en las que nos equivocamos. Por eso, suelo decir “Comienza ya y equivócate tan rápido como pueda y tan grave como puedas: será un aprendizaje invaluable”. He aprendido que el error no es un enemigo y que, más bien, puedo convertirlo en una aliado.
¿Cómo así? Solemos ver el error como un obstáculo y nos obsesionamos con la idea de evitarlo, lo cual no es posible. ¿Te imaginas a esos supercampeones enfocados en no cometer errores? Ellos, al contrario del común de los seres humanos, entienden que el triunfo es para aquel que menos se equivoca y para el que se levanta después de un error.
Lo mismo sucede en los negocios: a lo largo de mi trayectoria he visto a cientos de personas que tenían grandes ideas, que poseían valiosos dones y talentos, pero que nunca llegaron a concretar sus proyectos. ¿Por qué? Se obsesionaron con el error, cayeron en la trampa de la perfección y no pudieron ayudar a las personas que necesitaban eso que ellas ofrecían.
Detrás de los supercampeones del deporte está un equipo de trabajo multidisciplinario. ¿Cuál es su labor? Por un lado, potenciar sus habilidades, sus fortalezas; por otro, los ayudan a mejorar sus debilidades, a reducir el margen de error y, sobre todo, a elevar la tolerancia a la equivocación. Si no aprenden eso, llegará el momento en el que el dolor de la derrota los venza.
¿Cómo lo logran? Emplean las siguientes estrategias para cambiar el enfoque:
1.- Se centran en lo que pueden controlar.
A veces, no están en su mejor día o, simplemente, algún rival está en nivel superlativo. Por más que hagan su mejor esfuerzo, difícilmente vencerán. Sin embargo, saben que mientras no se dejen llevar por las emociones, habrá una oportunidad. Entonces, se concentran en su juego, en la estrategia que diseñaron, en las debilidades de su rival, y tratan de explotarlas.
2.- Tienen un diálogo interno positivo.
Cuántas veces no hemos visto a supercampeones que se dejan llevar por la emoción del momento, pierden el control y hacen una pataleta. Ese diálogo interno negativo mina su poder y los distrae, los hace vulnerables. Ellos saben que poseen el potencial, que están preparados para dar la batalla y se animan con frases positivas que los inspiran.
3.- Visualizan el éxito.
“Si lo crees, lo creas”, dice Bryan Tracy en su famoso libro. Una premisa que los supercampeones llevan a la práctica de manera magistral. Tantas horas de práctica no solo están destinadas a mejorar su técnica, a potenciar su rendimiento, sino a enseñarles a su cuerpo y a su cerebro que tienen lo que se necesita para ganar, a través de la visualización.
4.- Son tolerantes ante el error.
Saben que es parte del proceso y que les brinda valioso aprendizaje. Por eso, no escatiman en recursos para analizar su comportamiento en el terreno de práctica o de juego: utilizan las estadísticas, el video y otras herramientas para ver cuándo y cómo fallaron. Luego se dedican a corregir, a repetir una y otra vez, cientos de veces, hasta que reducen el margen de error.
“Fallé más de 9.000 tiros en mi carrera. Perdí casi 300 juegos. En 26 ocasiones me confiaron el tiro ganador y lo erré. Fallé una y otra y otra vez en mi vida. Y es por eso que tengo éxito”, dijo Michael Jordan alguna vez. Según los números, podría considerársele un perdedor, pero la historia nos dice que es el mejor basquetbolista y un supercampeón de todos los tiempos.
Uno de los mejores consejos que puedo darte es que no te límites a seguir modelos de éxito de tu especialidad, en este caso, del marketing o los negocios. En otras actividades, como el deporte, hay modelos que nos brindan valiosas lecciones que, sin duda, nos ayudan a lograr lo que, a simple vista, está lejos de nuestro alcance. El éxito es el arte de aprender a perder…
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