Internet es un universo maravilloso que, literalmente, da para todo. Inclusive, para la mentira. También, de manera insólita para que las mentes brillantes, aquellos referentes de la industria de la tecnología y esas mentes brillantes a las que todos admiramos, den un pequeño resbalón y demuestren que equivocarse es parte de la condición humana.
Quiere referirme a este tema –al que le dedicaré ocasionales entregas en el blog– porque estoy convencido de que sirve para derrumbar uno de los grandes mitos de los negocios: que el error es el acabose. Por el contrario, y lo sé por mi amplia experiencia en el tema, es decir, por mis constantes errores, es la mayor fuente de aprendizaje de calidad que existe.
Aquel que presuma de no equivocarse, sin duda, está mintiendo. Aquel que todavía no se equivocó, desconoce el valor del aprendizaje. El ser humano inteligente, y los emprendedores debemos ser inteligentes para triunfar y realizar los sueños, sabe que lo malo del error es acostumbrarse a él o, de otro modo, dejarse derrotar por él.
Uno de los ejemplos más claro de esta realidad de la vida la protagonizó el Rey Pelé. Sí, el famoso futbolista brasileño, al que muchos expertos califican como el mejor de la historia. Tres veces campeón mundial y referente de una selección de ensueño (la de México-1970), algo debió aprender a lo largo de su extensa trayectoria.
Sin embargo, en 1994, cuando el planeta fútbol se preparaba para vivir el Campeonato Mundial en Estados Unidos, O Rei hizo una declaraciones que lo pusieron en la picota pública. ¿Qué dijo? Pronosticó que la Selección Colombia era la favorita para ganar el título orbital. En mi país, todos felices, pero en el resto del mundo lo criticaron con dureza.
A la postre (tuve que recurrir a mi panel de expertos para hablar de este tema), Colombia fue eliminada en primera ronda. ¿Por qué dijo eso Pelé, entonces? Porque el equipo de Francisco Maturana venía de ganarle a Argentina en Buenos Aires, aquel famoso 5-0 del 5 de septiembre de 1993. El mismísimo Pelé se dejó contagiar y le salió costoso.
En el mundo de la tecnología y los negocios, uno de los que aprendió que a veces es mejor mantener la boca cerrada fue Steve Ballmer. ¿Sabes quién es? La persona que sucedió a Bill Gates como CEO de Microsoft y es el actual propietario de Los Ángeles Clipers, equipo de la NBA. ¿Cuál fue su pronóstico equivocado?
En 2007, en una entrevista que concedió a la cadena CNBC, rajó de lo lindo del iPhone, producto estrella de Apple, su competencia. “¿500 dólares? ¡Es el teléfono más caro del mundo!, y ni siquiera está enfocado en los empresarios porque no tiene teclado y, por lo tanto, es imposible enviar un email”, fue la frase que lo condenó.
Ballmer, no contento con lo anterior, continuó: “Nosotros vendemos millones de teléfonos al año y Apple vende 0 teléfonos. Veremos el año que viene cómo va la competencia”. El mercado, sin embargo, respondió a esas afirmaciones con una bofetada: en 2016, según cifras de la consultora Gartner, se vendieron 345 millones de teléfonos móviles en el mundo, 45 millones de ellos de marca Apple.
Todos estamos expuestos
Por más conocimiento que se posea, por más experiencia que se acumule, en el mundo de los negocios las predicciones son un riesgo. Mil y una veces he dicho que el éxito no es una apuesta, como si estuvieras en el casino, sino el producto de tu trabajo: un buen producto, una adecuada estrategia de marketing, venderle al nicho adecuado, en fin.
Los emprendedores estamos expuestos a las críticas de los demás, de nuestro entorno cercano, que muchas veces no entiende lo que hacemos o por qué lo hacemos. Nos dicen que no vamos a ser capaces, que nuestro producto será un fracaso, que en el mercado está saturado, que no posees los recursos, que más bien te pongas a trabajar en algo serio…
Yo escuché esas y otras muchas frases en cantidad de ocasiones, y estoy seguro de que tú también. Afortunadamente, nadie, absolutamente nadie, puede adivinar el futuro. ¿Por qué? Porque tu futuro es el resultado del presente que eres capaz de construir hoy, en el presente, y por lo tanto depende de ti, de tus acciones y tus decisiones, no de la opinión de los demás.
Enterrar la cabeza en la tierra, como el avestruz, no es una buena idea. Sin embargo, los emprendedores debemos aprender a blindarnos contra el pesimismo de los demás. Entiende algo: eso que ellos te dicen no es más que el fiel reflejo de sus propios miedos, de su incapacidad de acción, de su frustración por no haberse atrevido a buscar sus sueños.
Ten en cuenta otra premisa: los mayores logros de la historia de la humanidad, en todos los campos de la vida, estuvieron precedidos de pronósticos negativos de expertos como Pelé o Ballmer. Esa resistencia, de hecho, es el combustible que impulsó a los valientes para atreverse a transformar su realidad, su negocio, su mercado, su mundo.
Por eso, te invito a que no cedas: ve, sigue tus sueños, trabaja por ellos, enfócate en lo que deseas y persevera. Te aseguro, porque así me ocurrió a mí, que en algún momento te das cuenta de que todo cambió, de que aquello por lo que tanto luchaste está en tus manos. Equivócate, aprende, corrige y continúa el camino. Ese, amigo mío, es el verdadero éxito.