Con un abundante ramillete de razones, a diario solemos decir que las redes sociales se convirtieron en cloacas. Lo que abunda por allí, generalmente, es resentimiento y odio, sentimientos opuestos a ese espíritu ‘social’ con el que se crearon. Sin embargo, como bien lo sabes, en la vida toda regla tiene su excepción. Y esta tiene una.
Facebook nos ofrece un maravilloso ejemplo de cómo, de manera altruista y desinteresada, el poder de internet puede, y debe, ser usado con fines bondadosos. No es un empresario, no es un multimillonario, no es ni siquiera una persona letrada con estudios universitarios o especializaciones. Es, simplemente, un campesino de Kenia.
Sí, una persona común y corriente que, por iniciativa propia y sin recibir algo a cambio, dedica parte de su vida a tratar de salvar lo mejor de su entorno: los animales salvajes. Su nombre es Patrick Kilonzo Mwalua, un agricultor que en su país es conocido como ‘el ángel del agua’. Un hombre como cualquiera protagonista de una historia extraordinaria.
¿Qué lo hace tan especial? El Parque Nacional Tsavo es una gigantesca reserva natural de 21 000 kilómetros cuadrados, ubicado en el suroriente de Kenia, y tiene una particularidad muy especial: allí intenta sobrevivir la mayoría de animales salvajes que habita en África. Sin embargo, las especies se están extinguiendo por los efectos del cambio climático.
¿Por qué? Porque las consecuencias del calentamiento global acabaron con las fuentes de agua pura y modificaron el curso de la naturaleza. “Yo nací y crecí en medio de la vida silvestre y tengo mucha pasión por ella”, dijo en una entrevista. Desde el año pasado, Mwalua dejó sus labores habituales y se dedicó a servir a otros, a los animales.
¿Cómo lo hizo? Se montó en un viejo camión cisterna alquilado, con una sola misión: llevarles 3000 galones de agua a los animales que intentan sobrevivir en el parque. Elefantes, búfalos, antílopes, cebras, burros y hasta temibles felinos hoy dependen exclusivamente de esta silenciosa labor, que ya trascendió fronteras.
Problema de vieja data
La región fue declarada parque nacional en 1948, pero nunca dejó de estar amenazada. De hecho, aún persiste la caza furtiva de elefantes y rinocerontes, víctimas inocentes del tráfico de marfil. Es un lugar muy visitado por los turistas a lo largo del año, a excepción del período entre marzo y mayo, meses habitualmente lluviosos.
Sin embargo, desde 2015 las precipitaciones son cada vez más escasas y los animales, literalmente, están muriendo de sed. “No hay agua, por lo que los animales dependen de los seres humanos; si no los ayudamos, morirán”, respondió a los periodistas cuando lo interrogaron por qué había emprendido esta cruzada.
Su preocupación inicial fueron los elefantes, que en busca del agua migraban a territorios en los que podían cazarlos fácilmente. Cuando comenzó a llevar el agua, sin embargo, descubrió que había otras especies amenazadas, y ya no pudo parar. ¿Por qué? Porque el panorama que encontró fue desolador, fue algo que lo conmovió.
Los animales habían escapado a un lugar muy lejano del pozo de agua más cercano simplemente para resguardarse de los cazadores. Pero, igual los perseguía un desenlace fatal. Aquella vez, solo unos pocos animales bebieron el agua, mientras que otros, temerosos, se mantuvieron lejos, a la expectativa.
Fue, entonces, cuando entendió que debía dedicar sus fuerzas y sus esfuerzos en ayudarlos a todos. Lo más curioso es que, después de realizar varias visitas al mismo lugar, Patrick se dio cuenta de que el número de animales y la variedad de las especies aumentaba. Y pronto comprobó que se había convertido en su tabla de salvación.
Por las noches, los animales se apostaban cerca de donde vertía en agua, a la espera de su llegada a la mañana siguiente. Hoy, ya no lo ven como un extraño y lo esperan con ansiedad y hasta le brindan manifestaciones de afecto. Ya no viaja solo. Es una pequeña caravana de camiones cisterna que buscan saciar la sed de esos animales salvajes.
