¿Sabes cuál es el problema a la hora de entender esto de la revolución digital? Que no hemos aprendido que por más que estén involucradas diferentes tecnologías de punta, que hagamos uso de distintos dispositivos digitales y móviles, que seamos parte de alguno de los múltiples nichos que hay en internet, el centro de atención, la razón de ser es el ser humano de carne y hueso.
Internet de las cosas, Big Data, Inteligencia Artificial, robots y otros conceptos que antes hacían parte de la ciencia ficción hoy son una realidad. Son conceptos de dominio público, aunque en realidad todavía no pueden ser aprovechados por todos. Es avance es lento, quizás, pero también es incontenible y cada día serán las actividades comunes que involucrarán la tecnología.
Voy a replicar un ejemplo que le escucho con frecuencia a un amigo emprendedor y que me parece muy atinado: hoy no tenemos teléfonos móviles, sino cámaras fotográficas y de video a través de las cuales podemos hacer y recibir llamadas. Y no solo las cámaras de estos dispositivos son cada día más poderosas, sino sus funciones y el alcance de las aplicaciones que incorporan.
Hoy, podemos comprar el mercado por internet, a través del teléfono móvil. Y podemos ir al banco y realizar transferencias o consultar el saldo. Y podemos programar citas con el médico o compartir documentos con el abogado o el contador. Y, si queremos, también se nos permite comunicarnos con otros seres humanos en distintos formatos: voz, imagen o escritura.
No sé si ya sea posible, pero estoy seguro de que muy pronto será una realidad: podremos comprar un coche o una propiedad (apartamento, casa, villa) desde el teléfono móvil. Gracias a los drones, a la magia del video, ya no tendremos que ir al almacén a ver los vehículos, ni tampoco habrá la necesidad de visitar la propiedad, porque nos harán un recorrido virtual fascinante.
Lo cierto es que si todavía no sabes en qué consiste eso de ser digital y todavía no diste el primer paso para adaptarte a esta nueva realidad, no solo ya te dejó el tren: también estás a un clic de volverte invisible, de desaparecer. Porque la realidad es que quienes no formen parte del universo digital (que no termina en internet) están condenados a que el mercado haga caso omiso de ellos.
Lo repito: si no empezaste ya, estás tarde. Sin embargo, nunca es tarde para comenzar, y menos en un escenario como el actual, en el que el conocimiento y el apoyo están a un clic de distancia. Si quieres dar el primer paso, si quieres que 2019 sea el año de tu estreno digital (o de tu reinvención digital), te digo cuáles son las características que debes incorporar en tu chip para salir airoso:
La revolución digital no es algo que se limita a los negocios, a las herramientas o a los dispositivos: es un nuevo entorno que abarca todas las actividades de la vida. ¿Estás preparado para aprovecharla? Quizás sea el escenario ideal para que conocimiento, talento y vocación de servicio sirvan para ayudar a otros a transformar su vida.
1) Ser curioso: el ser digital exige mente abierta, hambrienta de conocimiento en diversos temas, actualización permanente, el desarrollo de nuevas habilidades. La curiosidad mató al gato, quizás, pero también le brindó grandes aprendizajes, increíbles descubrimientos y gratas experiencias. Sé curioso, investiga, pregunta, no te quedes con la duda. Recuerda: esta es la era del conocimiento.
2) Ser oportuno: que no es lo mismo que ser oportunista. Producto de la curiosidad, de la investigación, puedes saber cuáles de tus talentos, cómo tu conocimiento sirve para brindarles a otros la solución al problema que los aqueja. Las oportunidades no llegan o se van: se crean. Lo que debes aprender es a encontrar ese mercado ideal, y actuar con celeridad y efectividad.
3) Ser ‘científico’: con esto quiero decir que no debes temer al error, al experimento. El método de prueba y error no solo sigue siendo el más doloroso de todos, sino también el más efectivo. No lo desprecies. Experimenta, arriésgate, planifica y mide tus estrategias y toma decisiones sanas. Como se dice en la calle, el que no arriesga un huevo, no come pollo. Prueba, aprende y corrige.
4) Ser detallista: complementario del anterior. El ser digital significa, muy especialmente, saber medir en detalle las acciones que emprendes y sus resultados. Es la única forma de aprender y de acertar. Sé obsesivo con los datos, con las métricas; asesórate de expertos y vuélvete amigo de los números, que son tus principales aliados. Y sé detallista en la atención que les das a tus clientes.
5) Compartir: lo que no se comparte, no se disfruta, suele decir un amigo emprendedor. Y estoy de acuerdo con esta afirmación. Nada de lo que hagas o de lo que tienes, tu conocimiento y tus talentos, tiene algún sentido si no es para compartirlo con otros que lo puedan necesitar. Compartir, además, te brinda la maravillosa acción multiplicadora de la retroalimentación.
Estoy a punto de convencerme de que el gran problema de la revolución digital es que nos llenaron de miedo acerca de sus alcances, de sus consecuencias: nos vendieron la otra cara de la moneda. Sin embargo, son muchos y muy variados los beneficios que podemos obtener de la tecnología y sus herramientas, siempre y cuando acomodemos el chip a las exigencias del siglo XXI.
buena