En este episodio de «El Show Del Padrino«, Álvaro Mendoza nos habla acerca de la Administración Efectiva del Tiempo, la sexta regla de la prosperidad empresarial de acuerdo a su libro «7 Reglas de La Prosperidad Empresarial En La Nueva Economía»

7 Reglas de la Prosperidad Empresarial

1. Definir Un Mensaje Claro
2. Elegir el Mercado (Público) Adecuado
3. Usar el Medio o Medios Adecuados de Respuesta Directa
4. Pensar como un Empresario
5. Crear Sistemas Efectivos
6. Obtener el Máximo Valor de Tu Día
7. Construir una Red de Soporte Poderosa

Hola: aquí estoy para hablar de otro capítulo de mi libro 7 Reglas para la prosperidad empresarial en la nueva economía. En esta ocasión, me referiré a un tema de crucial importancia, correspondiente al capítulo 6: la administración efectiva del tiempo. ¿Sabías que esa es una de las características que distinguen a los empresarios exitosos del resto?

La forma en que quienes somos exitosos manejamos el tiempo determina si es posible que alcancemos nuestros objetivos, nuestros dueños. Porque todos, absolutamente todos, tenemos en el día las mismas 24 horas, pero algunos no saben cómo sacar el mayor provecho del tiempo que le dedican al trabajo.

Debo ser honesto y reconocer que este es uno de los aspectos más complicados de controlar; tanto, que a veces yo mismo fallo. No hay un software, tampoco una receta secreta para llegar a ser una persona realmente productiva. Por eso, la rutina que yo he diseñado puede no funcionarte a ti, así que es importante que entiendas que tú y solo tú debes encontrar la fórmula adecuada.

Lo que sí puedo hacer es compartir contigo algunas de las pautas que me ayudan a ser organizado dentro de una agenda que cada día es muy apretada, a aprovechar el máximo de mi tiempo en el trabajo y, de paso, a tener disponibilidad para otras actividades con mi familia, por ejemplo.

Regla 1: el ambiente condiciona. No cualquier lugar, no cualquier ambiente es adecuado para trabajar. Necesitas uno que facilite la productividad, que te motive a alcanzarla. Regla 2: limitar las distracciones. Apaga el celular, cierra la puerta de la habitación, no prendas el televisor, desconéctate un tiempo de las redes sociales; haz lo que tengas que hacer para que estos ladrones no roben tu tiempo.

Regla 3: responsabilidad. Una persona altamente productiva es capaz de cumplir tanto las tareas que se ha impuesto, como aquellas otras que ha delegado en su equipo, si lo tiene. La triste realidad es que muy poca gente puede reunir estas tres características simultáneamente o, lo que es lo mismo, muy poca gente alcanza el más alto grado de productividad posible.

Programar un día puede ser tan sencillo como anotar las tareas en un papel y ordenarlas. Hay que crear un sistema que nos permita saber qué queremos hacer y verificar si estamos cumpliendo. Una estrategia útil es fijar tiempos exactos de comienzo y final de cada tarea, de cada reunión. Es obvio que se requiere un poco de flexibilidad, pero tu plan debe ser lo más aproximado posible a lo ideal para que puedas cumplir los objetivos.

Así, por ejemplo, si decides dedicar una hora a escribir un libro, dedícale la hora completa, ni más, ni menos. También es importante que marques claramente la finalidad de las actividades que involucran a otras personas, que puede trastocar tus planes de administrar el tiempo adecuadamente.

Cuando te acostumbras a diseñar esa programación diaria es como si supieras qué vas a hacer minuto a minuto. Obvio, no todos los días son iguales y la vida laboral es cambiante al punto que hay días enteros que puedes dedicar a una sola actividad y otros en los que tu agenda muestra 30 labores diferentes.

Lo importante es que tengas en cuenta que si abarcas demasiadas tareas, se pierde el foco, se diluye la energía y los recursos se subutilizan. En el caso de los procesos de marketing, que es lo que nos interesa, estoy a favor de aquellos que nos permiten hacer un seguimiento detallado de lo que se realizó, de lo que está pendiente; yo los llamo sistemas complejos (que no son complicados).

Esos procesos complejos requieren estudio y atención, pero son muy efectivos. Tanto, que te permiten decidir cuáles son las actividades que sí o sí tú mismo debes realizar y cuáles otras estás en condiciones de delegar. Las primeras son aquellas fundamentales para el desarrollo y el éxito de tu empresa; las segundas son las que puede poner en manos de otras personas a sabiendas de que se van a cumplir a cabalidad.

El control sigue siendo tuyo, tú tomas las decisiones importantes, pero otros te ayudan a sacarle tiempo al tiempo para hacer lo verdaderamente importe, lo que le aporta valor a tu negocio. Si ves el video, encontrarás más consejos y más claves útiles. Que lo aproveches. Hasta pronto.

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