Cuando escuchan el ruido de los desvencijados vehículos, corren al lugar donde se deposita el líquido o, en su defecto, reciben a los visitantes y con alegría los acompañan hasta su destino. Él les salvó la vida, lo saben, y hacen lo que pueden para agradecérselo. Lo increíble es que lo esperan pacientemente, mezclados sin hacerse daño.
Mejor aún, relató que hay fieras que ya no beben en los pozos, sino que prefieren acercarse al camión y tomar el agua que sale de la manguera. Es, claro, una forma de demostrarle su agradecimiento, la confianza que le tienen. Por eso, cada día que pasa el compromiso de Mwalua es mayor.
Ya no concibe su vida sin esos viajes para ayudar a estos animales, a los que el gobierno y los demás pobladores de la región habían condenado al olvido. “Me gustaría tener la posibilidad de llegar a más lugares, pero para eso necesito más camiones y, también, gente que me ayude”. Su clamor, afortunadamente, fue escuchado.
“Desde Estados Unidos, hay tres mujeres que me colaboran y gracias a ellas pude continuar con mi tarea, que no es fácil porque cada viaje cuesta 326 dólares”, explicó. Gracias a las publicaciones que Mwalua hace diariamente en su perfil de Facebook, pudo darse a conocer y ya recibe una ayuda que, espera, evite la muerte de más animales.
Angie Brown, que vive en Connecticut, visitó Kenia en 2015 y quedó prendada del país y de sus animales. Al poco tiempo, por las redes sociales, se enteró de la problemática que había convertido a este keniano en un héroe anónimo, y decidió ayudarlo. Se unió con Cher Callaway (de Utah) y Tami Calliope (de Vermont), dos amigas.
También se contactó con Patrick, al que decidieron ayudar: crearon GoFoundMe, que ya recaudó casi 20.000 dólares para financiar su labor. Con esta ayuda, ahora se realizan cuatro viajes a la semana. “Cada recorrido del tanque cuesta US$ 250 y cada donación, no importa la cuantía, es muy apreciada. Gracias por su apoyo”, dice en la página web.
Apoyo internacional
Con la idea de ampliar sus servicios, creó Tsavo Volunteers (Voluntarios de Tsavo), una organización destinada a trabajar en el ecosistema de la región con la intención de conservar la fauna y la flora. Lo hace a través de la sensibilización de los pobladores de las localidades vecinas, especialmente los niños de las escuelas.
Esa es una actividad tan importante e impactante como la de llevarles agua a los animales sedientos y desamparados. Va a las escuelas y les da charlas para enseñarles el respeto por los animales y la gestión de los recursos de la naturaleza. Así, espera que en el futuro su labor no sea solitaria y que sean muchos más los que participen y colaboren.
No es un empresario, no es un multimillonario, no es ni siquiera una persona letrada con estudios universitarios o especializaciones. Es, simplemente, un campesino de Kenia, un cultivador de alverjas que tiene un corazón sensible al medio en el que nació. Sus compatriotas lo llaman ‘El ángel del agua’, y en los medios hablan del ‘Ángel de Kenia’.
La experiencia de este campesino africano nos demuestra el poder de internet: es posible impactar positivamente y cambiar el mundo, inclusive a través de las redes sociales. Sí, la tecnología utilizada para bien de la humanidad nos demuestra una vez más que el mejor negocio del mundo no es vender, sino servir a otros, a los demás.
¿Quieres saber más de Patrick Kilonzo Mwalua?
Facebook: perfil oficial de Patrick
Web: Tsavokenia.org (Tsavo Volunteers)
Web: GoFundMe.com
Facebook: perfil oficial de Cher Callaway
Twitter: perfil oficial de Patrick
Wow, es increíble la labor ojalá todos tuviésemos ese noble corazón como pudiese ayudar a la fundación para que su labor persista y no se rinda, amo la vida silvestre y estoy en contra de todo lo que la destruya. Soy un mecánico sencillo pero hay cosas más importantes y esta es una de ellas a las que hay que apoyar