En la creencia popular, un negocio es algo ligado estrictamente al dinero. De hecho, el diccionario lo define como “Ocupación, actividad o trabajo que se realiza para obtener un beneficio, en especial el que consiste en operaciones comerciales, comprando y vendiendo mercancías o servicios” y “Ganancia o beneficio conseguido en una actividad comercial o de otro tipo”.

Este concepto, sin embargo, ha cambiado en los últimos tiempos, como ha cambiado casi todo lo relacionado con el nuevo escenario surgido a raíz de la revolución digital. Una manifestación del cambio es la globalización, o la visibilización de problemáticas sociales que habían estado ocultas o que han sido ignoradas por aquellos que tienen la responsabilidad de cubrir esas necesidades.

Por eso, aunque es un concepto que se acuñó desde hace un siglo, en los últimos tiempos se habla mucho de responsabilidad social. Se entiende como la contribución activa y voluntaria de una empresa u organización para dar solución a los problemas puntuales que aquejan a un grupo de personas específico o a una comunidad. Está muy asociada al concepto del altruismo.

La primera versión de la responsabilidad social fue el cooperativismo, en el siglo XIX. Son acciones y estrategias que redundan en posicionamiento, fortalecimiento de la marca y que reafirman los valores y los principios de la empresa u organización que las pone en práctica. Además, se asume que la responsabilidad social está en la orilla opuesta al lucro, al interés de ganancias económicas.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Un emprendimiento social ataca una problemática en particular y ofrece la solución.

Sin embargo, como decía la cantante argentina Mercedes Sosa, cambia, todo cambia. Está claro que cualquier empresa o negocio que se dedique a la responsabilidad social o que sea un emprendimiento social requiere generar recursos para sostenerse. La diferencia con un negocio convencional es que su prioridad, su objetivo, no es producir dinero a través de su actividad.

¿Cuál es, entonces, el objetivo de un emprendimiento social? En pocas palabras, generar valor, de tantas formas como sea posible, en la comunidad en la que desarrolla su trabajo. Consiste en la implementación de programas y estrategias destinadas a remediar un problema específico y proveer a esas personas el conocimiento y las herramientas para ser parte de la solución.

¿Cómo funciona un emprendimiento social? Principalmente, a través de la educación y del ejemplo. Liderazgo, empoderamiento, visibilización, trabajo en equipo, incubadoras de proyectos y acompañamiento son algunas de las estrategias que se ejecutan para alcanzar los objetivos previstos. Por lo general, estas intervenciones sociales duran entre uno y tres años.

La pregunta que seguramente te estarás haciendo es si tú, como individuo o como emprendedor, ¿tienes responsabilidad social? La respuesta es una sola, y corta: ¡SÍ, claro! La responsabilidad social no es exclusiva de las grandes empresas, de las organizaciones privadas o del Estado, y menos en el mundo actual, en el que disponemos de todas las herramientas para contribuir.

¿Alguna vez consultaste Wikipedia? Esa web, por si no lo sabías, es un emprendimiento social que funciona con donaciones voluntarias y que está destinado a brindar información actualizada y veraz sobre diversos temas de interés general. No tiene publicidad, no te redirige a otros sitios comerciales: su objetivo es claro y lo cumple a cabalidad, y produce un gran impacto.


Todos queremos que el mundo sea mejor, pero pocos hacemos
algo para contribuir a esa causa. Si tú empiezas, quizás otros
te sigan y se genere una espectacular cadena de cambio.


La Fundación Pies Descalzos, creada por la cantante colombiana Shakira, es otro modelo de emprendimiento social. A través de esta organización, y con donaciones voluntarias de personas o empresas, aplica un modelo de intervención integral. Promueve procesos de crecimiento personal y desarrollo sostenible para reconocer habilidades y ponerlas al servicio de la comunidad.

Su principal objetivo es brindar una educación pública de calidad. Lo hace a través de la construcción de espacios educativos dignos, de la implementación de pedagogías innovadoras y de acciones complementarias como apoyo en la nutrición, atención sicosocial y el desarrollo comunitario de menores que pertenecen a comunidades en situación de vulnerabilidad.

Una de las realidades que cambió en el mundo de los negocios en este siglo XXI es que ya no se trata solamente de vender. Ahora, lo importante es servir. ¿Cómo? Utilizar tu conocimiento, tus talentos, tus experiencias, los dones que te regaló la naturaleza, tus recursos y herramientas para ayudar a otros a superar sus problemas, alcanzar sus sueños y transformar su vida.

Por si no te habías dado cuenta, es exactamente lo mismo que hacen las empresas a través de la responsabilidad social. La tarea fundamental de un emprendedor es detectar un problema del mercado, el dolor que aqueja a algunas personas, y brindar la solución ideal. Para ello se respalda en conocimiento, talentos, pasión, recursos, herramientas y vocación de servicio, entre otros.


Varios emprendedores multimillonarios, inspiradores casos de
éxito, fomentan esta clase de iniciativas. De hecho, a veces se
convierten en el eje más importante de sus vidas.


Como hombre de negocios, tengo la necesidad de generar recursos que permitan que mi empresa sea sostenible, entre otras razones porque hay varias personas que derivan su sustento (o parte de él) de su aporte profesional a MercadeoGlobal.com. Además, tengo un par de hijas hermosas que se merecen lo mejor que pueda brindarles, en especial una buena educación y bienestar.

Por eso, cuando tengo un producto exitoso, que se vende bien, tengo que estar satisfecho. Sin embargo, no hay satisfacción más grande que aquella de comprobar que el trabajo que hacemos con mi equipo de trabajo redunda en valor para las personas que reciben su impacto. Una sonrisa, unas gracias genuino o un cálido abrazo son una retribución valiosa, inspiradora, comprometedora.

No puede negarte que cuando comencé mi negocio lo que más me interesaba era producir ganancias. Además, las necesitaba con urgencia. Hoy, sin embargo, sé que eso no es suficiente. Por lo que aprendí de mis padres y de mis mentores, entiendo que tengo que hacer un poco más, que puedo hacer un poco más con todo aquello que he aprendido y que puedo transmitir a otros.

Hace unas semanas, hablaba del tema con otro emprendedor, un amigo, y me decía que el emprendimiento social es una moda, una tendencia que pasará rápido. Soy un convencido de que no es así y, más bien, creo que esa es una nueva oportunidad que está a disposición de quienes usamos nuestro conocimiento, pasión y experiencia para ayudar a otros a transformar su vida.

Un emprendimiento social no es opuesto a la necesidad de generar ingresos que permitan que esa iniciativa sea sostenible en el tiempo, que tenga cómo desarrollar sus programas. Tampoco tiene que estar amarrado al concepto convencional de altruismo y obras de caridad y, más bien, debe enfocarse en la generación de estrategias que se traduzcan en significativos beneficios colectivos.

Más allá de los réditos económicos que puedas recibir, si la vida te da la oportunidad de compartir aquello que te ha brindado, ¡no la desaproveches! Dejar una huella positiva en la vida de otras personas, en especial de las que no recibieron tantas bendiciones como tú, es mucho más que responsabilidad social. No olvides que servir es el mejor negocio del mundo.