No se necesita una piedra de un gran tamaño para hacer tropezar a un emprendedor. Basta una pequeña, una de esas resbalosas, para que caigas y sufras un duro golpe. Y una de esas pequeñas piedras es la obsesión por ofrecerle al mercado algo único, un producto distinto a todo lo existente, una idea inédita que nadie había tenido.

Hola, soy Álvaro Mendoza, director de MercadeoGlobal.com, y estoy aquí para hablar del tercero de los siete pecados capitales de los emprendedores. Después de la pereza y de la lujuria, es el turno de la soberbia. Una pequeña piedra, sí, que a veces se convierte en una temible avalancha que arrasa con todo: tu negocio, tus recursos, tu futuro…

Por culpa del sistema educativo en el que nos formamos, creemos que distinto, nuevo, diferente y único son diferenciales válidos. En el pasado, sí; en el presente, no. En el pasado, al cliente no le importaban la calidad o el precio, mucho menos los beneficios: lo único que tenía en consideración es que aquello que compraba fuera distinto, diferente.

Hoy, sin embargo, en el mundo globalizado, hay una gran variedad de cada producto o servicio y son increíblemente parecidos. De ahí que, en los últimos tiempos, el diferencial que inclina la balanza sea la experiencia que somos capaces de brindarle al cliente, los beneficios que se traducen en una transformación positiva de su calidad de vida.

Pero, siempre hay un pero. Muchos emprendedores creen todavía que son capaces de reinventar la rueda. Que ya existe, fue inventada hace muchísimos siglos, evolucionó y se ha perfeccionado a través del tiempo. Más allá de algún nuevo compuesto que alargue su vida útil o evite la contaminación, la rueda no necesita ser reinventada.

Esa es una realidad que todos conocemos, de ahí que sea incomprensible que haya tanta gente dedicada a reinventar la rueda, a refundar el marketing, a tratar de cambiar lo que funciona bien y da resultados. Esas conductas no son más que claras manifestaciones del tercero de los siete pecados capitales de los emprendedores: la odiosa soberbia.

Son personas que creen ser dueñas de la verdad absoluta, que posan como las que siempre tienen la razón, que están excesivamente preocupadas por la forma (cómo se ven) y descuidan el fondo (el contenido, lo que pueden ofrecer). Son personas cuya prioridad es ser el centro de atención y se enojan si no les reconocen su celebridad.


Los siete pecados de los emprendedores (1): la pereza


Los siete pecados de los emprendedores (2): la lujuria


Estos personajes, hay que reconocerlo, poseen algunas habilidades innatas que les permiten sobresalir, a pesar de sus terribles carencias de conocimiento, calidad humana y vocación de servicio. Son objetos brillantes que deslumbran, encantadores de serpientes que enredan con su prosa elaborada, pero que tarde o temprano caen en su propia red.

Una persona soberbia pasa la mayor parte del tiempo hablando de sí misma, de sus logros, pero casi nunca es capaz de explicar cómo los consiguió. Jamás reconoce sus errores y es terriblemente sensible a las críticas. Tilda de enemigos a quienes se atreven a llevarle la contraria y se altera si sus actos no son aprobados por otros, si no lo halagan.

Ese coctel de características hace que estos emprendedores se empecinen en reinventar la rueda. Una actitud que, la verdad, para mí es incomprensible, porque es, sin duda, el camino más largo. Y, peor aún, es un camino que nunca te va a llegar al éxito y a la felicidad. Un camino que, además, está plagado de obstáculos, de dificultades.

Si tú quieres avanzar del punto A, donde te encuentras, al punto B, lo más inteligente que puedes hacer es seguir a quienes ya recorrieron ese camino con éxito. Sí, a las personas que conocen los recovecos del trayecto, las curvas peligrosas, los descensos resbalosos, las subidas pendientes. Alguien que pasó por punto B y está en el punto C.

Una de las maravillas del mundo del marketing digital es que existen muchas personas de gran calidad humana y profesional. Personas con talentos y dones muy especiales, con vocación de servicio y un nivel educativo envidiable. Y, lo más importante, personas que están dispuestas a compartir contigo su conocimiento, que están listas para ayudarte.

Si tú quieres iniciar un negocio en internet, no necesitas ser distinto: lo que en verdad debes hacer es copiar lo que hacen aquellos que son exitosos y adaptarlo a tu estilo, a tus necesidades, a tus posibilidades. El modelo del éxito ya está creado (igual que la rueda): solo tienes que aprenderlo y ponerlo en práctica. Es así de fácil, así de contundente.

Pero, siempre hay un pero, aparece la soberbia. Nos ciega, nos confunde, nos distorsiona la realidad, nos hace ver lo que no existe. Por la soberbia, creemos que podemos avanzar solos. Por la soberbia, creemos que no necesitamos estar rodeados de un equipo de gente competente y proactiva. Por la soberbia, nos creemos una suerte de superhéroes.

En el mundo moderno de los negocios, dentro o fuera de internet, lo que manda son las relaciones. Y no solamente las que seas capaz de establecer con tus clientes, sino también, y de manera muy especial, la que puedes crear a tu alrededor. Con socios, con colegas, con la competencia: relaciones que potencian tus talentos, que te apalancan.

Tu idea puede ser buena, muy buena, pero nunca será suficiente. Tu producto podrá ser bueno, muy bueno, pero nunca será suficiente. Tus talentos y tu conocimiento podrán ser grandes, muy grandes, pero nunca serán suficientes. Tus recursos y herramientas podrán ser grandes, muy grandes, pero nunca serán suficientes. ¡Nunca serán suficientes!

El verdadero valor de una idea, de un producto, de unos talentos, de un conocimiento, de unos recursos y de unas herramientas no es que sean distintos, únicos, exclusivos. El verdadero valor de estos factores es que te permitan avanzar del punto A al punto B y que brinden la posibilidad de solucionarle al mercado ese problema que le quita el sueño.

Eso, sin embargo, mi querido amigo, solo lo conseguirás si te apalancas en sistemas que ya son exitosos, probados y comprobados. Si te das la oportunidad de ser guiado por mentores que poseen mayor conocimiento y experiencia, y los ponen a tu servicio. Si, en fin, entiendes que para alcanzar el éxito en los negocios no necesitas reinventar la rueda.

Soy Álvaro Mendoza, director de MercadeoGlobal.com, y te agradezco la gentil compañía durante estos minutos. Me encantaría conocer tu opinión sobre este video y los demás de la serie ‘Los siete pecados capitales de los emprendedores’. Puedes consignarla justo aquí abajo. También puedes compartir este contenido para que tus amigos puedan verlo.

En los enlaces que aparecen dentro de esta nota, así mismo, puedes ver los videos anteriores. De nuevo, gracias por tu tiempo y nos vemos en el próximo video…