Si me sigues con atención, sabes que no creo en la casualidad, sino en la causalidad. De hecho, no estás aquí por casualidad. Recuerda: fuiste el espermatozoide más veloz de aquella carrera y te ganaste el privilegio de llegar a este mundo. Y desde el día en que naciste, todo lo que hagas, absolutamente todo, determinará tu suerte, tu destino, como lo quieras llamar.

Uno de los obstáculos más frecuentes en el camino de un emprendedor es este, precisamente. Sí, creer que los resultados se van a dar como por arte de magia, que bastan unos clics para que el universo te favorezca, pero no es así. Definitivamente, no es así. Lo que logras es fruto de lo que haces, de las decisiones que adoptas y, por supuesto, de los errores que cometes.

Porque, y ese es otro tema polémico, hay quienes se enfocan en evitar los errores. Lo irónico es que no los evitan, no pueden evitarlos, pero no avanzan. Los errores son inevitables porque son parte crucial del proceso, porque así como para algunos son obstáculos, para otros son oportunidades de aprendizaje. Si te obsesionas con evitarlos, no aprendes y tampoco avanzas.

Una de las más valiosas enseñanzas que recibí por parte de mis padres y de mis mentores, y también de la vida, es aquella de concentrarme en lo que puedo (y debo) hacer. Habrá cosas que definitivamente no puedo hacer y otras que no quiero hacer y prefiero delegarlas. Lo único que no delego de mi negocio son las estrategias de marketing y el manejo del dinero.

Así, todas mis acciones, absolutamente todas, están destinada a hacer que las estrategias que ejecuto sean exitosas y que las decisiones que tomo en relación con el dinero sean rentables. Me concentro en esos dos temas y hago lo que sea necesario para que funcionen, para que me brinden los resultados que espero, que necesito. No es una ecuación perfecta, pero mal no me va.

Lo que me interesa que comprendas después de leer estas líneas es que el éxito de tu negocio depende casi exclusivamente de ti. ¿Recuerdas al espermatozoide que ganó aquella carrera? Hizo lo que tenía que hacer. Eso, en el caso de un emprendedor, significa dejar atrás los miedos, sacarse de encima las telarañas mentales y, en especial, aplicar la ley de causalidad.

Para que esta tarea no sea demasiado complicada, te comparto un recurso que está ahí para cualquiera, pero que no cualquiera aprende a utilizar, no cualquiera le saca provecho. Son las 12 leyes del karma, una serie de postulados que nos enseña que somos los responsables de eso que llamamos destino y que podemos conseguir lo que deseamos si hacemos lo necesario.

Estas son las 12 leyes del karma:

Ley # 1 – Causa y efecto: cosechas lo que siembras
Todo lo que sale de ti, regresa a ti, reforzado y multiplicado. Por eso, entonces, no tienes que preocuparte por lo que recibes, sino por lo que das, por lo que siembras. En ese sentido, hay una máxima que te ayudará: haz el bien, de tantas formas como sea posible, sin mirar a quién y sin esperar nada a cambio. La vida, en su sabiduría, se encargará de retribuirte con justicia.

Ley # 2 – Creación: creas aquello en lo que te concentras
Las oportunidades no llegan a tu vida, no caen del cielo: tú las creas, las propicias. En otras palabras, eres plenamente responsable de lo que te sucede, bueno o malo. Concéntrate, entonces, en aquello que deseas en tu vida, en atraer en lo que te permita potenciar tus dones y talentos, en lo que te dé la posibilidad de generar un impacto positivo en la vida de otros.

Ley # 3 – Humildad: acepta lo que es, deja ir lo que pasó y oriéntate a lo que será
Uno de los peores errores que podemos cometer es aquel de resistirnos a lo que sucederá o, de otra forma, apegarnos a lo que ya fue. La vida no es como nos gustaría que fuera o como queremos que sea, sino como es, así de simple. Olvídate del pasado, no te obsesiones con el futuro y concéntrate en el presente para que mañana puedas cosechar lo que sembraste.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La vida es como la imagen: lo que sale de ti, tarde o temprano regresa a ti.


El karma, a diferencia de la creencia popular, es una energía positiva relacionada con el actuar, con el hacer, con el obrar. En ese sentido, conocer y, en especial, poner en práctica las 12 leyes del karma te ayudarán a tomar el control de tu vida y obtener justo lo que deseas.


Ley # 4 – Crecimiento: tienes que cambiarte a ti, no a los demás, para crecer
Esta, te lo confieso, es una de las leyes con las que más me identifico. Los seres humanos caemos en la tentación de no aceptar los hechos como son, sin juzgarlos, sin desgastarnos en el intento por modificarlos. Esa resistencia nos impide crecer. Debemos darnos cuenta de que la clave de la vida está en trabajar en nuestro interior lo que queremos recibir del exterior.

Ley # 5 – Responsabilidad: tu vida es resultado de tus acciones
Más claro, no canta un gallo, como decimos en Colombia. Lo que haces y lo que dejas de hacer, lo que dices y lo que callas, es lo que determina el rumbo de tu vida. Está claro que no es posible tener un control absoluto de nuestra vida, pero tenemos la responsabilidad de actuar, de tomar decisiones, de asumir riesgos. Después habrá tiempo para lidiar con las consecuencias.

Ley # 6 – Conexión: todo está conectado y sirve para un propósito común
La vida y el universo son como una telaraña sin fin: lo que haces hoy, las decisiones que adoptas hoy, los errores que cometes hoy determinan tu mañana. Tu presente es el resultado de tu pasado, no hay cabos sueltos. Nuestra tarea consiste, entonces, en ser conscientes de lo que hacemos, de sus consecuencias, del impacto que genera en la vida de otras personas.

Ley # 7 – Enfoque: no puedes enfocarte al mismo tiempo en el bien y en el mal
Hay situaciones que, definitivamente, no podemos controlar, en especial, aquellas negativas. Van a suceder porque no es posible evitarlo. En cambio, sí estamos en capacidad de evitar que nos afecten, que nos condicionen. Enfócate en lo que puedes controlar, en lo que te lleva al lugar en el que quieres estar, en lo que te brinda satisfacción y placer, en lo que te hace feliz.

Ley # 8 – Dar: la forma de tratar a los demás revela tus intenciones
Nos enseñan, nos hacen creer que llegamos a este mundo a recibir, pero no es cierto. La única razón por la que estamos aquí es porque otros necesitan lo que tenemos, lo que somos, lo que hemos aprendido. Recuerda la Ley # 1: cosechas lo que siembras. Entonces, si quieres recoger mucho, da mucho; si quieres amor, da amor; si quieres luz, da luz, y así sucesivamente.

Ley # 9 – Aquí y ahora: lo único que tienes es el momento
Otra de las leyes que me encanta. Y también una de las más difíciles de aprender, de aplicar. Porque nos enseñan a vivir apegados al pasado, nos enseñan a vivir en función de un futuro que no sabemos si va a llegar. Un día es una eternidad, así que debemos aprender a vivir el momento, lo único de que disponemos, a sabiendas de que puede ser el último.

Ley # 10 – Cambio: la vida te da las mismas lecciones hasta que las aprendes
Nada más cierto, seguro lo has comprobado. Esta es una premisa que se aplica en especial para lo negativo, para lo que nos hace daño. Dado que nos resistimos al cambio, que tememos al cambio, la vida insiste tercamente para que aprendamos la lección. Una y otra vez, cuantas veces sea necesario. Abre tu mente, despójate de los miedos y vive la aventura de la vida.

Ley # 11 – Paciencia y recompensa: lo bueno es fruto del trabajo, la fe y la determinación
Nada llega porque sí, ni siquiera la recompensa. Que, valga decirlo, no es un premio, sino un resultado de lo que haces. No olvides que eres el verdadero y único arquitecto de eso que llamamos destino. La magia consiste en ir paso a paso, con paciencia, con perseverancia, con determinación, con fe, confiando en que tarde o temprano la vida te va a recompensar (y lo hará).

Ley # 12 – Importancia e inspiración: recibirás de la vida lo que le hayas dado
En cierto modo, esta ley es un resumen de las 11 anteriores, incorpora una dosis de cada una de ellas. Debes establecer qué es lo importante de tu vida, para ti, y enfocarte en ello, aunque otros te digan que eres egoísta. Debes asumir la responsabilidad de tu vida, agradecer la oportunidad que te brinda cada día y aprovecharla al máximo: el resultado te dará la razón.


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